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México D.F. Lunes 15 de septiembre de 2003

Cunde el feminicidio en países de Iberoamérica

Las asesinadas de Ciudad Juárez no están solas; los homicidios de mujeres jóvenes y pobres, con rastros de violencia sexual, se multiplican en Argentina, el sur de España y Guatemala. La impunidad es norma y las respuestas oficiales van de la ineficacia a los indicios de complicidad

RAMIRO FLORES Y LIBERTAD HERNANDEZ CIBEROAMERICA

Abandonados en parajes despoblados, mutilados, con huellas de tortura y de violación, los cuerpos de mujeres jóvenes o hasta de niñas víctimas de una violencia casi animal aparecen no sólo en los desiertos que circundan Ciudad Juárez, Chihuahua, sino también en zonas a las afueras de la ciudad de Guatemala, donde organismos de la sociedad civil comienzan a hablar de ''la nueva Juárez'', o en Mar del Plata y Santiago del Estero, en Argentina, o en las localidades de Coín, Mijas y Motril, en Málaga, España.

En esos y otros lugares los crímenes contra mujeres se parecen no sólo en la saña con la que se cometen y en las características de las víctimas -mujeres de entre 10 y 35 años en promedio, de origen humilde, migrantes-: también son similares en la impunidad que promujeres-cd-juarez-j-2tege a los victimarios y en la actitud negligente de las autoridades policiales y políticas que se niegan a reconocer que se trata de casos de violencia contra mujeres y prefieren, en cambio, clasificarlos como "crímenes pasionales", atribuibles a la conducta ''licenciosa'' de las víctimas, y que responden a las demandas de justicia con auditorías sobre las cifras de muertas.

En Ciudad Juárez ni siquiera el Instituto Chihuahuense de las Mujeres acepta la cifra de 370 casos que Amnistía Internacional (AI) recogió en su informe, el más completo hasta ahora. Según la ''auditoría periodística'' del instituto, en 10 años ha habido 321 homicidios de mujeres, de los cuales 231 son por causas diversas y 90 de tipo sexual.

Lo mismo en Chihuahua que en ciudad de Guatemala, los gobiernos se pierden en la rebatiña de cifras, pero no actúan para frenar esta ola de crímenes.

Tales coincidencias en casos registrados en Iberoamérica sugieren, para quienes lo quieran ver, un fenómeno de criminalidad ligado al proceso de globalización. Un estudio del doctor Juan Tubert-Oklander, sicoterapeuta argentino e integrante de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (publicado en la página web de la ONG Por nuestras hijas), señala como causa del feminicidio en Ciudad Juárez -el caso más emblemático de violencia sexual e impunidad en el mundo, a decir de AI- el desarrollo peculiar del lugar a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en enero de 1994.

El enorme crecimiento de la industria maquiladora multiplicó la oferta de trabajo y atrajo una importante migración de mujeres de otros estados del país. Este aumento de la población femenina, la más empleada en las maquilas, transformó aceleradamente la estructura social de la comunidad. Además, la economía de la ciudad está estrechamente vinculada con el narcotráfico, que también ha crecido exponencialmente en la región durante la última década. Estos factores, aunados a un bajo nivel de integración social y a la desintegración familiar, han derivado en un drástico deterioro de las formas de convivencia. Como apuntó la directora cinematográfica Alejandra Sánchez en su documental Ni una más, ''las mujeres son desechables en una ciudad maquilera''.

Guatemala, la Juárez de CA

En Guatemala, la Red de la No Violencia contra las Mujeres teme que el país se esté convirtiendo en una ''nueva Juárez''. En el país centroamericano más de 200 mujeres, algunas de ellas niñas, han sido asesinadas tan sólo en el primer semestre de este año. Casi todas las víctimas, de entre 14 y 28 años de edad, proceden de áreas marginales de la capital y otras ciudades.

Los cuerpos hallados son arrojados en terrenos despoblados y presentan señales de tortura y violación. En algunos casos los cadáveres han sido mutilados, y en otros, se les han encontrado rastros de fármacos con los que los victimarios habrían adormecido a sus víctimas. Para mayor desgracia, esta situación no es nueva. En 2001 fue encontrado el cuerpo de una mujer estrangulada con un letrero pegado en la espalda que decía "muerte a las perras". Ese año se registraron 222 casos de feminicidio y al siguiente esa cifra aumentó a 244. Según Patricia Pinto, del Colectivo para la Defensa de los Derechos de la Mujer, "el temor se ha apoderado de las mujeres, porque los crímenes se cometen a diario sin que las autoridades hagan los suficientes esfuerzos por detenerlos".

La impunidad ha protegido a los asesinos, aunque los principales sospechosos son las maras, pandillas juveniles que reinan en los barrios pobres de las ciudades del país.

Al igual que en México, hay varias personas detenidas, pero no se ha podido comprobarles una culpabilidad definida. El vocero de la Policía Nacional Civil, Faustino Sánchez, no cree que se trate de asesinatos en serie, aunque reconoce la existencia de un mismo patrón. Lorena Robles, de la ONG Sector de Mujeres, sostiene que algunos asesinatos podrían deberse a "venganzas entre mareros", mientras la Fiscalía de la Mujer considera que varias de las jóvenes fueron asesinadas por negarse a entrar a una pandilla o por rechazar las pretensiones amorosas de los líderes. Por su parte, Hilda Morales, directora del Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo para la Mujer, asegura que detrás de estos lamentables hechos subyace una conducta misógina. El ministro de Gobernación, Adolfo Reyes, habla de ritos satánicos.

La Sección de Investigaciones Criminológicas de Guatemala asegura que más de 40 por ciento de los cerca de 400 asesinatos de los últimos dos años fueron motivados por celos de novios o esposos. El resto estaría relacionado con el narcotráfico, las rencillas entre pandillas y la prostitución. La Procuraduría de Derechos Humanos señala que el crimen organizado y el narcotráfico son los principales responsables. Según una investigación de esta oficina, sólo una de las víctimas pertenecía a una pandilla.

Debido a la falta de acciones del gobierno, la Red de la No Violencia contra las Mujeres interpuso una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, exigió que el organismo regional enviara una misión a Guatemala para ayudar a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y lanzó un llamado a la Misión de las Naciones Unidas para Guatemala para que vele por las garantías de este sector de la población.

Argentina: historias de poder, drogas y sexo

En el deteriorado tejido social y el colapso de las instituciones en Argentina, los asesinos de mujeres gozan de un paraíso de impunidad. La periodista Luciana Peker llama a los feminicidios "crímenes con marca" por la saña con que se cometen. En casi todos los casos los cuerpos presentan signos de violación y, en los que no, la agresión sexual es muy fuerte, como sucedió con Oriel Briant, cuyo cuerpo recibió unas 30 puñaladas en la zona genital. O como María Soledad Morales, que fue drogada contra su voluntad y violada en una fiesta negra. Posteriormente, la policía encontró restos de cocaína en la vagina de la víctima. Algo similar es el caso de cuatro prostitutas de Mar del Plata, cuyos cadáveres fueron descubiertos desnudos, estrangulados y descuartizados. A una le grabaron en la cintura con una navaja la palabra "puta".

En algunos casos se ha demostrado la participación de autoridades políticas y complicidad policiaca para encubrir los crímenes: en los asesinatos de Leyla Nazar (22 años), María Soledad Morales (17) y Natalia Melmann (15) "hubo una fiesta del poder policial o político", dijo Luciana Peker. "Allí las violaron, las mataron, y el poder político o policial encubrió los asesinatos." La periodista asegura que hay similitudes con las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez en los casos de Santiago del Estero, Mar del Plata y Catamarca: ensañamiento y total impunidad. Al respecto, la especialista Ana María Fernández declaró en una entrevista realizada por Peker que "para que sucedan estos crímenes tiene que haber un sistema de justicia, de relaciones políticas que garantice a los asesinos que no les va a costar matar a alguien detrás de estas fiestas. Y un terrorismo de Estado que encubra estos delitos. No es casual que sean mujeres pobres esas personas a las que se puede matar sin costos". Leyla Nazar fue drogada, violada y asesinada en una fiesta organizada por hijos de poderosos de la provincia de Santiago del Estero, y unos días más tarde Patricia Villalba, de 26 años, también fue asesinada, al parecer porque alguien asistió a dicha reunión y le reveló detalles del sangriento encuentro.

España: secuestros y asesinatos

En España la atención de la sociedad civil está puesta, en primer lugar, en la violencia doméstica. Un informe de la Federación de Mujeres Progresistas indica que en 2002 al menos 70 mujeres fallecieron víctimas de la violencia ejercida por sus parejas, novios o esposos. Y en lo que va de 2003 ha habido 43 víctimas. Pero la violencia doméstica no explica todos los casos de mujeres asesinadas en esa nación. Un reportaje del diario El Mundo revela que en los últimos 10 años al menos 35 mujeres han sido asesinadas sin causa aparente. Las víctimas son secuestradas y luego sus cadáveres son hallados en lugares remotos o abandonados. Presentan señales de tortura y violación.

El tema cobró relevancia en las semanas recientes tras el hallazgo del cuerpo sin vida de Sonia Carabantes, de 17 años, después de varios días de desaparecida: la joven fue salvajemente golpeada y estrangulada pero no fue violada. Su cuerpo fue encontrado en una zona rural cerca de la localidad malagueña de Coín. Exámenes de ADN vincularon su muerte con la de Rocío Wanninkhof, quien fue muerta en circunstancias similares y en la misma zona, pero en 1999. Wanninkhof desapareció cuando iba rumbo a la feria de Fuengirola, y Carabantes cuando volvía de la feria de Coín; sus cadáveres fueron descubiertos días después, semidesnudos, en parajes rurales.

La policía española investiga si estas muertes tienen relación con la desaparición de María Teresa Fernández y el asesinato de Ana Elena Lorente, ocurridos hace tres años bajo circunstancias similares en Motril y Alora, en Málaga. Las cuatro muchachas rondaban los 20 años, tenían el pelo largo y medían entre 1.65 y 1.70 metros de estatura; todas eran inmigrantes de países del norte de Africa y desaparecieron durante las ferias de su localidad o de municipios vecinos. Las cuatro iban solas y al menos tres fueron golpeadas en la cabeza.

En el resto de Iberoamérica, la situación no es necesariamente mejor. La Red Feminista Latinoamericana y del Caribe Contra la Violencia Doméstica y Sexual publicó en abril de este año algunas cifras escalofriantes: en los últimos dos años 30 mujeres fueron asesinadas en Costa Rica; en Paraguay, cada 10 días muere una mujer de forma violenta; en Puerto Rico, 287 mujeres han sido asesinadas desde 1990. En Nicaragua, la Red de Mujeres contra la Violencia informó en noviembre de 2002 que 45 mujeres y niñas habían sido asesinadas ese año; en República Dominicana ocurrieron 49 feminicidios entre enero y agosto de 2002, y en Uruguay se reportaron 19 asesinatos en el mismo año.

Esta recopilación de datos no tiene el propósito de diluir, banalizar o relativizar los homicidios perpetrados en los sitios y países referidos, sino aportar un posible factor de comprensión para un fenómeno delictivo que parece tener, además de características locales, una definida faceta global. Ciertamente, no es nada tranquilizador encontrar que las asesinadas de Ciudad Juárez no están solas y que muchos otros cientos de mujeres, en otros rincones de nuestro continente idiomático, han corrido una suerte parecida.

© Infoamérica. www.ciberoamerica.com

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