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México D.F. Martes 15 de julio de 2003

Compay Segundo se fue; queda su sonrisa eterna

Murió el músico cubano; México era para él su segunda patria

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 14 de julio. "Yo sé cómo me voy a morir", dijo una vez Compay Segundo: "La otra noche soñé que había muerto, que estaba entre las nubes, en el cielo, me encontraba de pronto a Miguel Matamoros. Y que él me decía: 'šEh, Francisco! ƑQué haces aquí?' Y que yo le decía: 'No, chico, ya yo estoy contigo, ya yo estoy aquí. Vamos a hacer música'".

Compay había dejado mudos y fríos a sus músicos, que oían el relato, esperando con él un vuelo en París.

Como reclamando la evocación indeseable, alguien dijo:

-šCoño, Compay!

Y todos se echaron a reír.

compay_concierto_lptEsta mañana de lunes quizá Francisco Repilado ya estuviera uniendo su armónico a la voz de Matamoros. Lo que aquí se podía ver, en la funeraria Rivero de La Habana, era el rostro sereno, cobrizo, que estaba en sintonía cromática con la alfombra ensortijada de cabello blanco, el terno café con leche y el amarillo claro de la camisa, todo lejos de competir con el dorado brillante de la corbata, coronada en un triángulo definitivo. Arropado en la bandera cubana, Compay seguía acompañado de su sombrero indispensable, esta vez a la altura de las rodillas.

La atmósfera de la pequeña capilla funeraria mezcla el sosiego con una tenue provocación musical. Detrás del ataúd, bajo un palio azul celeste, un aparato repite Las flores de la vida en versión de la Orquesta Sinfónica de Cuba, primicia que no pudo esperar para otra ocasión. Es parte de un trabajo, todavía en preparación, de piezas escogidas de Compay para orquestación de gran formato. A la izquierda del cuerpo hay una corona con la leyenda: "A Compay Segundo. Comandante en Jefe Fidel Castro".

Pasaban siete minutos de las once de la noche del domingo, dice Salvador, el hijo menor de Repilado, representante del grupo que acompañó Chan chan por decenas de escenarios en el mundo. "Estaba lúcido, hablamos... hablaba de música, estaba muy contento con el trabajo de la orquesta sinfónica. De repente vino el paro cardiaco."

Decenas de personas empiezan a agolparse en el tercer piso de la funeraria que todo el mundo en La Habana conoce sólo por su dirección: Calzada y K. Omara Portuondo, una de las estrellas de Buenavista Social Club, recuerda a Compay como "un hombre que es eternamente joven. Siempre que trabajaba conmigo no sé cómo se las arreglaba, como un hombre que era, para venir y tocarme los glúteos en el escenario. El público estaba allí y yo no podía hacer nada. Será recordado con alegría, con esa sonrisa eterna que tenía, esa picardía de hombre viril. Deja un legado muy fuerte para la cultura cubana. El se queda en el recuerdo, en la música, en las palmas, en la bandera cubana". También está Hugo Garzón, el cantante alto y gordito, cuya figura, tocando las maracas, aparece en casi todas las fotos de las actuaciones recientes de Compay.

"La última vez que hablé con él fue en su casa", recuerda Hugo. "Estábamos ensayando un número: Al ritmo diabólico. El no hablaba de que le faltaran fuerzas. El se imponía, trataba hasta de no reflejar lo que tenía. Sacaba una gran fuerza de voluntad de seguir adelante, de seguir con su música, con su viveza. Aunque se estuviera muriendo, no reflejaba nada. Tocaba y lo hacía con deseos. Aprendí muchas cosas. Aprendí lo que es la música tradicional cubana."

Haskell Armenteros, el segundo clarinetista del grupo de Compay, dice que éste casi nunca hablaba de la muerte. Menos de su propia muerte. Pero una vez dijo que pensaba en los muertos como en mariposas: "Cuando las personas mueren se convierten en mariposas".

"Por eso", dice Armenteros, "si veo una mariposa siempre me voy a acordar de Compay. Pero sobre todo lo vamos a recordar con la música. Esa es la tarea que él nos dejó: muchachos, sigan adelante."

"La última vez que lo vi fue hace tres semanas. Estaba consciente. Me dijo: šContra, clarinete! Estás aquí... Cómo no, le dije, contigo siempre hasta el final. Estaba muy preocupado de lo que estábamos haciendo. Le conté que seguíamos trabajando, ensayando. Esperamos que te restablezcas, le dije. Te queremos ver pronto. No, me dijo, estoy luchando por eso.

"La muerte de Polo Montañez (noviembre del año pasado) fue muy fuerte para él. Casi a los dos días de la muerte de Polo teníamos un concierto con él. Compay quiso mucho a Polo. Lo admiraba porque sabía que era un artista que salió de la nada, como él, del pueblo.

"Quiso mucho a México, hablaba de que era su segunda patria. Decía que México era la puerta para el estrellato. Casi todos los grandes artistas de Cuba donde primero pasaron fue por México. Su primera gira fue en 1938 con Matamoros. También en México fue Compay el que le puso Benny al Benny. Porque Compay ya conocía México y sabía que ahí le dicen bartolos a los burros". Bartolo, Bartolomeo Moré, se cambió el nombre.

"El metió el clarinete al grupo. Yo soy el segundo clarinete y él era segunda voz. Me tocaba la parte más difícil. A veces no salían las cosas como él pensaba y le salía el carácter fuerte. De pronto paraba el ensayo y me decía: yo lo que quiero es esto. Y ahí me daba una lección. Yo le decía: te entiendo, Compay, te entiendo. Ya al terminar me pasaba la mano y me decía: vente, vamos a tomar un trago."


Impresionó su optimismo, su fe en la vida y en la belleza, señaló el ministro de Cultura

Compay fue un hombre íntegro y gran figura de la música cubana

El músico de Siboney unió a su fama su temperamento, su gusto por las mujeres y su afición al tabaco y al ron Fue velado en La Habana y trasladado a Santiago, donde será sepultado

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 14 de julio. Francisco Repilado, Compay Segundo, el trovador cubano que saltó a la fama mundial en la novena década de su vida, fue "una especie de lección de cómo envejecer" y "una muestra de cómo pasar la prueba del éxito sin hacer concesiones en ningún momento", dijo hoy Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba.

Compay murió el domingo por la noche a los 95 años de edad, en su domicilio de La Habana, víctima de un paro cardiaco y en una fase avanzada de una insuficiencia renal vinculada con un desajuste metabólico.

"Me impresionó esa mezcla muy particular de autenticidad, desde el punto de vista artístico, de sentido del optimismo, de fe en la vida, de fe en la belleza", dijo Prieto. "Fue un hombre que mantuvo una especie de frescura muy particular, una especie de lección de cómo envejecer. Uno siente que murió realizado, con una gran obra y con mucho reconocimiento".

El ministro de Cultura dijo que el autor de Chan chan se distinguió por una peculiar forma de relacionarse con su país, con sus raíces. "Creo que esa autenticidad que mantuvo es algo también impresionante: su optimismo, su sentido afirmativo, su fe en la vida -hasta hace poco dicen que quería tener otro hijo-, el humor, ese humor cubano de profunda raíz popular que lo mantuvo siempre activo.

"Los mecanismos del éxito comercial a veces son una maquinaria en que te piden repetir determinadas fórmulas; te obligan sutilmente a repetir determinados estereotipos, determinadas caricaturas. Yo creo que él se mantuvo intacto en su estatura de gran hombre, de gran figura de la música cubana", dijo Prieto.

Siempre preocupado por el trabajo de su grupo

Consciente y optimista, preocupado por el trabajo de su grupo, Compay agonizaba hace días. Su cuerpo fue velado esta mañana en la capital y trasladado por la tarde a Santiago de Cuba, 967 kilómetros al este de aquí, donde sería sepultado.

Nacido en 1907 en Siboney, poblado del oriente profundo cubano, raíz del son tradicional, Repilado ya hacía música a los 12 años.

Muy joven se unió sucesivamente a dos grandes del son cubano, Ñico Saquito y Miguel Matamoros, y a finales de los años 40 formó con Lorenzo Hierrezuelo el dúo Los Compadres. Cuando en los años 80 murió su compañero, Repilado entró en un largo ostracismo, ausente de toda actividad profesional.

El golpe de timón vino en 1997. El guitarrista estadunidense Ry Cooder viajó a Cuba a sacar del retiro a veteranos del son, como Compay, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Juan de Marco y Eliades Ochoa, entre otros, para producir el disco Buenavista Social Club, que dio nombre comercial al conglomerado y lo llevó a la fama internacional, de la mano del premio Grammy del año siguiente.

Quiso llegar a los cien años

Repilado cantó con Charles Aznavour, con Cesaria Evora y ante el Papa Juan Pablo II. Quiso llegar a los cien años y "pedir prórroga". Compay se convirtió en figura emblemática de Buenavista y del boom reciente de la música cubana tradicional.

A la vista de todo el mundo, Repilado unió a su fama su temperamento, su gusto por la vida y las mujeres, su afición al tabaco y al ron y su estampa trazada con una sonrisa, un sombrero Panamá y un puro a medio consumir.

Los muchachos de Compay, el grupo que lo acompañó en el último lustro, se propone mantener el nombre y, sobre todo, el entusiasmo de su líder. Tiene un disco en los primeros trazos, que en las últimas semanas estaba en fase de ensayo, pero quedó ya sin la voz de Repilado.

Parte de los proyectos de la banda es el rescate de temas viejos poco conocidos, como piezas de Compay con Matamoros y de Los Compadres, de Antonio Machín, de Louis Armstrong y otras provenientes del jazz y el blues, géneros de especial afecto para el viejo trovador.

Su hijo Basilio entrará a suplir la segunda voz y el guitarrista Félix Martí tomará el armónico. 

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