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México D.F. Jueves 24 de julio de 2003

Chiapas, la treceava estela: un caracol

Los zapatistas ni se rinden ni claudican: Marcos

Madrugada en las montañas del sureste mexicano

Despacio, con un lento pero constante movimiento, la luna deja que la oscura sábana de la noche le resbale por el cuerpo y muestra al fin la lúbrica desnudez de su luz. Se tiende entonces a lo largo del cielo con el deseo de mirar y ser mirada, es decir, de tocar y ser tocada. Si algo hace la luz es remarcar su opuesto, así que, abajo, una sombra ofrece a la nube una mano mientras murmura:

"Ven conmigo, mira con tu corazón lo que mis ojos te muestran, camina en mis pasos y sueña en mis brazos. Allá arriba las estrellas hacen un caracol con la luna como origen y destino. Mira y escucha. Es ésta una tierra digna y rebelde. Los hombres y mujeres que la viven son como muchos hombres y mujeres del mundo. Caminemos entonces para mirarlos y escucharlos ahora, cuando el tiempo titubea entre la noche y el día, cuando la madrugada es reina y señora en estos suelos.

Cuidado con ese charco y el lodo. Mejor sigue la huella pequeña que, como en muchas otras cosas, es la más sabedora. ƑEscuchas esas risas? Son de una pareja que a esta hora repite el antiguo rito del amor. El murmura algo y ella ríe, ríe como si cantara. Luego silencio, luego suspiros y gemidos apagados. O tal vez fue al revés, primero los suspiros y gemidos, después los murmullos y las risas. Pero sigamos adelante, porque el amor no requiere de más testigos que las miradas trocadas en piel y siendo luz de sol sin importar la hora, también desnuda a las sombras.

Ven. Sentémonos un rato y déjame contarte. Estamos en tierras rebeldes. Aquí viven y luchan ésos que se llaman "zapatistas". Y muy otros son estos zapatistas... y a más de uno desesperan. En lugar de tejer su historia con ejecuciones, muerte y destrucción, se empeñan en vivir. Y las vanguardias del mundo se mesan los cabellos, porque en el "vencer o morir" estos zapatistas ni vencen ni se mueren, pero tampoco se rinden y aborrecen el martirio tanto como la claudicación. Muy otros, es cierto. Y luego ese que se dice que es su líder, el tal Sup Marcos, cuya imagen pública se acerca más a la de Cantinflas y Pedro Infante, que a la de Emiliano Zapata y el Che Guevara. Y es inútil decir que así nadie los toma en serio, porque los primeros en burlarse de su ser muy otros son ellos mismos.

Son indígenas rebeldes. Rompen así con el esquema tradicional que, primero de Europa y después de todos aquellos que visten el color del dinero, les fue impuesto para mirar y ser mirados.

Así que no les acomodan ni la imagen "diabólica" de los sacrificadores de humanos para malcontentar a los dioses, ni la del indígena menesteroso con la mano tendida esperando la limosna o la caridad de quien todo tiene, ni la del buen salvaje que es pervertido por la modernidad, ni la del infante que divierte a los mayores con sus balbuceos, ni la del sumiso peón de todas las haciendas que hieren la historia de México, ni la del hábil artesano cuyo producto adornará las paredes de quien lo desprecia, ni la del ignorante que no debe opinar sobre lo que está más allá del reducido horizonte de su geografía, ni la del temeroso de dioses celestiales o terrenos.

Porque has de saber, azul reposo, que estos indígenas enojan hasta a quienes simpatizan con su causa. Y es que no obedecen. Cuando se espera que hablen, callan. Cuando se espera su silencio, hablan. Cuando se espera que dirijan, se ponen atrás. Cuando se espera que sigan atrás, agarran para otro lado. Cuando se espera que sólo hablen de ellos, se arrazapatistas_reten_cnfncan hablando de otras cosas. Cuando se espera que se conformen con su geografía, caminan el mundo y sus luchas.

O sea que no tienen contento a nadie. Y parece no importarles mucho. Lo que sí les importa es tener contento a su corazón, así que siguen los caminos que él les marca. Así parece que están haciendo ahora. En todas partes hay gente en los caminos. Van y vienen apenas cruzando los saludos de rigor. Pasan largas horas en reuniones o asambleas o lo que sea. Entran con el rostro ceñudo y salen sonriendo con complicidad.

Mmh...

Como quiera que sea, es seguro que lo que vayan a hacer o a decir no les va a gustar a muchos. Además, como dice el Sup, la especialidad de los zapatistas es crear problemas y ya luego a ver quién los resuelve. Así que de esas reuniones no cabe esperar más que problemas...

Tal vez podríamos adivinar de qué se trata si miramos con atención. Los zapatistas son muy otros, no sé si ya te lo dije, así que imaginan cosas antes de que esas cosas estén y piensan que, nombrándolas, esas cosas empiezan a tener vida, a caminar... y sí, a dar problemas. Así que seguro ya imaginaron algo y van a empezar a hacer como si ese algo ya existiera y nadie va a entender nada hasta que pase un tiempo porque, en efecto, ya nombradas, las cosas empiezan a tener cuerpo, vida, mañana.

Entonces podríamos buscar alguna pista... No, no sé dónde buscar... Creo que su modo es mirar con los oídos y escuchar con la mirada. Sí, ya sé que suena complicado, pero ahora no se me ocurre otra cosa. Ven, sigamos caminando...

Mira, allá el arroyo se hace un remolino y en su centro la luna titula su danza deforme. Un remolino... o un caracol.

Dicen aquí que los más antiguos dicen que otros más anteriores dijeron que los más primeros de estas tierras tenían aprecio por la figura del caracol. Dicen que dicen que decían que el caracol representa el entrarse al corazón, que así le decían los más primeros al conocimiento. Y dicen que dicen que decían que el caracol también representa el salir del corazón para andar el mundo, que así llamaron los primeros a la vida. Y no sólo, dicen que dicen que decían que con el caracol se llamaba al colectivo para que la palabra fuera de uno a otro y naciera el acuerdo. Y también dicen que dicen que decían que el caracol era ayuda para que el oído escuchara incluso la palabra más lejana. Eso dicen que dicen que decían. Yo no sé. Yo camino contigo de la mano y te muestro lo que ve mi oído y escucha mi mirada. Y veo y escucho un caracol, el pu'y, como le dicen en lengua acá.

Sssh. Silencio. La madrugada ya deja su paso al día. Sí, ya sé que aún está oscuro, pero mira cómo las champas se van iluminando de a poco con la lumbre en los fogones. Como ahora somos sombras en la sombra, nadie nos ve, pero si nos vieran seguro nos convidarían un cafecito que, con este frío, se agradece. Como se agradece el roce de tu mano en mi mano.

Mira, la luna ya se desliza a occidente, ocultando su embarazo de luz tras la montaña. Es hora de marcharse, de cobijar el paso en la sombra de la cueva, ahí donde se alivian el deseo y el cansancio con otro cansancio más amable. Ven, ahí, con piel y palabras te susurraré. "šY, ay, cómo quisiera ser/ una alegría entre todas/ una sola, la alegría con que te alegrarás tú!/ Un amor, un amor solo:/ el amor del que tú te enamorases. Pero no soy más que lo que soy"/ (Pedro Salinas. La voz a ti debida). Ahí ya no miraremos, pero, en la duermevela del deseo anclado en buen puerto, podremos escuchar la actividad que en estos días agita a estos zapatistas que se empeñan en subvertir hasta el tiempo y levantan de nuevo, como si una bandera fuera, otro calendario... el de la resistencia."

Se van sombra y luz. No se han fijado en que una champa ha mantenido su tenue iluminación toda la noche. Ahora, adentro, un grupo de hombres y mujeres comparten el café y el silencio, como antes compartieron la palabra.

Durante varias horas estos seres de corazón moreno han trazado, con sus ideas, un gran caracol. Partiendo de lo internacional, su mirada y su pensamiento ha ido adentrándose, pasando sucesivamente por lo nacional, lo regional y lo local, hasta llegar a lo que ellos llaman "El Votán, el guardián y corazón del pueblo", los pueblos zapatistas. Así, desde la curva más externa del caracol se piensan palabras como "globalización", "guerra de dominación", "resistencia", "economía", "ciudad", "campo", "situación política", y otras que el borrador va eliminando después de la pregunta de rigor: "Ƒestá claro o hay pregunta?". Al final del camino de fuera hacia dentro, en el centro del caracol sólo quedan unas siglas: "EZLN". Después hay propuestas y se dibujan, en el pensamiento y en el corazón, ventanas y puertas que sólo ellos ven (entre otras cosas, porque aún no existen). La palabra dispar y dispersa empieza a hacer camino común y colectivo. Alguien pregunta "ƑHay acuerdo?" "Hay", responde afirmando la voz ya colectiva. De nuevo se traza el caracol, pero ahora en camino inverso, de dentro hacia fuera. El borrador sigue también el camino inverso hasta que sólo queda, llenando el viejo pizarrón, una frase que para muchos es delirio, pero para estos hombres y mujeres es una razón de lucha "un mundo donde quepan muchos mundos". Más despuecito, una decisión se toma.

Ahora es el silencio y la espera. Una sombra sale a la lluvia nocturna. Un chispazo de luz apenas le ilumina la mirada. De nuevo en la oscuridad asciende el humo de sus labios. Con las manos tras la espalda empieza un ir y venir sin destino. Hace unos minutos, allá adentro, una muerte se ha decidido...

Desde las montañas del sureste mexicano.

Subcomandante insurgente Marcos.

México, julio de 2003.

(Continuará...)

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