México D.F. Miércoles 27 de agosto de 2003
JOVENES Y CRISIS
El director del Reclusorio Sur se queja de modelos
de vida que fomentan algunos medios
"Se incrementa en forma alarmante" el número
de muchachos encarcelados
Llama investigador de la UNAM a vencer el proceso de
exclusiones que orilla a delinquir
KARINA AVILES
En el asiento trasero de un vocho 63, Isaac, de
nueve meses, esperaba agonizante mientras sus padres, Isaac y Karina, ambos
de 24 años, asaltaban un banco para conseguir el dinero que le salvara
la vida.
A las mismas 14 horas, un cuentahabiente daba vuelta en
la esquina, camino a esa sucursal de Bital. Cuando la joven pareja estaba
a punto de escapar con los 50 mil pesos que costaba la operación
del bebé sus destinos se cruzaron en la puerta de seguridad: una
se abrió y la otra se cerró. "Ya no pudimos salir, vino la
detención". El fue sentenciado a 10 años seis meses de prisión
y ella a seis años, cuatro meses, 15 días.
En los ocho centros de readaptación de la capital
del país había -al 24 de julio pasado- 22 mil 483 personas
recluidas, de las cuales 13 mil 573 (60.3 por ciento) son jóvenes
entre 18 y 30 años de edad, la mayoría acusados de robo,
de acuerdo con la Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal.
El director del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente,
Silvestre Rosas, expresa que la población juvenil es "la más
vulnerable", y el número de chavos en las cárceles "se incrementa
en forma alarmante".
Las oportunidades de acceder a la escuela, al trabajo
e inclusive a las áreas verdes "sólo en sueño, ya
no existen". Y por otro lado -añade- los muchachos están
expuestos a modelos de vida fomentados por algunos medios "que no están
al alcance de todos y la gente busca una manera socialmente rechazada para
satisfacerlos".
La integración de los jóvenes a la delincuencia
como producto de un proceso de exclusiones es uno de los focos rojos
del país. De no solucionarse pronto podría acabar en una
situación como la de Colombia o Brasil, donde "niños y adolescentes,
cooptados por organizaciones delictivas se volvieron sicarios", alerta
Héctor Castillo Berthier, investigador del Instituto de Investigaciones
Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Todavía en estos momentos, la mayoría de
los jóvenes reclusos está por robo. Y el porcentaje de los
que se encuentran en La Palma, estado de México; Puente Grande,
Jalisco; Matamoros, Tamaulipas, y las Islas Marías, considerados
como reos "peligrosos", es menor en comparación con la población
adulta. En los cuatro penales de alta seguridad tienen entre 18 y 30 años,
740 presos (25.3 por ciento) de un total de 2 mil 919 internos al 7 de
julio, según el Organo Administrativo Desconcentrado de Prevención
y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública
Federal.
La luz del semáforo
El semáforo estaba en rojo. Isaac y Karina voltearon
hacia su izquierda; frente a sus ojos apareció como única
solución un banco Bital.
Durante la mañana de ese martes 8 de julio de 1998
la pareja recurrió a sus amigos, a sus compañeros de la UNAM,
a cualquier conocido que les pudiera prestar lo que fuera. Todos les decían
"mañana, espérame una semana, pero mi bebé no podía
esperar". En los parientes, ni pensarlo: "Eramos una familia sin serlo",
recuerda Isaac.
Para entonces, sus tarjetas estaban "a tope", su chequera
"agotada" y la única cartera que tenía era la de pasante
de la Facultad de Medicina de la universidad.
El dinero se le había esfumado en las hospitalizaciones
de Karina, porque el pequeño Isaac representó un "embarazo
de alto riesgo" y por las internaciones del bebé, quien nació
con un problema en el píloro "que le iba a demandar broncoaspiración".
Nunca antes había pasado por tales aprietos de
dinero. Su familia vivía "desahogadamente" de la pensión
"bastante aceptable" que como coronel dejó su padre al morir.
Isaac logró emplearse "desde muy chico en el Partido
Acción Nacional con un sueldo aceptable". Al momento del asalto,
"era el coordinador de Asuntos Indígenas de la Secretaría
Nacional Juvenil" y ganaba "9 mil pesos mensuales", insuficientes para
cubrir los gastos de su hijo en el Hospital Angeles, adonde llegaban de
emergencia cada semana. En total, el bebé pasó unos seis
meses internado allí.
"Esa fue la estupidez", acepta. Pero él quería
que su niño fuera atendido en aquel nosocomio, uno de los más
caros de México, porque la pediatra que lo atendía era su
amiga, su maestra, la madrina del pequeño y "cuidaba mucho a mi
hijo".
Desesperados porque no tenían los 50 mil pesos
para la cirugía, pensaron que podrían negociar con el hospital
y salieron de casa hacia el sanatorio con esa idea, aunque sabían
que eran pocas las posibilidades.
La luz del semáforo se puso en verde. Isaac dio
vuelta y estacionó el vocho frente al banco sobre la avenida
Chapultepec. Durante 10 minutos la pareja se quedó muda hasta que
"ella rompió el silencio y dijo: 'Vamos a ver qué pasa'".
Karina tomó una ficha de depósito en la
que escribió "su nombre, su número de cuenta. ¡Sí,
puso todo!" y la entregó a la cajera. Isaac la tomó como
rehén, la amagó con un arma que supuestamente traía
en la chamara y exigió los 50 mil pesos.
Lo demás "ha sido demasiado cruel", lamenta Isaac.
El bebé murió 14 horas después por culpa "de los estúpidos
policías que lo tuvieron todo el día en el Ministerio Público".
Karina rompió su relación con él y ya está
fuera de la cárcel por el beneficio de la preliberación.
El tiene cáncer en la vejiga.
La prisión de Isaac y el dormitorio 2
Los custodios conducen a Isaac de regreso a su celda en
el Reclusorio Oriente. Al paso del joven que hoy tiene 29 años se
abren una, dos, tres rejas. Exactamente del lado opuesto del anexo 7, donde
él duerme, se ubica el dormitorio 2.
Para llegar a éste hay que cruzar un largo pasillo
en el que tienen lugar fijo dos personajes: Vicente Andrade Hernández,
vendedor de todo tipo de revistas de chismes, y San Judas Tadeo, quien
se defiende con un letrerito que dice: "respeta al jefe, no te roves
el foco".
Al final del corredor, en una caja de barrotes, similar
a la jaula de un león, están los reos que juegan a las escondidillas
para no pasar lista a tiempo, situación que pone en alerta al penal.
El dormitorio 2 tiene palapas de concreto, un ala de celdas
de dos pisos, biblioteca, tienda de abarrotes y cancha donde juegan futbol,
que en este reclusorio es cosa aparte, sobre todo si se trata del americano.
Hace apenas unas semanas el equipo local, Gladiadores,
enfrentó a los Perros de Santa Martha. Para hacer posible el encuentro,
40 reos de Gladiadores, que cumplen condenas entre ocho y 45 años
fueron trasladados a la casa de los contrincantes. En total, las tres camionetas
que los transportaban traían una "carga" de 600 años de sentencias.
En el dormitorio 2 no suman tantos años. Para tener
el privilegio de estar allí los requisitos son: ser primodelincuente,
sentencia máxima de siete años, tener entre 18 y 29 años,
no contar con antecedentes de uso de tóxicos y haber cometido un
delito no grave, enumera Silvestre Rosas.
Así que en esta parte del penal habitan muchos
de los chavos que le "volaron" la bolsa o la cartera al peatón,
asaltaron una micro, robaron uno o muchos coches, hechos que se
reflejan en las estadísticas.
Delitos patrimoniales
De la población total de reclusos en el Distrito
Federal, 51.75 por ciento está por delitos patrimoniales, 10.33
por ciento por portación de arma de fuego y explosivos, 14.03 por
delitos contra la vida, 6.97 por ciento por delitos sexuales, 4.88 por
ciento por delitos contra la seguridad pública, 5.22 por delitos
contra la salud y 3.85 por ciento por privación ilegal de la libertad,
según la Subsecretaría de Gobierno del DF.
Manuel, de 19 años, confiesa un tanto orgulloso
que "en un solo día me robaba entre tres y cuatro coches". Pegado
al lavadero del dormitorio, sus gotas de sudor escurren en una de las camisas
que restriega con todas sus fuerzas. Entre una playera y otra, cuenta que
por cada auto ganaba mil pesos, casi lo que obtenía quincenalmente
cuando trabajaba de barman.
El muchacho llegó a tercero de secundaria y desertó
porque "necesitaba comprar ropa, quería salir y no tenía
dinero, quería comprarme mi bicicleta". Se queda pensativo: "La
verdad, los que me trajeron aquí son las amistades, el barrio traicionero
lleno de viciosos, drogadictos y borrachos".
En la zona de lavaderos sólo están "los
erizos" o "los monstruos" porque son "los que no tienen nada" y para sostenerse
lavan y planchan para otros presos.
El proceso de inclusión-exclusión del mundo
de afuera se repite en prisión. Unos tienen tele y otros
no, unos lavan ropa y otros no, unos pueden ir a la tienda del dormitorio
y otros no, unos toman clase y otros no, unos tienen un palo de escoba
con hélices de lata que funciona como antena parabólica
y otros no.
Muchos sí delinquieron y algunos no, como Oswaldo
Chilchoa Zacahua, indígena poblano que purga 37 años por
un asesinato que no cometió. En su caso, el que se tenga al homicida
confeso no importa. Tablajero de oficio y "delincuente" por "ley", Oswaldo
está resignado a salir de la cárcel cuando cumpla 68 años
-entró de 25-, a menos de que antes ocurra "un milagro" o su hermanita,
la última de los ocho que tiene, se reciba algún día
de abogada para que lo defienda.
¿Y los más jóvenes?
En los seis centros de internamiento de menores, dependientes
de la Secretaría de Seguridad Pública federal hay 2 mil 128
niños y jóvenes que representan casi 50 por ciento de los
4 mil 753 recluidos en el país.
En México existen 54 centros de internamiento
para menores.
De los 4 mil 753 menores, 2 mil 620 (55 por ciento)
ha consumido en algún momento alcohol (48.7 por ciento), mariguana
(37.7 por ciento) cocaína (22 por ciento), solventes (17 por ciento),
pastillas sicotrópicas (8.8 por ciento) "cristal" ( 6 por ciento)
y "piedra" (4.5 por ciento).
2 mil 746 internos (57.7 por ciento) están recluidos
por robo, 508 (10.6 por ciento) por violación, 486 (10.2) por homicidio,
217 (4.5) por lesiones.
Fuentes: Comisión Nacional de Derechos Humanos
y Organo Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación
Social de la Secretaría de Seguridad Pública federal.
JOVENES, 60% DE RECLUSOS EN EL DF Isaac, de 29 años, está preso en el Reclusorio Oriente por el asalto a un banco junto con su mujer. Su objetivo era conseguir 50 mil pesos para cubrir la hospitalización de su hijo de nueve meses. El director de esa penitenciaría manifestó que la población juvenil ''es la más vulnerable y el número de chavos en las cárceles se está incrementando en forma alarmante'' FOTO JOSE ANTONIO LOPEZ
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