México D.F. Domingo 7 de septiembre de 2003
Se debe actualizar para dejar atrás el modelo memorista y propiciar la tolerancia
Educación cívica, lejos de formar ciudadanos políticamente críticos, considera experta
La educación cívica que se imparte actualmente en las escuelas no aporta los elementos básicos para formar ciudadanos críticos y conscientes, debido a que se mantiene vigente un modelo mecánico y memorista que impide la construcción de juicios morales y políticos críticos, afirma Leticia Barba Martín, pedagoga especialista en educación cívica y valores, e investigadora del Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU).
"En las escuelas se mantienen prácticas tradicionales que sintetizan el civismo en una ceremonia a la bandera, se memorizan algunos artículos de la Constitución y se dan dos o tres reglas morales, lo que impide que se apliquen nuevos modelos, debido a una resistencia a transformar estas prácticas escolarizadas", asegura.
Profesora-investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Barba señala que la educación cívica también tiene que ver con la convivencia armónica, el respeto a la diversidad y la tolerancia, "y con todos aquellos valores que se relacionan con lo que llamamos civilidad".
Sin embargo, afirma, actualmente "vivimos la violencia y la falta de respeto al otro", producto de una sociedad competitiva, no igualitaria, que coexiste con el fenómeno de la pobreza extrema, lo que ha influido para que la escuela forme ciudadanos individualistas.
Más allá de la participación en los comicios
Debemos entender, dijo, que una participación en todos los sentidos va más allá del voto, es la que requiere de la organización del ciudadano para construir el bien común, para convivir. "Sin embargo, nos hemos quedado en la parte del voto, no por ello menos importante, pero no hemos pensado en un ciudadano participativo en ámbitos más amplios, si no tenemos un ciudadano que cumpla con su derecho de votar, tampoco ejercerá una participación política más amplia".
Ante ello, afirma, "la cultura política del mexicano es de baja intensidad, es decir, es una cultura en la que no está presente la conciencia del deber ciudadano y mucho menos la participación. Se ha perdido la confianza en nuestros gobernantes, lo que genera conductas apáticas".
Barba Martín señala que no sólo se trata de contrarrestar con una estrategia esta cultura política "tan desafortunada", está también la formación cívica y ética, "pero este agregado de ética a lo cívico es un compromiso histórico, pues implica muchas exigencias, entre ellas que no solamente se forme al ciudadano en cuanto a que conozca sus derechos y obligaciones, también debe formar al hombre éticamente, pues éste no está separado del ciudadano". LPS
|