Luis Linares Zapata

Los vivos responsos del PRI

La prueba de las urnas para elegir a su futura coordinación en la Cámara de Diputados fue aprobada por los priístas. A pesar de la cargada a la antigua usanza con caros desplegados de prensa firmados por los más obsequiosos, las poco sutiles declaraciones de los cetemistas, henchidas de ánimos para dictar línea, y las de varios gobernadores, algunos de atribuida influencia entre los diputados de sus respectivos lugares y que se decidieron a fungir como respaldo de Gordillo, el proceso electivo tuvo suficientes hechos que afirman su credibilidad. El resultado es preciso: la profesora será una acotada coordinadora de fracción. Tanto sus movimientos, que ella acostumbra rodear con fingido sigilo, despliegue de medios y frivolidades al canto, como las jerarquías, los tonos y contenidos de los temas de la agenda tendrán que ser referidos y contrastados con el abultado paquete de correligionarios que votaron en su contra y en favor del diputado Beltrones. Un grupo similar al conseguido por el PRD.

El proceso para elegir el liderazgo camaral de los priístas no puede, por sus repercusiones, ser soslayado como un fenómeno político que a todos concierne. Salieron victoriosos de la pasada contienda del 6 de julio, muy a pesar del achique que pretenda adjudicárseles al considerar el enorme abstencionismo o al hacer un examen más refinado sobre el perfil de sus efectivos simpatizantes. Conforman, junto con los senadores de ese partido, los gobernadores y demás posiciones menores en toda la república, la mayor fuerza política en estos días de transiciones inacabadas. Y, por tanto, de su accionar, titubeos, pleitos, colaboraciones o posturas dependerá buena parte de la suerte que corra el presente y algo del futuro de los mexicanos.

A la que parecía ser una avasalladora candidatura en solitario de la profesora le saltó una afortunada rivalidad entre las filas priístas. La decisión del entrante diputado, dirigente de la CNOP, Manlio Fabio Beltrones, acusado, sin bases efectivas pero con harto escándalo, de haber jugado un culposo papel en la muerte de Colosio y de tener "nexos" con el narcotráfico, fue un hecho por demás positivo no únicamente para la vida interna de ese partido, sino para la conducción de la actividad parlamentaria del país. Su decisión coincidió con los sentires y hasta con los paradigmas que hoy en día arropa la sociedad. Ella solicita procesos electivos abiertos a la competencia, ante urnas transparentes y mediante individual voto secreto. Con todo y el condicionamiento que pueda atribuirse a la subcultura reinante en ese partido y a la irredenta manipulación que se intente con recursos y presiones de toda índole (que por otro lado son prácticas compartidas entre los que luchan por el poder y no sólo entre los priístas), se tiene que reconocer el gesto de independencia expresado por esos 92 diputados electos que sufragaron por Beltrones. Con el tiempo en contra, el sonorense pudo, sin embargo, armar una oposición que delineó posturas interesantes que califican, para bien, la dignidad que les corresponde y el trato que merecen los diputados, así como para avanzar en la organicidad de su partido, que sale fortalecido del proceso. Apeló a la capacidad de sus compañeros para determinar en la soledad de las urnas su propio pensamiento y conducta de cara al intento de deslizarles influencias ilegítimas por parte de aquellos que pretenden erigirse en dictadores de actitudes y pareceres.

Manlio Fabio se lanzó a la contienda pertrechado con una plataforma que bien puede ser apoyada por cualquier partido que se precie de moderno. Sus pronunciamientos contrastaron con las revelaciones de Gordillo, quien quiso imponer la arrugada validez de los acuerdos cupulares mediante los cuales llegó a encaramarse en la secretaría general de su partido, sin tomar en cuenta la voluntad de sus pares en la Cámara. Recurrió a la autoridad de los gobernadores y, sobre todo, al músculo financiero y negociador que el SNTE (ese flagelado gremio que tantos caciques ha sufrido al cobijo de eufemismos como el de guía vitalicio ostentado por Carlos Jonguitud o el de liderazgo moral que le atribuyen a la manipulación de la dirigencia formal que a trasmano y sin escrúpulos ejerce la profesora para prolongar su autoritario mando) puso a su disposición para reforzar sus pretensiones de ser, al fin, pastora de una tumultuosa fracción.

Gordillo pasa, al menos por ahora y mientras su ambición no la desbarranque, a ser uno de los tres o cuatro políticos más relevantes de la actualidad nacional. En sus manos y, hasta lo ahora demostrado, limitada capacidad para tan diversas y delicadas tareas, estarán depositadas las oportunidades de concretar los muchos pendientes que exige la gobernabilidad de la República. Pero no podrá prescindir de la presencia incómoda, para sus ires y venires sin concierto y plagados de ríspidos desplantes, de la facción liderada por Beltrones con mayor tino, sensibilidad y conceptos.

Lo sucedido en la disputa aquí comentada no es sino una escenificación adicional de la lucha que se desató en el PRI desde que Paredes y Madrazo contendieron por la presidencia del partido. Lucha que pasará por la determinación precisa de las reglas para solventar las sucesiones en los gobiernos estatales que se avecinan (2004) pero, sobre todo, para escoger a su candidato a la Presidencia.