Luis Javier Garrido

La malla

La cumbre de la OMC en Cancún está resultando, al igual que otras similares, un enorme fracaso para sus organizadores, porque no ha hecho más que mostrar la enorme oposición que crece en el mundo en contra de las políticas de la globalización y del control que pretenden alcanzar de las riquezas estratégicas del planeta unas cuantas trasnacionales, pero también para el gobierno mexicano que la auspició por servilismo a Washington.

1. La reunión de Cancún, tanto por ausencia de acuerdo que beneficie a las mayorías, como por las violentas confrontaciones entre altermundistas y contingentes del Estado Mayor Presidencial y de la Policía Federal Preventiva de México o por la trágica muerte del líder campesino sudcoreano Lee Kyung Hae, constituye sobre todo un fracaso para el gobierno foxista, que en tres años ha deteriorado más las condiciones de vida de los mexicanos y está cancelando la esperanza de un cambio por su sumisión a los intereses extranjeros.

2. La política exterior de Fox no ha pasado del ofrecimiento que hizo en su rancho de San Cristóbal a George W. Bush: cederle lo que resta de soberanía nacional a cambio de un amplio apoyo a su gobierno, y hasta ahora se ha saldado por el más absoluto fracaso. A pesar de su entreguismo, no logró sino el desprecio de Bush y hoy aparece ante la comunidad internacional como un individuo torpe sin principios que actúa como empleado de Estados Uni-dos, en tanto que los intereses fundamentales de México están seriamente comprometidos, pues el gobierno foxista ya no tiene capacidad de negociación en el exterior, y en el interior no esconde que es un agente de los intereses de las multinacionales y actúa contra los derechos de los mexicanos.

3. Las decisiones de Fox en materia de política exterior permanecen impunes, a pesar de su gravedad, pues han supuesto a) el abandono de principios históricos de nuestra política exterior para alinearse con el Departamento de Estado, b) la entrega a la administración Bush del control estratégico del país, desde fronteras y espacio aéreo hasta la lucha contra el narcotráfico, así como c) la entrega de riquezas básicas y del sector energético al capital trasnacional. Y si no se le ha destituido es porque los partidos de oposición temen confrontarse con la Casa Blanca y los organismos financieros internacionales.

4. La diplomacia mexicana actuó en los casos de Afganistán y de Irak de manera bochornosa, y nadie llama a cuentas a Fox, como tampoco a los medios que se sumaron a la campaña de desinformación. La eventual relección de Bush en 2004 se halla en entredicho, Tony Blair se tambalea en Londres y en Madrid Aznar no ha caído porque su periodo está próximo a su fin, pero se hunde en el desprestigio. Fox, que actuó como corifeo de ellos y mintió en cuanto foro internacional pudo, se pavonea aquí sabiéndose impune. Las evidencias están a la vista, pues en decenas de oportunidades y en el Consejo de Seguridad Aguilar Zinser y Ernesto Derbez insistieron en que había que deponer al régimen iraquí, aunque decían preferir métodos no violentos, porque constituía "una amenaza para la humanidad" por el arsenal de armas prohibidas que poseía, lo cual todo mundo sabía que era mentira.

5. Las principales corporaciones de radio y televisión están siendo cuestionadas en todo el mundo porque mintieron en la invasión de Irak, pero aquí en México los conductores de noticiarios de Televisa, Tv Azteca y otras emisoras, al igual que en la guerra fría, impunemente justifican las mentiras que emitieron e insisten en ellas, pretendiendo no darse cuenta de que actúan en contra de los intereses nacionales.

6. La política de doble rostro que diseñó Castañeda para Fox, que mantiene Derbez y que supone mayor entreguismo a Washington que el de los gobiernos priístas, aunque pretendiendo ante los medios que se actúa en función de los intereses de México, ha hundido más a Fox en el desprestigio, lo que poco importa a los mexicanos, que comprendieron que el gobierno, por las decisiones estratégicas que tomó -ceder en materia de energéticos y aceptar mayor injerencia de Washington en asuntos vitales de seguridad nacional-, compromete para el futuro inmediato cualquier posible proyecto nacional.

7. La cumbre de la OMC confirmó que los gobiernos nacionales no representan ninguna posibilidad de frenar el insaciable apetito de las trasnacionales por controlar los recursos básicos del planeta, algunos porque no quieren, ya que responden a esos intereses (como Fox en México), y otros porque no pueden, ni aun cuando tienen un proyecto reformista (como Lula en Brasil o Chávez en Venezuela). En el escenario actual de globalización, donde las corporaciones multinacionales han creado instancias de poder funcionales a ellas, sólo es posible frenarlas cuando hay un pueblo en movimiento, como en Argentina, donde Néstor Kirchner se ha enfrentado al poderío del Ejército, de la vieja "clase política" y de la oligarquía porque ha sido empujado por las masas, y así ha logrado un acuerdo con el FMI para refinanciar a tres años parte de su deuda externa.

8. Por eso Noam Chomsky, tras reconocer que reuniones como la de Cancún no buscan más que alcanzar "un mayor libertinaje" para los ricos, aun cuando pretenden ser espacios de negociación entre países poderosos y pobres, dijo que el futuro de la humanidad depende de esas fuerzas rebeldes que se oponen a la globalización.

9. La malla que buscó impedir que los altermundistas llegaran adonde los funcionarios de los gobiernos y de los organismos financieros refrendaban su acuerdo para fortalecer el control de las grandes empresas sobre el planeta, puso las cosas en su sitio: manifesta el temor de los re-presentantes del gran capital al movimiento social y que quienes gobiernan no tienen un ápice de representatividad: los pueblos están de un lado y los gobiernos del otro.

10. La reunión de Cancún muestra que en casos como el de México los gobiernos actúan impunemente, pasando sobre las leyes escritas, porque las fuerzas sociales no han tenido la fuerza para contrarrestar su entreguismo. Y que la lucha contra la globalización empieza por afirmar la soberanía del pueblo, reivindicar los derechos fundamentales de los individuos y de las comunidades y someter a la ley a quienes por el hecho de gobernar se asumen intocables.