México D.F. Domingo 7 de septiembre de 2003
A PLENO ZOCALO
José Agustín Ortiz Pinchetti
Confesiones de un diputado: comenzamos
EMPECEMOS CON la ceremonia del Informe: me parece de un formato obsoleto, ineficaz y poco democrático. El episodio, como el recinto, están diseñados para el lucimiento del jefe del Poder Ejecutivo. En los tiempos del régimen imperial podía entenderse el apogeo; hoy, en su estilo monárquico tardío, es cargoso.
COMO TANTAS cosas, el Informe fue copiado de la Constitución estadunidense. Desde Guadalupe Victoria (no se pierda usted por favor la obra teatral 1822. El año que fuimos Imperio), es costumbre mexicana y tiene poder simbólico que no podemos desdeñar.
EL INFORME del presidente Fox estuvo dividido en tres partes: a) La exaltación de méritos. b) Lo mal que está el país, con una nota autocrítica, breve y atenuada pero positiva. Y c) Un largo finale. Me dio la impresión de que los que le hicieron el discurso al Presidente, no sabían cómo terminarlo. Lo importante es que llama, por enésima vez, a la colaboración entre los poderes. Y tiene razón. Hay un breve espacio para concretar reformas realmente estratégicas. ƑPero cuáles? El Presidente insiste en la reforma eléctrica. Va a enfrentar la resistencia de muchos priístas y del PRD y de la población. No se ha hecho un esfuerzo para reorganizar la industria eléctrica antes de plantearse la inevitabilidad de su desincorporación.
OTRAS REFORMAS viables: la hacendaria, empezaría por ajustes en el gasto corriente del gobierno federal. Podrían ahorrarse entre 20 mil y 25 mil millones de pesos al año e invertir ese inmenso recurso en obra pública y programas sociales. Hoy, de cada peso que recauda el gobierno, sólo 20 centavos van a funciones sustantivas, lo demás se queda en el enorme aparato burocrático. ƑCómo imponer nuevos tributos sin resolver esto?
TAMBIEN SE podría lograr un conjunto de reformas específicas: la reorganización del Congreso, el control de los dineros que se gastan en las campañas electorales, la autonomía de la Procuraduría General de la República, la relección de los legisladores y, con ello, la revocación de la reforma callista que castró al Congreso en 1932. Me asombra que cuando tenemos encuentros privados, legisladores de los distintos partidos estamos de acuerdo en numerosos asuntos, pero cuando éstos se ventilan públicamente sacamos las uñas y nos negamos a colaborar. Exponemos a esta legislatura a pasar ignominiosamente.
CREO QUE podría reformarse el esquema del Informe. Algunos desearían exponer al Presidente al vapuleo de las fracciones opositoras; le llaman a eso "diálogo". Es algo insensato. El Presidente debería enviar con anticipación su Informe a las cámaras y permitir hacer preguntas inteligentes y bien documentadas sobre los contenidos. El Presidente, después de leer un Informe compacto, podría dar respuesta, por su orden, a los cuestionamientos, con la intención de esclarecer las cosas.
EL DEBATE parlamentario en una Cámara viva me ha parecido emocionante. Por dar un ejemplo: Juan de Dios Castro, presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, citó al pleno para que el próximo día 17 se erija en jurado de procedencia y vote las solicitudes de desafuero contra el senador priísta Ricardo Aldana.
ESTA DECISION, inatacable y fundada, dio lugar a un debate jurídico ex post enconado y brillante. No se entró al fondo, por los intentos del PRI para impedir que se pueda poner ante los tribunales la impunidad atroz en la que hemos vivido. Los diputados demostraron su capacidad como esgrimistas parlamentarios, y el asunto terminó bien: habrá jurado. [email protected]
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