México D.F. Miércoles 27 de agosto de 2003
Alejandro Nadal
Del voto útil a la Presidencia redundante
ƑPara qué sirve el Informe de gobierno? Idealmente debería responder a las interrogantes fundamentales que definen la agenda nacional. Desgraciadamente el tercer Informe de gobierno de Vicente Fox no alcanzará ese objetivo.
Sistemáticamente el Presidente echa la culpa del estancamiento de la economía mexicana a la recesión en Estados Unidos. En este plano Fox descansa en la visión del gabinete económico y del gobernador del Banco de México: frente al mal desempeño de la economía estadunidense no se puede instrumentar una política macroeconómica anticíclica.
Pero este año no pinta bien. Durante el primer semestre se mantuvo el derrumbe de la industria manufacturera, cayendo 3.4 por ciento en junio. Alarmantemente, la caída fue espectacular en las ramas que debieran ser las más dinámicas. El sector agropecuario, del que presume regularmente el Presidente, apenas creció 2.5 por ciento. Por supuesto, lo que sí se expande rápidamente es el empleo en condiciones precarias.
En síntesis, este año se espera un crecimiento de entre uno y 2 por ciento. Y por eso, el crecimiento promedio del PIB para los primeros tres años del gobierno de Fox será de entre 0.5 y 0.9 por ciento. Para México, eso no es una recesión: es una catástrofe.
Ante ese panorama Fox preferirá hablar de los buenos resultados en el plano macroeconómico: sobre todo, la baja inflación y la reducción en la tasa de interés. Pero la inflación es baja porque la actividad económica está paralizada. El nulo crecimiento del PIB es el instrumento del régimen para contener la inflación.
La inflación también se controla por la "fortaleza" del peso. Pero esa fortaleza es artificial y en buena medida se debe a la venta de dólares que aplicó recientemente el banco central. La entrada de capitales nuevamente deja sentir sus efectos perversos en este plano, y todo puede cambiar si el flujo de capitales se revierte.
Es cierto que la tasa nominal de interés ha caído; eso se debe a la baja inflación y a que hubo cierto margen por la reducción en la tasa líder en Estados Unidos, que hoy es de uno por ciento. Ese margen de acción puede desaparecer si sigue aumentando la tasa sobre los bonos del tesoro.
Pero lo que cuenta es la tasa real de interés y en México esa sigue siendo muy alta: la tasa de Cetes a 28 días es de 4.5 por ciento y la inflación mensual es de aproximadamente 0.4 por ciento. Una tasa real de 4.5 por ciento es muy alta todavía.
Por lo demás, el margen de intermediación sigue siendo exagerado. La tasa que se paga a los ahorradores es cero o negativa. En cambio, la que cobran los bancos a sus clientes sigue siendo altísima. Para un grupo corporativo triple A esa tasa probablemente alcance 10-11 por ciento; para una empresa mediana esa tasa es mucho mayor. Sobre las tarjetas de crédito la tasa rebasa 32 por ciento. Es claro que con ese nivel de réditos no puede haber demanda de crédito.
El informe de Gobierno puede dirigirse al tema de la pobreza, presumiendo resultados de trabajos espurios y metodologías objetables. Pedirá fe en el milagro de la reducción de la pobreza en medio del estancamiento. Pero no disertará sobre el déficit de empleos, agravado por el ingreso cada año al mercado laboral de un millón 300 mil jóvenes y la pérdida de más de 800 mil empleos en estos tres años.
Cuando la economía mexicana creció a 6.9 por ciento al final del sexenio pasado sólo se crearon 800 mil empleos. Eso quiere decir que se necesitan tasas de crecimiento de 10 por ciento para evitar que la nueva fuerza de trabajo se vaya al sector informal, la calle o la delincuencia. ƑCreerá Fox que el modelo neoliberal permitirá alcanzar esas tasas de crecimiento?
Sobre las finanzas públicas, hablará del superávit económico alcanzado en el primer semestre del año. Pero omitirá decir que se debe al alto precio del petróleo y que 33 por ciento de los ingresos fiscales provienen del crudo. Tampoco explicará que en el segundo semestre reaparecerá el déficit porque así es el ejercicio fiscal. Omitirá señalar que con los requerimientos financieros del sector público (RFSP, que incluyen al Fobaproa y otras linduras) el déficit es superior a 3.5 por ciento del PIB, cinco veces más de lo autorizado por el Congreso. Y si menciona su proyecto de reforma fiscal, no revelará que se quiere para pagar las cargas financieras englobadas en esos RFSP.
Este año Fox no quiso aprovechar la vía para reducir el costo fiscal del Fobaproa y prefirió obstaculizar los esfuerzos de la Auditoría Superior de la Federación. Aquí yacen las ilusiones de los que pensaban en la transparencia en el uso de los recursos públicos. Así que el tema brillará por su ausencia en el tercer informe.
En medio de la crisis, el Presidente confiesa que sale sobrando, es redundante. Ignora que nadie tiene nostalgia del pasado priísta. Pero sí anhelo de un futuro diferente. Quizá ya sin presidentes.
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