México D.F. Jueves 18 de septiembre de 2003
Se intensifica en Washington el debate sobre
la política exterior y crece el rechazo a la guerra
Admite Bush: no hay pruebas que vinculen a Hussein
con el 11-S
Más de 65% de los estadunidenses se opone al
gasto de 87 mil mdd para la ocupación: sondeo
La popularidad del presidente de EU, en su nivel más
bajo desde los atentados en 2001
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 17 de septiembre. El presidente
George W. Bush se vio obligado hoy a confesar que una de sus justificaciones
básicas para lanzar la guerra contra Irak no tiene bases, al afirmar
lo que el resto del mundo ya sabía: no hay pruebas de que Saddam
Hussein estuviera vinculado con los atentados del 11 de septiembre de 2001.
"No contamos con ninguna prueba de que Saddam Hussein
estuviera involucrado con el 11 de septiembre", dijo Bush a la prensa esta
tarde. La declaración parece ser una acción preventiva en
un intento por quitar a los críticos otra arma con la cual cuestionar
a la Casa Blanca, cuando se intensifica el debate sobre la política
exterior de Bush y las encuestas registran una creciente oposición
a la guerra.
El
creciente número de bajas de soldados estadunidenses en Irak, el
fracaso de las fuerzas invasoras en encontrar armas de destrucción
masiva y el elevado costo de la guerra han empezado a minar el apoyo para
la acción bélica, y puesto en duda los argumentos oficiales
que la justificaron.
Ya se habla abiertamente de que varios altos funcionarios,
tal vez hasta el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, podrían
estar en problemas políticos, y algunos demócratas están
pidiendo su renuncia.
Una encuesta de CBS News difundida esta noche mostró
que por primera vez una mayoría de la población desaprueba
el manejo del presidente en la guerra contra Irak, y que 66 por ciento
se opone al gasto adicional de 87 mil millones de dólares que Bush
ha solicitado para la ocupación de ese país. Según
este sondeo, el índice de popularidad de Bush se ha desplomado a
su punto más bajo desde el 11 de septiembre de 2001.
Insistencia neoconservadora
Pero los arquitectos de la guerra contra Irak, particularmente
el vicepresidente Dick Cheney y sus aliados neoconservadores, continúan
insistiendo en que el régimen de Saddam Hussein estaba ligado a
los ataques del 11 de septiembre, que Irak tiene armas de destrucción
masiva y que la mayoría del pueblo iraquí ha dado la bienvenida
a las fuerzas estadunidenses.
El pasado fin de semana Cheney reafirmó directamente
en un programa de televisión nacional que Irak fue "la base geográfica
de los terroristas que nos han tenido bajo asalto durante muchos años,
pero muy especialmente el 11 de septiembre".
Cheney no es el único que ha insistido en el punto.
Durante los últimos dos años, una y otra vez el propio presidente
Bush hizo declaraciones retóricas ligando de alguna manera a Irak
con los atentados del 11 de septiembre, aunque sus redactores siempre fueron
cuidadosos en evitar una afirmación explícita y directa señalando
que Hussein fue parte del complot de esos atentados.
Por ejemplo, el primero de mayo, cuando Bush declaró
el fin de los "combates mayores", dijo que "la batalla de Irak es una victoria
en una guerra contra el terror que se inició el 11 de septiembre
de 2001". Agregó que "la liberación de Irak es un avance
crucial en la campaña contra el terror. Hemos removido un aliado
de Al Qaeda".
El
martes pasado la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, reafirmó
que Estados Unidos lanzó la guerra contra Hussein porque representaba
una amenaza en "una región de donde surgió la amenaza del
11 de septiembre".
El resultado de esta clase de reiterados mensajes desde
el gobierno se ha revelado en encuestas, como la más reciente del
Washington Post, que registró que 69 por ciento de los estadunidenses
cree que Saddam Hussein estaba personalmente involucrado en los atentados
del 11 de septiembre. Cuando este fin de semana le preguntaron a Cheney
si le sorprendían estos resultados, respondió: "no, creo
que no es sorprendente que la gente considere ese vínculo".
Pero Cheney ha estado abogando en favor de una guerra
contra Irak durante más de una década y, al parecer, asesores
del presidente han decidido que es hora de abandonar ese argumento.
El problema que perciben los estrategas políticos
de Bush es que si la mayoría del pueblo cree que Hussein estaba
directamente vinculado con los atentados y al final entiende que no fue
así, el resultado será que la población concluye que
el gobierno le mintió. Tal resultado, combinado con el hecho de
que el gobierno estadunidense aún no ha ubicado las armas de destrucción
masiva que aseguró estaban en Irak, pondrá en duda dos de
las principales justificaciones oficiales para lanzar la guerra contra
Irak.
Para empezar a contrarrestar los costos, y en una indicación
de que el gobierno de Bush lo percibe como un problema que podría
dañarlo, varios altos funcionarios y asesores han empezado a reiterar
que no existe un vínculo entre Saddam Hussein y el 11 de septiembre,
y que nunca se afirmó directamente que lo hubiera. La declaración
de Bush hoy, que niega este vínculo, parece ser parte de este intento
por evitar que sea utilizado por los críticos en esta coyuntura.
Habrá que esperar para ver si funciona o no esta
estrategia. Los principales medios de este país no han sido muy
enérgicos en cuestionar las justificaciones del gobierno para la
guerra. De hecho, un sondeo de la revista especializada Editor &
Publisher encontró en agosto que sólo un periódico
en el país había publicado un detallado análisis de
la Associated Press que, punto por punto, descartaba buena parte de las
"pruebas" presentadas por el gobierno de Bush para justificar la guerra.
Claro, todos los medios del país ofrecieron sus primeras planas
para publicar las justificaciones de la guerra como las presentó
el gobierno de Bush.
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