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México D.F. Domingo 10 de agosto de 2003
Tarea de un nuevo pontífice, la concreción
de las iglesias autóctonas: Samuel Ruiz
La teología de la liberación está
"vivita" y coleando, pese a sus proclamadas muertes
Se inicia en Brasil la Conferencia sobre el cristianismo
en América Latina y el Caribe
CARLOS FAZIO ENVIADO
Sao Paulo. Ante una multitud salpicada por todos
los colores y edades, en su mayoría proveniente de las tres Américas,
monseñor Samuel Ruiz dijo a propósito del hambre como catástrofe
que sigue asolando al hemisferio: "El reto no son sólo acciones,
sino cambiar el modelo de sociedad capitalista. Para superar el hambre
hay que cambiar el sistema".
Veterano de las batallas de los obispos católicos
en Medellín, en 1968, el ex obispo de San Cristóbal de las
Casas, Chiapas, fue uno de los oradores de la jornada inaugural de la Conferencia
sobre el cristianismo en América Latina y el Caribe, que tiene lugar
estos días en la gran urbe paulista. Durante su intervención
planteó sin ambages que hoy en América, como en otras partes
del mundo, "se perfila un modelo de sociedad en la que dominan los poderosos,
que margina e incluso elimina a los más débiles".
La Iglesia católica, dijo, "debe ser defensora
y promotora de la vida", y esa "cultura de la vida" asume "la opción
preferencial por el pobre; opone la globalización de la solidaridad
a la globalización del mercado; se hace voz de los que no tienen
voz; denuncia toda violencia y discriminación racial; camina del
lado de los 'condenados de la tierra' y los desplazados, y es constructora
de la paz en la búsqueda de la justicia y la liberación".
Impulsor
en su ex diócesis de San Cristóbal de una Iglesia de "rostro
indígena" y una teología autóctona hostigada por la
ortodoxia vaticana, Samuel Ruiz reivindicó las enseñanzas
del Vaticano II sobre las "semillas de la palabra", incrustadas en las
iglesias particulares; una inculturación, dijo (en el sentido de
encarnación en las culturas existentes y con una jerarquía
propia), resistida todavía hoy "por estructuras y modelos de iglesias
heredados de siglos pasados". Ante las voces que claman por un nuevo concilio
ecuménico, aunque concedió que "no sería inútil",
reafirmó la vigencia del Vaticano II y dijo que la concreción
de las iglesias autóctonas es un proceso en marcha, "que no será
tarea de un nuevo concilio, sino de un nuevo pontificado llevarla a feliz
término".
La conferencia reúne a teólogos y científicos
de la religión y las ciencias sociales, y está presidida
por el obispo emérito local, monseñor Paulo Evaristo Arns,
clérigo que supo alzar su voz contra los gorilas golpistas
brasileños, que en 1964 inauguraron la larga noche de las dictaduras
castrenses en todo el subcontinente, con su doctrina de seguridad nacional,
sus guerras sucias y el terrorismo de Estado de cuño estadunidense.
La reunión tiene como objetivo hacer un diagnóstico
de la realidad latinoamericana y sus desafíos más urgentes.
Pero se trata, en esencia, de hacer un balance crítico de "la caminada
de la teología de la liberación", producida por un grupo
de latinoamericanos que, a comienzos de los años 60, supieron sacudirse
el corsé de una teología tradicional y eurocentrista que
encubría la dominación de un sistema que genera marginación,
pobreza y excluidos. Varios de sus creadores, entre ellos el peruano Gustavo
Gutiérrez, Jon Sobrino, Pablo Richards y Tomás Balduino,
y otros que llegaron después, como monseñor Pedro Casaldáliga
y Fray Betto, así como las teólogas Elsa Tamez y Vilma Moreira,
participan aquí en las discusiones.
Algunas palabras y frases clave entrecruzan los análisis,
entre ellas "compañero" y "otro mundo es posible", como puentes
entre dos épocas y visiones de un mismo proceso que todavía
no concluye. Pero el peso mayor lo tienen otras que siguen marcando los
signos de los tiempos hemisféricos: "pobre", "excluido", "hambre",
"miseria". Junto a ellas se subraya la crisis de "la política" y
"los políticos", la corrupción, la irresponsabilidad de los
gobernantes y los olvidos programados de sus compromisos de campaña.
Y no faltan, claro, las alusiones al "imperio" o al "imperialismo y sus
aliados", al santuario del capital financiero en Davos, Suiza, y al fanatismo
religioso de Bush con su visión maniquea de la realidad (buenos/malos,
amigo/enemigo), como pantalla para encubrir guerras de conquista por intereses
petroleros, control territorial para el saqueo de recursos y la explotación
de mano de obra barata vía el Plan Puebla-Panamá, el Plan
Colombia y el Area de Libre Comercio de las Américas, y mercados
para las multinacionales del norte.
Como tampoco está ausente la referencia a las "varias
muertes" de la teología de la liberación, duramente condenada
durante el largo pontificado de Juan Pablo II, cuando en el contexto de
un fortalecimiento del conservadurismo y la jerarcología de la curia
romana, el prefecto de la fe, el cardenal Ratzinger, la demonizó
y le colgó los sambenitos de "peligrosa", "reduccionista", "horizontalista"
y "desviada", y terminó sentando en el banquillo de los acusados
de la ex Santa Inquisición a Leonardo Boff. Pero que todos insisten
aquí, y vaya que hay que "dar fe" de ello, que a 45 años
de Medellín... está vivita y coleando.
En todo caso, como dice la brasileña Vilma Moreira,
"la caminada valió la pena. Y la utopía de ayer se va haciendo
más y más utopía hoy. ¡La esperanza ha vencido
el miedo!"
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