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México D.F. Domingo 31 de agosto de 2003
Con Sergio Pitol recibe el reconocimiento de
la UV; destacan su promoción a la cultura
Reivindica honoris causa labor de Ida Rodríguez
por Veracruz
El autor de El tañido de una flauta anuncia
la donación de su biblioteca a la casa de estudios
CESAR GÜEMES ENVIADO
Jalapa, Ver., 30 de agosto. Un anuncio del todo
inesperado y una puntualización firme y punzante fueron los hechos
protagónicos de la entrega anoche del doctorado honoris causa
a Ida Rodríguez Prampolini y Sergio Pitol por la Universidad Veracruzana
(UV).
El anuncio correspondió al escritor, quien en su
discurso de recepción del grado, al referirse a los volúmenes
que conforman su biblioteca, dijo sin más: "Quisiera que esos libros
ayudaran a otros más, los alumnos, los maestros y los investigadores
de la Universidad Veracruzana. Si la universidad consiente, la biblioteca
sería donada a mi muerte".
Vino el aplauso para el autor de El tañido de
una flauta. De pie, profesores, funcionarios e invitados agradecieron
el gesto del escritor nacido en Puebla y criado en Veracruz, quien correspondió
con una breve sonrisa. Desde luego se generó en el ambiente una
nota de alarma, pero fue desvanecida en cuanto, en un aparte, Pitol comentó
a La Jornada que si bien ha tenido en el más reciente año
algunos inconvenientes de salud, lo cierto es que se mantiene estable y
trabajando, como siempre.
Por su parte, la puntualización -que también
cosechó aplausos- correspondió a la ensayista y promotora
cultural Ida Rodríguez Prampolini, quien dijo al público
presente, como parte de su discurso: "Cuando en febrero del 2001 recibí
el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, ninguna
autoridad de Veracruz me acompañó al acto. Me sentí
desamparada. La disculpa de un alto funcionario de la cultura fue: 'doctora,
nadie es profeta en su tierra'. Por ello, el grado honoris causa que
hoy recibo de la Universidad Veracruzana me causa mayor alegría
que el Premio Nacional".
En el presidio, el gobernador del estado, Miguel Alemán,
y el rector de la UV, Víctor Arredondo, acusaron respectivamente
recibo de los comentarios.
La
investigadora Rita Eder tuvo a su cargo la semblanza de Rodríguez
Prampolini. Destacó Eder: ''Su primer trabajo en Veracruz lo desarrolló
al frente del Instituto Veracruzano de la Cultura. Conozco a Ida desde
1964, y nunca la vi trabajar tanto, con tanta dedicación y obsesión,
para que el instituto pudiera transformarse en un disparador de actividades
culturales que se extendieran por todo el estado. Fundó una enorme
cantidad de casas de cultura e iba con frecuencia a visitar cada una para
asegurarse de que marcharan bien y cumplieran sus objetivos. Ya desde entonces
se interesaba por las comunidades indígenas y su precaria subsistencia.
Ahí empezó a pensar en la necesidad de apoyar las neoartesanías
para garantizar la posibilidad de subsistencia de estos grupos étnicos".
Y remató Eder con la mención de la "modesta oficina" de Rodríguez
Prampolini en Boca del Río, donde ''trabaja empeñada en un
proyecto que cree fundamental para el país y para el cual necesita
mucho más apoyo del que cuenta por el momento''.
Correspondió a Carlos Monsiváis, por otra
parte, realizar la semblanza de Sergio Pitol. Estableció así
los méritos del prosista: ''Como también sucede magníficamente
con Ida Rodríguez Prampolini, en Sergio Pitol la Universidad Veracruzana
reconoce el vínculo vivísimo entre un literato y el proceso
cultural al que enriquece, niega en sus efectos burocráticos y chovinistas,
diversifica, exalta en sus logros estéticos y comunitarios, satiriza
en su pompa y su triste circunstancia, ve a trasluz, y admira selectiva
y generosamente". Y cerró con esta afirmación, luego de hacer
un cuidadoso análisis de la obra del narrador: ''Al otorgarle el
doctorado honoris causa al escritor Sergio Pitol, la Universidad
Veracruzana incorpora a su acto la alegría y el agradecimiento de
lectores y amigos, por el reconocimiento de su obra, su persona, su actitud".
Durante su discurso, Pitol agradeció puntualmente
a Carlos Monsiváis el apoyo hacia su obra: ''Los dos primeros cuentos
que escribí, hace casi 50 años, Victorio Ferri cuenta
un cuento y Amelia Otero, se los mostré a mi amigo Carlos
Monsiváis, en cuya intuición literaria tenía y tengo
una fe absoluta; los leyó y me dijo que cumplían, que no
estaban del todo mal, pero que los temas requerían una estilización
mayor; los rehice muchas veces antes de publicarlos. Aun ahora lo que escribo
pasa por su censura y casi siempre detecta los puntos flojos. Sin su ayuda
hubiera sido un escritor muy descuidado, de eso estoy seguro".
Luego del anuncio de que su biblioteca será donada
a la UV luego de su muerte, Pitol concluyó: ''Tengo una deuda con
la Universidad Veracruzana, no sólo por estos 12 años que
me han permitido ampliar mi obra con tranquilidad, sino desde muchos años
atrás, a través de la persona de un gran escritor, extraordinario
editor y generoso amigo: Sergio Galindo, quien publicó de forma
profesional mi primer libro de cuentos: Infierno de todos, y a casi
todos los mejores escritores de mi generación: Juan Vicente Melo,
Juan García Ponce y José de la Colina, ente otros. Antes
había publicado un pequeño librito privado que ni siquiera
llegó a las librerías. Sergio Galindo creyó en mí
y me convirtió en un escritor".
Mientras, en otro de los momentos climáticos del
discurso de la doctora Ida Rodríguez Prampolini, luego de afirmar
que este doctorado le causaba mayor alegría que el Premio Nacional,
citó a este, nuestro periódico. Mirando hacia la mesa del
presidio, dijo: "Me enteré por una nota en La Jornada que
usted, señor rector, propuso en el foro del 60 aniversario de la
Universidad Iberoamericana nuevas estrategias de desarrollo que acaben
con, cito, 'la abismal desigualdad de niveles y oportunidades de desarrollo
individual y colectivo', y que la educación superior 'debe desarrollar
un paradigma alternativo, basado en la distribución social del conocimiento'.
Lo felicito por ese propósito y espero que se pueda llevar a cabo
en nuestro país".
Al final de sus palabras, Rodríguez Prampolini
dejó en claro: "he querido con mi trabajo público saldar
la cuenta de lo mucho que debo al pueblo veracruzano y aquí estoy,
cada vez más segura de que sin la cercanía con la realidad
social y sin el propósito de influir en ella, aunque sea de mínima
manera, tratando de modificarla en pro de la educación y la justicia
social, la vida, por lo menos para mí, no tiene mucho sentido".
La doble entrega del doctorado honoris causa dejó
entre los asistentes el sabor y la idea de que cuando los discursos de
recepción están condimentados con puntualizaciones y noticias,
la satisfacción por el acto académico se extiende sin duda
mucho más allá del campus universitario.
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