México D.F. Domingo 31 de agosto de 2003
La Orquesta América y Rey Ruiz completaron
el cuadro rítmico el viernes
Por casi dos horas, Willie Colón inundó
el Salón 21 de ''la salsa de todos y de nadie''
Hizo bailar al público con sus éxitos;
la apoteosis con El gran varón
ARTURO CRUZ BARCENAS
Willie Colón, Orquesta América y Rey Ruiz
llevaron un poco de sabor y ritmo al Salón 21 de Polanco, la noche
del pasado viernes, donde las parejas mostraron su arte galileano... y,
sin embargo, se mueve, pues mientras haya movimiento la cosa está
viva, llena de luz, de sentido chévere; con buena música,
la vida es más soportable.
Abrió el mega tíbiri la Orquesta
América, de Cuba, llegada a México hace más de 50
años por iniciativa de Ninón Sevilla. "Hay América
para rato, ¡viva América!", gritaban desde el escenario los
músicos que han recorrido el mundo mostrando la calidad de la tradición
sonora de su isla.
Cha
cha cha, danzón, son, que se mezcló e hizo recordar a la
Orquesta Aragón y varios de sus clásicos. Oye cómo
va, pero con un solo de violín de antología. Camilo en
el instrumento que parece ser parte de su cuerpo. "Vacilón, qué
rico vacilón, cha cha cha, qué rico cha cha cha".
Ritmo, ¡suénalo!, ¡guajiro con agua!
"Esta es la música del pueblo cubano para el pueblo mexicano". Resalta
el bajo de Pedro Torres. "¡A la charanga bongó!". La pista
está llena. Las mujeres se contonean, dejándose llevar por
sus parejas, por la melodía envolvente del trópico.
A coger. "Voy a coger el camello. Lo que te dé,
cógelo", en una anfibología de picardía. Ahora Los
marcianos... llegaron ya. ¿Por qué llora el niño,
mamá? Puro meneíto.
Sube Rey Ruiz, de Puerto Rico, con su canto enamorado.
"No sé vivir sin ti". Interpreta No me acostumbro, que provoca
coros espontáneos, sonrisas, miradas que se cruzan, el romanticismo
a ritmo de salsa.
Rematará con Amiga, Luna negra, Contigo
y Mi media mitad, síntesis de su mirada vital sobre el amor.
De la Gitana a la Aerolínea
desamor
Pasan de la una y media de la mañana del ya sábado
y llega el plato fuerte: el salsero nacido en el Bronx: Willie Colón.
Una, dos, tres canciones al hilo. Aplausos. Muchos optan por gozar viéndolo
lo más cerca posible al escenario. Homenaje a su comadre, amiga
y madrina Celia Cruz. ¡Azúcar! Impecable con su traje sastre
en color verde olivo. Corbata roja con vivos amarillos.
Gitana llenó de amantes del baile la pista
del Salón 21. Se va. Que no. Que lo hacen regresar. Agradece y suelta
para todos el clásico El gran varón, pieza clave de
la salsa de nuestros días y varios ayeres. Toca su trombón
que brilla, arroja destellos. La ciencia del sentido común: ''no
se puede corregir a la naturaleza, pues árbol que nace doblao jamás
su tronco endereza''. El sino, lo fatal.
La vida de quien quiso y no pudo salir de su marasmo,
de las condiciones adversas. El ritmo eficaz, la armonía de una
orquesta integrada por músicos mexicanos a los que Colón
reconoce su trabajo. Los verá de vez en vez, calificando su arte.
Maestro de varias lides, impone su presencia.
La orquesta es un ser. La salsa es un concepto, dijo en
entrevista. "No es un ritmo ni es de nadie. Por eso se da en Nueva York,
en México, Cuba o Puerto Rico", afirmó Willie. La salsa es
de todos. Fue de todos esa noche en el Salón 21, hasta pasadas las
tres de la mañana.
Recordó el salsero cuando él inauguró
el Salón 21 hace cinco años. Cerró los ojos. Su memoria
lo llevó a esos días. Se dijo familiarizado con el lugar.
Volverá, aseguró, para hacer bailar a ritmo y letra de El
entierro, Si te contara, Hasta que te conocí,
Hay quien se va, Idilio, Vida nocturna o Aerolínea
desamor.
Ayer tocó en Guadalajara. Regresará a Nueva
York para, dijo, promover la organización del Grammy Latino en la
urbe de los rascacielos, donde no se darán los problemas de organización
de Miami, ante la advertencia de Emilio Estefan de que no asistirá
a la ceremonia si acuden músicos cubanos residentes en la isla.
Hay Willie Colón para rato. La salsa es un concepto,
una experiencia profunda del trópico, del ritmo y el sabor de la
vida.
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