México D.F. Lunes 14 de julio de 2003
Ante un Hard Rock Live lleno, logró el equilibrio exacto entre sus clásicos y lo actual
Real de Catorce sedujo a sus fans con un blues muy latino y poesía
El cuarteto estrenó a Salvador Arceo en el bajo y dejó fuera el violín, que había caracterizado su sonido El concierto fue grabado por el videoasta Christian Calónico para lanzarlo en DVD
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Con una trayectoria musical que ya ha alcanzado la mayoría de edad, sin lugar a dudas Real de Catorce ha atravesado el umbral de los grupos de culto, aquellos que despiertan devoción y se vuelven patrón de nuevas generaciones. Habiendo hallado el punto exacto en el que el blues se puede latinizar y expresar así, sin desprenderse de su alma triste y melancólica, un sentir más acorde con nuestras latitudes, el grupo ha perdido el miedo a los riesgos por medio de su propia experimentación. El concierto que ofreció este sábado en el Hard Rock Live es prueba de ello.
En cuarteto presentó su nueva alineación. De sus miembros fundadores continúan Fernando Abrego en la batería y José Cruz en la voz, armónica y guitarra rítmica; Julio Zea permanece en la guitarra solista y en el bajo está un nuevo integrante llamado Salvador Arceo. Otro cambio en las filas de esta banda es la retirada de Carlos Torres, cuyo violín durante muchos años había caracterizado el sonido del grupo.
Pero si ha habido cambios importantes en la formación, también los ha habido en su creación. Su más reciente producción discográfica, Voy a morir (2002), es un pasear mucho más acentuado por la poesía, una invitación al deleite de la palabra en la que los instrumentos se tornan cómplices de esa aventura literaria. Una poesía generadora de imágenes metafóricas, de erotismo y enigmas, en la que la muerte es dulce, el amor doloroso y el cuerpo desnudo de una mujer inagotable fuente de inspiración. "Un disco más dramático, oscuro, mucho más darketo", comenta Arturo Fernández, de 36 años, seguidor de esta banda desde sus orígenes.
Ante un Hard Rock Live totalmente lleno y, en su mayoría, poblado de parejas que buscan en la intimidad y sensualidad del blues el motivo perfecto para un beso, este concierto fue objeto visual de la lente del videoasta Christian Calónico, quien lo registró para lanzarlo en DVD.
Lenguaje universal
Heterogéneo, el público de Real de Catorce cuaja en el gusto de diversas edades que, indistintamente a las vivencias propias de cada generación, encuentran un lugar común mediante el sentir universal del blues y de las palabras viscerales de José Cruz.
El concierto comenzó con El Gárgaras, perteneciente a su anterior producción, titulada Nueve. Desde un principio Real de Catorce se encontró con un público entregado, adicto a su sonido, que conoce sus rolas, se regocija cantándolas y admira cada instante de su trayectoria. El repertorio de este concierto halló el exacto equilibrio entre lo clásico y lo actual, entre los temas que la gente quiere escuchar -Lila, Azul, El quinqué, Contraley o Mujer sucia- y los que la banda quiere dar a conocer.
Más de dos horas
En esta ocasión se presenció un concierto pensado para ser grabado, en el que el concepto de show encontró otro sentido, y en el que su líder fue consciente de ello durante las dos horas y media que duró el espectáculo. José Cruz cantó, actuó y sorprendió al público con la lectura de poesías de su autoría que preludiaron algunas rolas: "Para hacerte una canción primero debo hacerte el amor/ La materia prima será el perfume que emane del roce de tu sexo y el mío/ del sonido de nuestros ombligos besándose/de un pedazo de tul empapado en sudor".
Alex Colín, otro seguidor y admirador de Real de Catorce, expresó: "Comparado con otros conciertos, hoy los vi muy mesurados. El nuevo bajista me parece bueno, pero no lo vi descoserse en el escenario, como lo hacía Severo Viñas. Lo que me llamó mucho la atención fue el regreso a sus orígenes con la lectura de poemas. Eso Cruz lo hacía allá por los años 86 y 87".
El concierto acabó con Mujer liviana y El anticuario, dejando en el público la sensación de haber disfrutado de un gran espectáculo. El sonido fue adecuado aunque por momentos la voz perdía definición, especialmente cuando Cruz se dirigía al público. En cuanto a los cambios en el sonido, demostraron formar parte del espíritu experimental del grupo, que en esta etapa ha preferido romper con las filigranas bluseras para ceder el protagonismo a la palabra.
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