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México D.F. Viernes 12 de septiembre de 2003
Jorge Camil
Terminator
El estado de California en Estados Unidos me recuerda un memorable cartón dominical de Abel Quezada en Excélsior. El caricaturista dibujó un enorme cuerno de la abundancia del que emanaban flores exóticas, frutas apetitosas y otros manjares. El texto, que era siempre la mejor parte, revelaba que Dios había creado un país especialmente dotado de innumerables bendiciones: buen clima, vegetación exuberante, metales preciosos, petróleo y playas paradisiacas, pero que al contemplar su obra el Creador, deseando ser justo con el resto de los mortales, equilibró la balanza introduciendo a los mexicanos.
California disfruta también de buen clima casi todo el año y posee innumerables riquezas naturales. Algunas de sus industrias son de las más importantes del mundo, y el Silicon Valley, portento de riqueza económica con mínimo impacto ambiental, es la cuna de la tecnología moderna con una pléyade de industrias limpias de software y microprocesadores. El Valle de Napa, un vergel con decenas de viñedos a lo largo de la antigua ruta minera del Silverado, produce vinos que compiten favorablemente con los mejores de Francia, y es indudablemente una de las muchas regiones que contribuyen a hacer de este singular estado la octava economía mundial. A pesar de todo, como en el caso del cartón de Quezada, la balanza se equilibra con los habitantes de este emporio estadunidense, donde coexisten inmigrantes de diversas nacionalidades, religiones esotéricas, hippies trasnochados, drogas perversas (designer drugs), modas estrafalarias y también algunas de las mujeres más hermosas del mundo (la etérea California blonde).
California es también la cuna del cine moderno, industria que ha revolucionado el séptimo arte mediante efectos especiales, tecnología digital de punta, nuevas técnicas de actuación y dinero a raudales, que produce ingresos por miles de millones de dólares.
Sin embargo, para sorpresa de propios y extraños, las finanzas californianas están al borde de la bancarrota, y alguien descubrió que la Constitución del estado permite la destitución del gobernador utilizando un procedimiento denominado recall (plebiscito en el que los electores pueden retirar al gobernador en turno y votar simultáneamente por el sustituto). Por lo pronto hay más de 50 candidatos para sustituir a Gray Davis, porque para inscribirse basta una petición con 65 firmas (algunos mexicanos podríamos reunirlas con los miembros de la familia) y el módico pago de 2 mil dólares.
Entre los candidatos, como en el caso de las recientes elecciones legislativas mexicanas, hay amas de casa, políticos de segunda vuelta, un antiguo comisionado de beisbol, el proverbial loco con deseos de componer el mundo y... Arnold Schwarzenegger: šel Terminator! (Aristóteles, aquél de las formas puras e impuras de gobierno, debe de estar revolcándose en su tumba ante un despliegue cívico que para los californianos es ejemplo de democracia, pero para el resto del mundo es demagogia pura.)
La candidatura, aunque Arnold compita con una antigua artista del striptease, no es broma. El ex fisicoculturista austriaco, que llegó a Estados Unidos con el título de Mister Universo y sin más capital que una ambición desmedida, es hoy exitoso actor de redituables rollos de ciencia ficción, con capital estimado en 200 millones de dólares y una esposa (María Kennedy Shriver) que pertenece al poderoso clan de políticos de Massachusetts.
Su candidatura está financiada por Warren Buffet, el anciano especulador de la bolsa de valores considerado el hombre más rico de Estados Unidos, y dirigida por George P. Shultz, antiguo secretario de Estado y del Tesoro, consejero de multinacionales como Bechtel (constructora de plantas de energía atómica y obras públicas monumentales en varias partes del mundo).
Así que Arnold puede ganar, aunque el vicegobernador Cruz Bustamante encabece ligeramente las encuestas y aunque en un estado eminentemente fe-minista alguien haya descubierto que Schwarzenegger declaró a la revista Oui, antes de su campaña electoral, que disfrutaba hacer el amor con varias mujeres a la vez. Peor aún, la Liga de Defensa Judía reveló recientemente que el padre de Arnold, jefe de policía en Austria durante el Tercer Reich, fue miembro del partido nazi. Existe otro fantasma del pasado: cuando el siniestro ex gobernador Pete Wilson propuso suspender los beneficios médicos y educativos a los indocumentados Arnold proclamó su conformidad, afirmando que él había entrado legalmente al país y nadie le había regalado nada (šanatema en un estado de inmigrantes!).
Las reglas de la contienda han resultado una bendición para el Terminator: por su fama es cobertura en todos los noticiarios, pero está a salvo de exhibir su ignorancia en debates televisivos porque las reglas del fair play exigirían que los conductores invitaran a los otros 50 candidatos. šEl sainete nos hace sentir orgullosos de nuestro sistema electoral!
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