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México D.F. Lunes 1 de septiembre de 2003
ASTILLERO
Julio Hernández López
La insoportable levedad de informar
Lo mismo, pero peor
Foxilandia informa; el Congreso hace como que responde
POCAS COLUMNAS PUEDEN ser tan difíciles
de escribir como aquellas en que el calendario obliga a tocar un tema previsible
y trillado como en la especie es el tercer Informe de gobierno del presidente
Vicente Fox. ¿Qué se puede decir al respecto que no se haya
dicho antes; qué artificios de palabra se pueden ensayar para tratar
de dar giros o quiebres distintos o interesantes a ese resumen anual siempre
lleno de demagogia, pero ahora inocultablemente maltrecho, desesperanzado,
tragicómico entre las pretensiones oratorias que anuncian autocrítica,
"sorpresas" y datos "duros", y la realidad aplastante, inequívoca,
del gran fracaso de los primeros tres años de administración
alternante y los indicios fortísimos de que el siguiente trienio
también irá al renglón de las pérdidas, acaso
entre mayúscula crisis económica y financiera, mayor descomposición
política, y decepción e ira sociales?
PEORES
SUFRIMIENTOS REDACTORES debería tener ese informante oficial
en capilla, obligado como está por su propia inercia a seguir aparentando
optimismos insostenibles, mesías incomprendido que ante las bofetadas
burlonas de la crítica ofrece la otra mejilla con más y mejores
promesas y sueños, rehén de su propia fabulación (la
Foxilandia en la que debe seguir creyendo, habitante casi único
de ella, cronista entusiasta de la calabaza nacional que él y sólo
él ve como magno carruaje imperial). No parecía demasiado
afligido ayer, sin embargo, mientras iba a misa y paseaba por el centro
de la ciudad de México, contento de constatar que sus mejores momentos
se dan en el plano del jolgorio tipo campaña electoral y no en el
ejercicio republicano del poder. Pareja presidencial campante que visita
en su iglesia a San Felipe de Jesús un día antes de acudir
al templo legislativo de San Lázaro: baño de pueblo a 24
horas de la lucha entre lodo en la que, como ironía suprema, han
anunciado los perredistas que ellos, madurísimos, no participarán,
dejando que se exhiba por sí mismo el pezidente que por su
propia boca muere: tan mal ven al esposo de la señora Marta los
legisladores del sol azteca que han anunciado que no armarán escándalo,
decididos a no hacer leña del pino caído (ver para creer).
LA GRAN FIESTA de elite parecía tener todo
listo para su inicio. Hoy, a las siete de la noche, y durante hora y media,
el presidente Fox hará un impensable esfuerzo por convencer a los
ciudadanos de que algo bueno se ha hecho en este tercer tramo formal de
administración. Antes habrán hablado distinguidos representantes
populares: Jesús Martínez Alvarez, ex priísta que
ahora milita en la Convergencia de Dante Delgado; Gonzalo Yáñez,
del Partido del Trabajo, de orígenes raulsalinistas; Jorge Kahwagi,
júnior amigo del júnior presidente del negocio familiar llamado
Verde Ecologista; Francisco Barrio Terrazas, gobernador durante seis años
de la Chihuahua del cártel de Juárez y de las mujeres
asesinadas, contralor de los peces gordos no capturados y ahora esperanza
panista de concertaciones exitosas con el priísmo de orejas inocultables;
Enrique Burgos, a quien la maestra Elba Esther Gordillo cedió como
consolación el uso de la tribuna en nombre del PRI, y Pablo Gómez,
voz de un PRD desgastado y cada vez más enviciado en la degustación
de las migajas del poder. Representantes populares sin verdadero pueblo
atrás, voceros de sí mismos y de los grupillos que se reparten
alternadamente cargos y privilegios, Congreso tan vacío como el
ejercicio presidencial: guerra, pues, la de esta noche, de membretes y
mafias, de vanidades y adjetivos; informante sin contenido y legisladores
de defaul; aquél no halla cómo zafarse a medio camino del
compromiso sexenal, éstos aún no empiezan y ya tienen el
déficit de los pocos votos con los que dicen representar al pueblo.
Presidencia y Congreso inconfiables: a lo que diga Fox habrá de
responder protocolariamente quien durante casi tres años fue silencioso
cómplice por omisión de los diarios desatinos legales del
mismo presidente, Juan de Dios Castro, teórico del derecho que como
consejero jurídico de Los Pinos prefirió cobrar quincenalmente
su sueldo, aunque su presunto asesorado ni caso le hiciera o aunque constantemente
la Presidencia metiera las botas por inconsistencias jurídicas (del
lado de López Obrador el descuido de las formas anda por las mismas:
quien enfrentará el discurso de Andrés Manuel ante la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal será quien meses atrás era
su todopoderoso secretario particular, René Bejarano, quien ahora
pronunciará el "sí, señor" en nombre de los diputados
locales chilangos).
ENTRE TANTO ESTRUENDO sin sustancia (demagogia
del que informa y demagogia de los que le objetan o se le oponen), algunos
personajes se escurren tratando de que la pérdida del fuero legislativo
no les ponga tras las rejas. Sabida es la historia de Carlos Romero Deschamps,
a quien apenas unos días atrás la confianza en pactos secretos
de impunidad con el foxismo le hacía caminar con gran confianza
por las calles capitalinas y exhibirse en restaurantes de lujo (poco le
faltó para aparecer como extra en el Zapata de Arau). Pero
pocos reflectores alumbran el camino de la familia Riojas, grandes ladrones
del dinero público por la vía de un partiducho llamado de
la Sociedad Nacionalista con el que cometieron diversos delitos para quedarse
con millones de pesos: hoy Gustavo Riojas, su esposa y su hermana dejarán
de ser diputados federales y si justicia hubiera deberían comenzar
el día en la cárcel (tal vez esa sea una de las "sorpresas"
prometidas por Fox: charales detenidos para aparentar que la lucha contra
la corrupción va en serio).
Y ASI COMIENZA la semana, con un grupo de homosexuales
protestando ayer en la Catedral Metropolitana por la posición del
Vaticano contraria a la unión de personas del mismo sexo, y con
el América que sigue sin saber lo que es un triunfo...
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