México D.F. Jueves 18 de septiembre de 2003
Anuradha Mittal*
Cancún: venturosa ruptura de pláticas
"Se acabó. Las pláticas se derrumbaron y
no hay acuerdo", expresó George Ong'wen, delegado keniano a las
pláticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en
Cancún. Su decisión de levantarse de la mesa y marcharse,
la noche del domingo, orilló al presidente de la sesión,
Luis Ernesto Derbez, a declarar que las negociaciones se habían
roto. Así terminaron las esperanzas de que los 33 países
asistentes pudieran dar nuevo impulso a las negociaciones tendientes a
lograr un nuevo pacto mundial de comercio.
Las pláticas fracasaron, por segunda vez en cuatro
años, por una sencilla razón: diferencias inconciliables
entre los ricos, las naciones desarrolladas, y las naciones pobres en desarrollo.
Los ricos que forman 20 por ciento de la membresía de la OMC siguen
olvidando todas las promesas hechas al otro 80 por ciento. En una ocasión
la táctica de brazo fuerte de los países ricos obligó
a los pobres a volver a sentarse a la mesa, dispuestos a firmar acuerdos.
Esa táctica ya no funciona. Y entender por qué es nuestra
única esperanza de encontrar un camino hacia adelante.
La mayoría de los países en desarrollo se
oponen a emprender nuevas negociaciones sobre las llamadas reglas de Singapur
-propuestas sobre inversión, competencia, facilidades al comercio
y transparencia en compras gubernamentales que los países ricos
están desesperados por imponer para proteger los intereses de las
trasnacionales en el mundo en desarrollo- hasta que no se resuelvan asuntos
más esenciales. Estos temas básicos son las añejas
diferencias respecto de los subsidios agrícolas de los países
desarrollados.
Cancún vio el surgimiento de un nuevo grupo de
poder, el G21-plus, alianza de naciones en desarrollo en torno a Brasil,
India y China. Este grupo demanda que la Unión Europea y Estados
Unidos eliminen sus subsidios agrícolas, los cuales alcanzan mil
millones de dólares diarios. Calificado con desdén de "grupo
de los paralíticos" por Robert Zoellick, representante comercial
estadunidense, el G21-plus representa más de la mitad de la población
mundial y alrededor de dos terceras partes de los campesinos del planeta.
De hecho, el comentario despreciativo de Zoellick aseguró que las
demandas del grupo se escucharan con fuerza y claridad.
Entre tanto en las calles, fuera de las pláticas,
los manifestantes de la sociedad civil expresaban sus propios pronunciamientos
vigorosos. En el Campo Lee, campesinos de todo el mundo marcharon
día y noche, entre ellos coreanos que conmemoraban la muerte de
Lee Kyung Hae, quien se inmoló hundiéndose una navaja en
el pecho mientras llevaba un letrero que decía "La OMC asesina campesinos".
Su muerte en Cancún, junto con manifestaciones y movilizaciones
nacionales en capitales de varios países, reforzó la determinación
de los delegados del G21-plus de ser fieles a la voluntad de sus pueblos.
En los primeros tres días, la conferencia se enfocó
sobre todo en el controvertido tema agrícola. Y de hecho las naciones
ricas hicieron algunas concesiones superficiales; se revisaron textos.
Luego el conflicto se intensificó por la insistencia
de Europa en resolver los temas de Singapur sin un consenso explícito
de los países miembros para empezar las negociaciones. Las naciones
en desarrollo se indignaron de que sus preocupaciones sobre la agricultura
se hubieran hecho a un lado.
Durante mucho tiempo la OMC ha estado plagada de negociaciones
secretas y del uso de la fuerza bruta. La transparencia y la rendición
de cuentas son esenciales para un proceso democrático de toma de
decisiones. Las revisiones de redacción, pues, sólo tuvieron
el efecto de intensificar los sentimientos de polarización, en vez
de aminorarlos.
El colapso de las pláticas plantea preguntas fundamentales
acerca del futuro de la OMC. Si bien varios ministros han expresado el
compromiso de seguir adelante, el fracaso de Cancún es un severo
golpe no sólo para esa organización, sino también
para otros acuerdos comerciales multilaterales como el Area de Libre Comercio
de las Américas (ALCA).
En la conferencia de prensa que siguió al derrumbe
de pláticas, Pascal Lamy, comisionado europeo de Comercio, llamó
a la OMC "organización medieval" y demandó una reforma fundamental
del grupo de 146 miembros. Por conveniencia pasó por alto que, después
de las pláticas previas en Doha, las naciones en desarrollo habían
planteado propuestas para que las pláticas futuras fuesen más
participativas y transparentes. Fueron Estados Unidos y otros países
desarrollados quienes bloquearon estas propuestas.
Poco antes de Cancún, las naciones en desarrollo
y las ONG trataron nuevamente de plantear los temas de transparencia interna
y mayor participación en la OMC. Sin embargo, los países
ricos han desdeñado todo intento por democratizar a la organización
u obligarla a rendir cuentas.
La falta de atención a las demandas y los intereses
legítimos de los países en desarrollo muestra que la promesa
del libre comercio se ha incumplido a los más pobres y vulnerables
de nuestra sociedad. También ha desilusionado a los grupos de la
sociedad civil en las naciones ricas.
Pero Cancún no es un fracaso, pues ofrece una lección:
las tácticas de brazo fuerte no funcionarán más. Y
es mejor ningún acuerdo que un mal acuerdo.
* Codirectora del Instituto por una Política de
Alimentación y Desarrollo, con sede en California. Estuvo
presente en Cancún.
Traducción: Jorge Anaya
|