AHUIL

Los niños nahuas de la Sierra Norte de Puebla recogen esta temporada las grandes bellotas de los encinos que prosperan en sus tierras y las utilizan para elaborar un juguete mecánico llamado ahuil. Lo manufacturan con dos bellotas y un eje hecho con una pequeña raja de otate o de madera. A una de las bellotas la perforan verticalmente y le insertan el eje de otate. La otra bellota, que se habrá vaciado de la semilla interior, se perfora simétricamente por ambos lados; en posición horizontal, servirá para sostener al eje. Luego se hace un orificio en la base de la bellota, por el que se pasa un cordoncillo delgado que se anuda al eje por un extremo, y por el otro a una pequeña sección de raja de otate. Después se enrolla el hilo en el tramo del eje que se encuentra en la bellota horizontal. El juguete ha quedado listo.

Cómo se juega

La inercia es principio para accionar el ahuil. Con una mano se sostiene la bellota inferior, con la otra se jala el hilo, lo que hace que la bellota superior gire velozmente conforme se desenrolle el hilo, que tendrá una longitud de unos 47 centímetros. La bellota superior continuará girando y tenderá a enrollar el cordoncillo sobre el eje. Se requiere de ritmo para recorrer la mano que sujeta al hilo, hasta que haya sido enrollado sobre el eje en casi su totalidad. Entonces se procede a jalarlo de nuevo para imprimir velocidad a la bellota, que dará vuelta en sentido contrario. Con habilidad se puede mantener al juguete en acción por mucho tiempo.

Raíces nahuas

Palabras en náhuatl en relación con el ahuil

Mahuiltia: acción de jugar con este juguete

Bellota: ahuatet

Carrizo: tachichiuhque

Cómo es

El ahuil es un juguete de larga tradición. Los informantes dicen que sus "abuelos recordaban que sus abuelos platicaban haber hecho ahuil para jugar", otros hablan de su origen en "tiempo muy antiguo". Está construido con material natural, no tiene color. Aunque los más antiguos se elaboraban con bellotas, en la actualidad suele utilizarse el carrizo.

Este juguete, además de las destrezas para manufacturarlo, contribuye en su operación y juegos a desarrollar el sistema sicomotriz y la observación de la naturaleza.

Los niños tienen una gran capacidad para transformar en su imaginación un objeto cualquiera; por ejemplo, convierten fácilmente un bolígrafo o un lápiz en un avión, y son capaces de establecer convenciones entre varios niños. Así, imaginan entre todos una cocina, un taller o un vehículo. El juego ayuda al desarrollo de la imaginación, capacita al niño para formar grupos y conocer a otros, así como a establecer reglas y cumplirlas.

A mediados del siglo pasado, Francisco Javier Hernández realizó estudios pioneros sobre el juguete popular mexicano y publicó un libro, El juguete popular en Méxcio, como parte de la Enciclopedia Mexicana del Arte. Este número de Tradición y Cultura está dedicado al distinguido investigador.

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Nota: En el número 73 de esta página, los informantes fueron el señor Candelario Cempoalteca Tecosahuatzin y sus hijas. Por un error no atribuible al autor, no apareció el nombre correcto.
 
 

 
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