México D.F. Viernes 12 de septiembre de 2003
El historiador italiano Carlo Ginzburg dedica
un libro a las letras inglesas
Con lo ocurrido el 11 de septiembre ''ya no fue posible
imponer la retórica de la unanimidad''
CESAR GÜEMES
Luego de la buena recepción de su libro El queso
y los gusanos, traducido hasta ahora a 20 idiomas, el historiador italiano
Carlo Ginzburg diversificó su quehacer y se adentró lo mismo
en la filosofía que en la crítica de arte. Producto de esa
tarea es su nuevo volumen, Ninguna isla es una isla, publicado por
la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
De paso por México para acompañar la salida
al mercado de esa obra, el padre de la corriente denominada microhistoria
italiana ofrece, además de comentarios sobre su libro, un punto
de vista sobre el modo en el que los atentados del 11 de septiembre han
cambiado la percepción del mundo occidental.
Al respecto, expresa: ''Pensamos inicialmente que la respuesta
era unívoca en el mundo, pero no era verdad. Lo cierto es que hasta
ahora hay dos posturas muy claras: la de quienes se identifican con las
víctimas, que suena muy natural, y la de quienes manifiestan cierta
identificación con los agresores. También hay una tercera
posibilidad, que es la actitud del distanciamiento. Ya no es posible imponer
la retórica de la unanimidad".
Significativo giro de tuerca
Independientemente
del grupo de opinión al que se pertenezca, Ginzburg asume que forma
parte de ''la gran mayoría que piensa que el 11 de septiembre de
2001 sucedió un acontecimiento fundamental y un giro de tuerca muy
significativo para la historia reciente. Y subrayo que las reacciones frente
a este acontecimiento no fueron unánimes.
''Es importante analizar esto, porque en el mundo occidental
se ha tratado de imponer una retórica de la unanimidad. Sin embargo,
lo cierto es que las reacciones frente al acontecimiento fueron muy diversas.''
''A pocos días del ataque a las Torres Gemelas
yo estaba en Túnez. Recuerdo -prosigue Ginzburg- que en una tienda
había un cartel en el que aparecían las torres, y una persona
de ahí me preguntó con un dejo de humor negro cuántos
muertos hubo en el ataque. Luego, en una de las calles, dos hombres jugaban
a las cartas, y cada vez que arrojaban un naipe a la pesa, lo hacían
con un grito firme: 'Yo soy Bin Laden'.
''Ejemplos como ésos me demostraron que en muy
diversas latitudes no había identificación con las víctimas.
El ataque trajo varios cambios que han transformado a la historia contemporánea,
uno de ellos es el ataque preventivo, un comportamiento completamente
nuevo que ni siquiera durante la guerra fría se llevó
a cabo."
El éxito, peligroso
Ninguna isla es una isla, por su parte, es un trabajo
dedicado a las letras inglesas, y si bien la literatura no es propiamente
el campo en que se maneja el autor, dice haber conseguido ''reconstruir
el contexto de cierta parte de esa literatura. En ese sentido ya no hay
gran diferencia entre lo que hace un historiador y un literato".
-Pese a la amplitud de su obra, sus lectores lo recuerdan
por El queso y los gusanos. ¿Qué sensación
le despierta esta realidad?
-Me siento feliz por el éxito que tuvo ese libro,
pero me planteó el problema de repetir el esquema o cambiar. Por
mi naturaleza y carácter, rechacé la posible repetición.
''Después de ese libro me he alejado temática
y espacialmente de él. El éxito es muy agradable, pero también
puede resultar peligroso si uno se deja envolver por él.''
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