México D.F. Lunes 1 de septiembre de 2003
ENTREVISTA /JACOBO
ZABLUDOVSKY, CONDUCTOR DEL NOTICIARIO DE UNA A TRES
Fuera de la televisión soy un periodista más
libre
"LA RADIO ES UNO DE LOS MEDIOS IDEALES PARA EL INFORMADOR"
En el segundo aniversario de su servicio noticioso,
el comunicador habla del mejor momento de su carrera y aconseja: "uno se
equivoca cuando cree que ya la vida terminó o que se cierra para
siempre cualquier capítulo"
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Con el segundo aniversario -que hoy se cumple- de su programa
radiofónico De una a tres, Jacobo Zabludovsky sigue escribiendo
su historia: intensa, fructífera, polémica y prolongada como
pocas en el periodismo mexicano.
A los 75 años de edad, con cerca de 60 en el oficio,
Zabludovsky ha visto y vivido de todo. Conoce el éxito profesional,
ha disfrutado del reconocimiento social; como conductor del noticiario
24 horas, fue el líder de opinión más influyente
del país y, en contraparte, fue objeto de severas críticas.
Actualmente dice encontrarse en el mejor momento de su vida: "Tal vez en
ninguna otra etapa he estado tan contento con mi trabajo y con mi vida
personal como ahora".
Zabludovsky laboró 30 años en Televisa,
empresa a la que renunció en marzo de 2000, en solidaridad con su
hijo Abraham. Tras la renuncia atravesó por momentos muy difíciles,
de mucho sufrimiento. Por un lado, su ciclo profesional parecía
haber terminado y, por otro, su salud se veía quebrantada, una vez
más, por el cáncer.
Pero la vida le dio una segunda oportunidad. En 2001,
Francisco Aguirre, propietario del Grupo Radio Centro, le propuso conducir
un nuevo noticiario radiofónico en la estación La 69 (en
el 690 de amplitud modulada). Allí, asegura Jacobo Zabludovsky,
desde el 1º de septiembre de 2001 disfruta de la libertad y la independencia
que no conoció en la televisión.
-¿Qué conclusiones obtiene de comparar su
actual experiencia periodística con todo lo que había sido
su carrera anterior, sobre todo en televisión?
-Ha
sido distinta, porque acumulo la experiencia de casi 60 años de
ejercer el periodismo y la experiencia que dan 75 años de vida,
y puedo comparar con lo que he hecho y lo puedo aportar a este nuevo esfuerzo,
gracias a todos los conocimientos que he adquirido con el tiempo. Tengo
varias conclusiones, desde luego, pero una es que la radio es actualmente
uno de los medios ideales para el periodista. Porque mientras en la televisión
el periodista, el conductor o el narrador es un complemento de la imagen,
en la radio la palabra es todo. El uso de la palabra hace que el que la
escucha pueda imaginar todo lo que ocurre de acuerdo con el talento de
quien lo cuenta. Es un desafío que sólo la radio ofrece.
-No obstante, la televisión otorga un poder inmenso.
Como periodista ¿le fue fácil carecer de ese poder y ejercer
de otra manera el oficio?
-Yo subí paso a paso al lugar donde estuve durante
varias décadas. Subí escalón a escalón, puse
tabique por tabique, para llegar adonde estuve, de manera que cuando llegué
no tuve vértigo de altura porque lo fui haciendo poco a poco.
No fue un desprendimiento sin dolor: "Desde luego que
mi renuncia a Televisa, que presenté el 30 de marzo de 2000 en solidaridad
con mi hijo Abraham, fue muy traumática para mí. De repente
me quedé sin la casa en la que había estado durante más
de 50 años; me quedé sin mi rutina, me quedé sin mi
trabajo, me quedé sin oficina, me quedé hasta sin tarjetas
de presentación... Todas mis tarjetas tenían un logotipo
de Televisa. Me quedé sin teléfonos de oficina, sólo
con los de mi casa. Extrañaba yo a Televisa tremendamente, soñaba
yo con Televisa. Nunca puse en duda que tuve razón al renunciar,
hasta la fecha estoy totalmente consciente de que hice lo correcto, en
solidaridad con la renuncia de mi hijo, esa fue la única razón.
Pero me costó muchísimo trabajo, sufrí mucho, fue
un tormento.
"Entonces empecé a poner una oficina que era más
bien la biblioteca de mi casa, empecé a tratar de curar las heridas
físicas y emocionales que me había dejado la salida de Televisa
aparte de una serie de operaciones de cáncer que tuve por aquella
época. Parecía que mi cielo se cerraba... Tal vez por eso
esta etapa la aprecio más que otra en mi vida."
-En comparación con las condiciones sociales, políticas
en que ejerció el oficio en televisión, ¿diría
que hoy es un periodista más libre, más independiente?
-Por supuesto que sí. Para empezar, hay que hablar
claro: la radio no es tan importante como la televisión. La televisión
es el medio más importante de difusión y de influencia sobre
la gente que el hombre ha creado. Tal vez por eso tiene más cortapisas.
Y en la radio y en el Grupo Radio Centro, que dirige don Francisco Aguirre,
tengo absoluta libertad de formular, de integrar, de combinar, de generar
el contenido de mi programa. Soy el único responsable del contenido
de mi programa. Yo lo hago, yo lo digo, yo me responsabilizo, nadie me
dice lo que debo poner y lo que debo quitar. Esa es una gran diferencia,
porque la televisión tiene ciertos controles en todo el mundo, no
hablo sólo de México.
-¿Incluso en el presente mexicano?
-Por supuesto. Está sujeta a cierta reglamentación
y en lo que respecta a los noticiarios los conductores no suelen ser responsables
del contenido. Y de nuevo no me refiero sólo a México, es
una costumbre mundial. Esa es la diferencia entre lo que hice y lo que
estoy haciendo actualmente.
-En ese sentido ¿diría que la vida le dio
una segunda oportunidad?
-Así es. El otro día alguien me preguntaba
eso y recordé la primera frase de La divina comedia, de Dante,
que dice: "A la mitad del camino de la vida me encontré de pronto
en una selva oscura", etcétera, etcétera, etcétera...
Pero dice uno: cuál es la mitad del camino de la vida. Los estudiosos
de Dante calculan que el promedio de vida en la época del Renacimiento
en Florencia era de 50 años. Es decir, Dante tenía 25 cuando
dijo "a la mitad del camino de la vida". Pero la mitad del camino de mi
vida empezó cuando me recuperé del cáncer y renuncié
a Televisa. Estoy en la segunda mitad del camino y la estoy viviendo intensamente,
la estoy disfrutando profundamente. Tal vez en ninguna otra etapa de mi
vida he estado tan contento con mi trabajo y con mi vida personal.
-¿Añora ser el líder de opinión
que alguna vez fue?
-No. Me conformo con torear. No quiero ser la cabeza del
cartel en todas las corridas. Me gusta mi profesión, me gusta mi
oficio, me gusta ejercerlo; no lo hago para ser el número uno ni
el campeón del mundo, lo hago porque es mi oficio, porque no he
tenido ningún otro en toda mi vida, porque me gusta y porque también
de eso tengo un ingreso.
-¿Qué le ha dejado la radio, qué
ha aprendido en esta nueva experiencia?
-Que uno nunca debe creer que ya las cosas acabaron. Uno
se equivoca cuando cree que ya la vida terminó o que se cierra para
siempre cualquier capítulo. Cuando yo acepté la oferta de
don Francisco Aguirre para trabajar en Radio Centro, la acepté para
ir a una estación que no existía, con un programa que no
existía. El señor Aguirre le puso La 69 a la estación,
le puso De una a tres a mi programa, puso el horario. A mí
me pareció bien. Yo tenía un enorme temor, no al fracaso,
sino a la diferencia que pudiera yo haber recibido después de dos
años de no estar en ninguna actividad periodística pública.
Entonces, cuando veo la respuesta que ha tenido el programa, que está
en primer lugar, la primera lección es que cada día se aprende
algo: no creas que lo sabes todo y nunca te desesperes ni seas pesimista.
|