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México D.F. Domingo 10 de agosto de 2003
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
¿Golpe de Estado en la Casa Blanca?
Choque de intereses por el reparto del botín
iraquí
Insulso artículo de Condoleezza Rice
EXISTE UNA LECTURA diametralmente opuesta de la
muy sagaz Maureen Dowd -columnista estrella de The New York Times
(6 de agosto)- a la que formuló Bajo la Lupa (6 de agosto) sobre
el presunto "beso del diablo" del general Colin Powell a Baby Bush,
por medio de la filtración de su renuncia anticipada al concluir
el cuatrienio de la actual administración enfrascada en una guerra
civil interna. Sin tapujos, Maureen afirma que los "neoconservadores dieron
un golpe de Estado en la Secretaría de Estado". Con su sarcasmo
inigualable comenta que los "neoconservadores" (los "straussianos" para
los amables lectores de Bajo la Lupa) se movieron para llevar adelante
su "guerra preventiva" en el "abismo brumoso" donde buscan un "cambio de
régimen" para instalar a uno de los suyos. ¿Quién
mejor que Paul Dundes Wolfowitz, el polémico subsecretario del Pentágono
y verdadero diseñador de la "guerra preventiva imperial" en medio
de la "guerra permanente"?
UN DIA DESPUES de la filtración de The
Washington Post (4 de agosto) sobre la renuncia anticipada de la dupla
Powell-Armitage, Baby Bush los recibió, con su esposa Laura,
a una cena en su rancho de Crawford, Texas. La filtración tenía
algo de perversa porque aseveraba que Powell tiraba la toalla por presiones
de su esposa Alma, también invitada a la cena. The Daily Telegraph
(5 de agosto) -hermanado a The Jerusalem Post, de los cuales es
director el israelí-estadunidense Richard Perle, íntimo de
Wolfowitz- recuerda que Powell no participó en la carrera presidencial
de 2000 por presiones de su esposa Alma, quien lo amenazó con abandonarlo.
(Ya empezaron a meterse con las esposas; que no se quejen mañana
Wolfowitz y Perle.) Los dos grupos antagónicos que luchan por el
alma de la política exterior de Estados Unidos (Powell-Armitage
vs. Wolfowitz-Perle-Cheney-Rumsfeld, en ese orden, en nuestra apreciación
del poder) se quitaron los guantes de seda y se están dando con
todo, y Baby Bush parece haber permanecido "neutral", para no decir
catatónico, dándole a cada uno por su lado, a riesgo de si
no desgarrarse, por lo menos llevar su presidencia a un impasse
sin rumbo que ha desconcertado a tirios, sirios y troyanos. Dos días
después de la cena a la pareja Powell, sumada de Armitage, Baby
Bush recibió al vicepresidente Dick Cheney, quien se quedó
un día más para esperar la visita del septuagenario Donald
Rumsfeld, secretario del Pentágono.
DE
POR SI el equipo Bush tiene en su seno el germen de su propia descomposición:
dos civiles, Wolfowitz y Rumsfeld -quienes en su vida han usado una pistola
ni de agua siquiera- al mando de los militares, frente a un general hecho
y derecho a cargo de la diplomacia, quien se ha consagrado a arreglar,
cada día con menor margen de maniobra y éxito, el caos de
la aplicación de la "guerra preventiva imperial". En medio de la
desconexión entre la expansión militar y la diplomacia, ¿no
estarán chocando por el reparto del botín iraquí los
intereses corporativos de la dupla Halliburton-Bechtel con el Grupo Carlyle?
La esquizofrenia en el equipo Bush, en medio del naufragio del Titanic
de la globalización financiera, parece haber alcanzado a la
misma familia Bush: Daddy Bush pertenece consustancialmente al Grupo
Carlyle, mientras el hermano del actual presidente, John Ellis (alias Jeb),
se encuentra conectado a la "santa alianza" de los straussianos con el
partido Likud. A los otros hermanos, Neil, Jonathan y Marvin, los tienen
escondidos en el clóset, por sus presuntas fechorías. Ni
a quién irle. Sin desear ofender a sus ingenuos seguidores en el
Tercer Mundo, quienes se comen todos los cuentos chinos que les cuenten
(¡el de la "tercera vía", el summun del sadomasoquismo
"ofertista-fiscal" del mitómano Tony Blair, no tiene nombre!), Powell
tampoco es una perita en dulce, pero, sin duda, en el trato y en sus alcances
conceptuales es menos tóxico que los straussianos, quienes salieron
a tragarse al mundo por la vía militar para intentar impedir -en
forma ilusa, a nuestro juicio- la quiebra financiero-económica de
Estados Unidos y su decadencia ineluctable. A menos que se trate también
de una ruptura generacional preocupante, Michael Powell (hijo de Colin
Powell), presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC,
por sus siglas en inglés), se encuentra con un pie en la puerta
de salida después de haber promovido la ominosa desregulación
de los omnipotentes multimedia de Estados Unidos que hubiera beneficiado
en especial a la superbélica Fox News y que, por fortuna, fue frenada
por el Congreso (The Salt Lake Tribune, 5 de agosto).
MAUREEN ASEGURA QUE Baby Bush "no siempre
está al tanto de los esquemas grandiosos de los neoconservadores
(...) quienes cuando desean realizar las cosas, las hacen, sin importar
lo que el Sr. (nota: así viene) Bush piense". De ser así,
entonces, no es solamente un "golpe de Estado en la Secretaría de
Estado"; es más grave: ¡se trataría de un verdadero
golpe de Estado, pero en la Casa Blanca misma! Bajo la Lupa nunca hubiera
osado ir tan lejos en su interpretación. Después de aseverar
que Alma, la expuesta esposa del general de a de veras, estaba furiosa
de que la hubieran embarrado, Maureen cita a un confidente de Powell, quien
declaró que "se trataba de una venganza de los neoconservadores,
por sus dos malos meses en Irak, donde se cayeron". Conste que no dijo
que se tropezaron, sino que "se cayeron". La cena del probable desagravio
se llevó a cabo el día del aniversario del lanzamiento de
la bomba atómica sobre la población civil de Hiroshima, y
al día inmediato, la amazona y aliada de los straussianos, Condi
Rice, la asesora de Seguridad Nacional, quien también asistió
a la histórica cena de Crawford y a quien alcanzó la radiactividad
de las mentiras de las inventadas "armas de destrucción masiva"
de Saddam, publicó un insulso artículo "Transformando el
Medio Oriente" en The Washington Post (7 de agosto). ¡Pero
claro que hasta ahora lo han "transformado", para lo peor! Maureen detecta
las "huellas de los neoconservadores" y su "golpe preventivo" en ocho frentes:
1. "La demonización" por medio del artículo de Newton Leroy
Gingrich, uno de los políticos contemporáneos más
tóxicos de Estados Unidos, quien ideó la "revolución
conservadora" y quien en Foreign Policy (julio de 2003) reclamó
la reforma de "arriba abajo", además de un "choque cultural", en
la Secretaría de Estado; 2. "Hacer más sexy la filtración
de inteligencia": tanto Powell como Armitage desecharon la filtración
sobre su renuncia anticipada como "absurda"; 3. Echarle la culpa a Alma,
cuando es bien sabido que la dupla Powell-Armitage no repetiría;
4. Obligar a un "cambio de régimen"; 5. Preparar a Gingrich como
secretario de Estado, lo cual equivale, a decir de un alto funcionario
de la Secretaría de Estado, a "un infierno"; 6. "Hacer lo que le
convenga a Ariel Sharon": según sus partidarios, "la amenaza de
cortar los préstamos a Israel -nota: por la erección del
muro- vino de la Secretaría de Estado, no de la Casa Blanca"; 7.
"Ignorar la verdadera amenaza": los neoconservadores "preocupan al país
con Irak y un golpe de Estado en la Secretaría de Estado, mientras
Al Qaeda pudo haber demolido el hotel Marriott en Indonesia y conspira
otros ataques aquí", y 8. "Cambiar el tema: próxima parada,
Norcorea".
NO ES IMPORTANTE coincidir con Maureen. Lo relevante
radica en los puntos ultrasensibles que toca y en el concepto mismo del
"golpe de Estado" que el ensayista Gore Vidal da a entender que sucedió
en la Casa Blanca el 11 de septiembre cuando el Pentágono ocultó
a Baby Bush en las montañas de Nebraska, mientras Cheney
daba instrucciones desde un búnker en Washington y quien, a su decir,
desde ese entonces preside de facto la "junta" que se hubo apoderado
del destino de Estados Unidos. ¿Será? Son cosas muy delicadas,
proferidas por Vidal y Maureen, dos genios de la pluma, pero tampoco se
puede soslayar que en medio del cataclismo (no nos referimos a la debacle
de los bonos del Tesoro ni al multiestallido de las burbujas financieras,
sino a la renuncia anticipada de Powell) haya reaparecido en forma por
demás extraña, el mismo día de la cena histórica
de Crawford -en medio de rumores ensordecedores en Washington que no viene
al caso expresar-, el suspirante presidencial Al Gore (justamente familiar
de Gore Vidal), no solamente para arremeter sin clemencia contra toda la
política de Baby Bush (ambiental, financiera, económica,
militar, social, etcétera), sino, más que nada, para enfatizar
que no sería candidato presidencial para el año entrante,
cuando ya lo ha externado hasta el cansancio. What is going on?
No es normal; pero nada de lo que pasa este verano ardiente es normal en
Washington ni en Crawford, donde el editorial del periódico de la
localidad, The Waco Tribune Herald (30 de julio), recibió
a su huésped supremo, Baby Bush, con la solicitud de la renuncia
de Cheney. De ese tamaño andan las cosas por Crawford. Un editorial
del St. Petersburg Times (6 de agosto), de Florida, asevera que
"la historia de la renuncia" del popular Powell representa una "señal"
para que Baby Bush se desembarace de los impopulares "miembros halcones
de la administración, como el vicepresidente Dick Cheney y el secretario
del Pentágono Rumsfeld". Se trata de una lectura más acorde
con la tesis del "beso del diablo" de Bajo la Lupa, y aquí no hay
que casarse con las ideas cuando el editorial refiere -después de
acreditar que la única figura que le brinda credibilidad doméstica
e internacional a Baby Bush es Powell (Wolfowitz es un aburrido
burócrata de salón que jamás sería presidente
municipal de ningún lado)- que "todo Washington sigue especulando
si la filtración vino de los aliados o los enemigos de Powell. Bush
seguramente desea que se quede Powell por un rato, así sólo
fuese para prestarle prestigio a su campaña de relección".
Este es un muy buen punto que Maureen no abordó, quizá por
ser obviamente antistraussiana: sin Powell, y sólo con Wolfowitz
y su séquito de antipáticos (dicho sea mercadológicamente),
Baby Bush puede perder, al menos que ya tengan planeado a su sustituto
en la persona del superhalcón Schwarzenegger, quien se seguiría
derechito a la Casa Blanca, como da a entender el periódico británico
The Guardian (7 de agosto), si llegase a ganar la gubernatura de
California en el famoso recall, el carnaval del "referendo revocatorio".
Así las cosas, existen dos lecturas diametralmente opuestas sobre
la "renuncia anticipada", lo cual es muy sano para elucidar los enigmas
de la lucha sin cuartel que libran dos grupos antagónicos para controlar
el poder de la Casa Blanca, donde queda exageradamente prístino
que Baby Bush reina pero no gobierna. ¿Quien es el verdadero
ventrílocuo de Baby Bush? ¿Tendrá dos ventrílocuos
diferentes, uno matutino y otro vespertino? ¿Quién triunfará
en la lucha entre los dos ventrílocuos enemigos a muerte? Those
are the real questions! Pero más que en Crawford o en Washington,
como un signo inequívoco adicional de la decadencia, la verdadera
batalla del milenio por el alma estadunidense se decidirá en California:
donde un mexicano de origen, el vicegobernador Cruz Bustamente, puede enderezar
153 años después el barco de Estados Unidos, que se precipita
a la deriva.
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