México D.F. Lunes 21 de julio de 2003
En México, gordos por necesidad
La obesidad es ya una enfermedad que afecta cada vez más a los pobres
CAROLINA GOMEZ MENA
Se dice que somos lo que comemos, pero no siempre comemos lo que debiéramos, sino lo que se puede; lo que es posible comprar. Esto es, en gran parte, lo que explica por qué la mayoría de los mexicanos está "mal comiendo" y por qué no siempre la obesidad es consecuencia del bienestar económico, sino más bien el "reflejo de la pobreza".
Hay que hacer una distinción entre lo que podría denominarse sobrepeso por vocación, por ganas, por tener disponibilidad económica para comprar los alimentos que se deseen; en otras palabras, por glotonería, y el que resulta de la carencia de recursos: también se es gordito por necesidad, porque se debe optar por las calorías baratas, por los alimentos que caen en la categoría de la famosa vitamina t, tacos, tortas, tamales...
Los pobres son el grupo en el que con más celeridad se observan altos niveles de deterioro nutricional, porque tienen que sustituir la ingesta de caloría de calidad por alimentos energéticos económicos, dicen los especialistas. Un estudio realizado en 1998 reveló que los integrantes de los estratos bajos consumen, en promedio, 22 litros mensuales de refresco.
"Luego nos preguntamos por qué obtenemos los últimos lugares en rendimiento escolar. šBueno!, Ƒy qué esperábamos? Para un buen desarrollo escolar se requiere tener una alimentación balanceada, pero lo que les estamos dando a los niños son básicamente carbohidratos", señaló Felipe Torres Torres, investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Según el experto, coautor del libro La alimentación de los mexicanos en la alborada del tercer milenio, son los pobres a quienes las crisis económicas les pegan en el estómago. Son también los que habrán de pagar la factura en pocas décadas, pues a un país le "sale caro entretener el hambre con alimento chatarra, carbohidratos y grasas",
Antes de 1994 una familia requería poco menos de tres salarios mínimos para adquirir la canasta básica; en 2000 ya se requerían más de cuatro para acceder a ella. Si se toma en cuenta que los analistas calculan que después de la crisis de 1994 unos 60 millones de mexicanos estaban empobrecidos, entonces casi 60 por ciento de la población estaba por debajo del consumo mínimo alimenticio.
En México 40 por ciento de la población carga kilos de más. La más reciente Encuesta Nacional de Nutrición reveló un incremento "considerable en la prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población adulta de México". Entre las mujeres de 12 a 49 años de edad la incidencia es de 52.5 por ciento, pero hay estados, especialmente los del norte, en los que el porcentaje se eleva hasta en 10 por ciento sobre el promedio nacional. Tal es el caso de Sonora, comentó Leopoldo Vega Franco, investigador del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Para este experto en salud pública es preocupante el aumento de la obesidad entre los niños. Mientras en 1988 la prevalencia era de 4.8 por ciento en los menores de 5 años, una década después ya era de 5.3 por ciento, es decir, poco más de 40 mil niños se sumaron a las filas de los excedidos de peso.
Pero la situación es más grave aún entre los de 5 a 11 años. En este grupo 27.5 por ciento presenta sobrepeso u obesidad. "Si los niños padecen obesidad durante los primeros cinco años de vida, 27 por ciento de ellos seguirán con ella durante la edad adulta; si son obesos entre los 6 y 9 años, 43 por ciento va a continuar con este problema, pero si después de la pubertad sigue esta tendencia, 86 por ciento tendrá obesidad en la edad adulta", alertó Pedro Yañez Cardoso, especialista de la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios, durante la conferencia Obesidad en la adolescencia, llevada a cabo en la Dirección General de Servicios Médicos.
Según los expertos durante la última década se ha triplicado en el país el número de niños de 6 a 15 años obesos o con sobrepeso, lo que augura que de no tomarse medidas pronto, proliferarán en México las "apariencias regordetas", así como las enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión, entre otras.
En opinión de Vega Franco, quien hizo hincapié en la paradoja de la coexistencia en México de la desnutrición y la obesidad, urge cambiar los "malos hábitos alimenticios", que en conjunto con la capacidad de compra inciden en el fenómeno.
"Se debe dejar de imitar el american way of life, que nos inclina a consumir hamburguesas, pizzas cargadas de grasa y refrescos", además de poner un alto al sedentarismo y empezar a enseñar a los menores a comer. Recordemos que "los niños comen por imitación", expresó.
No cabe duda que la obesidad es una pandemia. Actualmente, según la Organización Mundial de la Salud, se encuentra entre los 10 primeros lugares como riesgo de salud, y poco más de 300 millones de adultos en el planeta son obesos. Y es que los mínimos calóricos necesarios, según criterios establecidos por la FAO, han sido superados con creces por muchos países. La recomendación es de 2 mil 300 calorías per cápita por jornada, pero en países como Estados Unidos -que encabeza las listas de sobrepeso y obesidad- se consumen en promedio 3 mil 732, en Francia 3 mil 632 y en Canadá 3 mil 92. Aunque México está por debajo del vecino país en casi mil calorías, ello no quita que el "excedente diario es de por lo menos 20 por ciento".
La FAO establece que México destina a la compra de alimentos 33.7 por ciento del gasto total privado. Pero si se hace un análisis por clases sociales, los pobres invierten más en alimentación, en relación con su ingreso, lo cual no significa que se nutran de manera adecuada.
Según Torres, la clase adinerada destina en promedio entre "3 y 5 por ciento de su ingreso a la compra de alimentos".
La clase media, los que perciben entre 4 y 10 salarios mínimos, y representan entre 15 a 20 por ciento de la población, destina aproximadamente 40 por ciento de su ingreso a la alimentación.
La clases media y baja son las que más alimentos chatarra consumen, y en la primera ha proliferado la anorexia y bulimia.
La clase baja "come para lo que le alcanza", representa entre 50 y 60 de la población, y percibe menos de dos salarios, que destina en su mayoría al alimento.
|