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México D.F. Jueves 18 de septiembre de 2003

MEDIO SIGLO DE EL LLANO EN LLAMAS

La versión actual del libro de Juan Rulfo difiere de la publicada en 1953

El Llano en llamas primigenio, del FCE, tenía 15 relatos y dos erratas

El escritor añadió dos cuentos ''El día del derrumbe'' y ''La herencia de Matilde Arcángel''

La primera edición de la obra tardó cuatro años en agotarse, expresa su hijo Pablo

JAIME AVILES

ƑSerá verdad que un 18 de septiembre como este, hace ya la exacta friolera de 50 años, nació como un objeto de papel blanco, estampado en tinta negra, cosido con hilo de cáñamo y unido con pegamento de cola a sus duras tapas de cartón, la pequeña y primera y única colección de cuentos de Juan Rulfo, que ha sido leída en más de 80 lenguas extranjeras y en casi 40 idiomas indígenas bajo el título de El Llano en llamas, con esa extraña ele mayúscula en la segunda palabra de su nombre? La respuesta, por donde quiera que se le mire, es no.

El Llano en llamas que actualmente se utiliza como texto de lectura optativa en todas las escuelas secundarias del país y vende miles y miles de ejemplares cada año en el mundo, no es idéntico al que sólo unos cuantos lectores pioneros compraron, medio siglo atrás, en las librerías del centro de la ciudad de México, cuando ese era quizá el único territorio donde circulaba entonces el volumen. Este contenía sólo 15 relatos; a saber (y en ese orden):

''Macario" (página 7), ''Nos han dado la tierra" (p. 15), ''La Cuesta de las Comadres" (p. 22), ''Es que somos muy pobres" (p. 34), ''El hombre" (p. 41), ''En la madrugada" (p. 54), ''Talpa" (p. 62), ''El Llano en llamas" (p. 76), ''šDiles que no me maten!" (p. 99), ''Luvina" (p. 110), ''La noche que lo dejaron solo" (p. 123), ''Acuérdate" (p. 129), ''No oyes ladrar los perros" (p. 134), ''Paso del Norte" (p. 141) y ''Anacleto Morones" (p. 151).

Aquella primera edición que salió a la venta no sabemos cuándo, pero sin duda algunas semanas después del 18 de septiembre -lo que perturba nuestro afán conmemorativo- tenía en la última página el siguiente colofón:

''El Llano en llamas de Juan Rulfo, undécimo volumen de la colección Letras Mexicanas, se acabó de imprimir el 18 de septiembre de 1953, en los talleres de Gráfica Panamericana, S. de R.L., Nicolás San Juan y Parroquia, México D.F. Se tiraron 2000 ejemplares, y en su composición se utilizó tipo Caledonia 10:12. La edición estuvo al cuidado (sic en blanco) Francisco González Aramburo".

Impecable en su aspecto físico,llanoPORTADA2_ok el libro llegó al mundo con dos erratas. La primera en ''šDiles que no me maten!" (''-Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos: -Guadalupe Terreros era mi padre..."), donde, como salta a la vista, sobra un guión incidental después de la palabra ''-dijo(-)", mismo que interrumpe la acotación del narrador y nos hace creer que la frase contigua (''Y siguió hablando como si platicara con alguien...") forma parte del diálogo del protagonista.

Por esas caprichosas paradojas de la vida, la segunda errata se incrustó en la última línea del colofón, donde éste nos revela que el mismísimo Francisco González Aramburo se descuidó al revisar su propio crédito, pues ahí donde se asienta que ''la edición estuvo al cuidado Francisco González Aramburo", el meticuloso curador no vio que faltaba la preposición ''de".

O tal vez, como ese 18 de septiembre era viernes, a los maestros cajistas y tipógrafos del Fondo de Cultura Económica les ganaron las ansias de salir a la calle a curarse los últimos estragos de la noche del Grito, que había caído en lunes de puente, mientras el país, presidido por Adolfo Ruiz Cortines, se tronaba los dedos de impaciencia por comprar los primeros televisores de bulbos que exhibían los escaparates de 5 de Mayo, al tiempo que las noticias de la XEW, entre una canción de Emilio Tuero y un pasodoble de Agustín Lara, daban cuenta de la mortal enfermedad que el 5 de diciembre mandaría a la tumba a Jorge Negrete.

Calentando el brazo

Rulfo, nacido en mayo de 1917, no había vivido sino algo más de 20 años cuando empezó a escribir las primeras piezas de El Llano en llamas. Antes había batallado con una novela a la que dio por título El hijo del desaliento y estaba situada en el mundo urbano, pero hacia 1939 la destruyó para guardar de ella apenas un trozo que en enero de 1940 redondeó, como relato breve, con el nombre de Un pedazo de noche. Este, de acuerdo con Juan José Doñán, es el texto más antiguo que de él se conserva.

Originario de Apulco, una aldea de Jalisco que gravitaba en torno de San Gabriel, en una región devastada por la guerra cristera donde vio morir a su padres, a sus tíos y a su abuelo paterno, fue trasladado a Guadalajara en los albores de la adolescencia para recibir una formación académica incompleta, pues no terminó los estudios superiores a causa de la pobreza de sus parientes.

En 1941, según Alberto Vital, vio de lejos a una niña de 13 años que lo fascinaría para siempre.

Clara Angelina Aparicio Reyes era una chilanguita que vivía en Guadalajara, a donde la habían arrastrado los negocios muebleros de su familia. A sus 24 solitarios y torturados años de edad, el tímido escritor en ciernes tardó casi tres años en ingeniárselas para hablar con ella y decirle cuánto le gustaba. Pero al conocer las intenciones de su cauteloso pretendiente, la muchacha le pidió

que la esperara tres años más en lo que ella, enloqueciéndolo, pensaba con calma si quería ser su novia.

Obediente como soldado prusiano y decidido a casarse con ella, en 1945 Rulfo emigra al Distrito Federal como vendedor de llantas de la Goodrich Euzkadi y reanuda con ahínco el incipiente epistolario que había iniciado con su ''Claris" o ''Chachinita", como la llama, en la capital tapatía. Es en ese periodo cuando entra en la etapa más fecunda de su producción literaria.

Empeñado en lograr un cuento al que llama ''Una estrella junto a la luna", pero que no le sale por más que lo intenta, escribe primero ''La vida no es muy seria en sus cosas", que terminará desechando por malo cuando reúna los 15 títulos iniciales de El Llano en llamas. Sin perder el entusiasmo, corre con mayor fortuna cuando pergeña la primera versión de ''Macario" y ''Nos han dado la tierra".

De allí en adelante, hasta el 24 de abril de 1948 cuando se casa con Clara, continúa enfrascado en la creación de sus terribles, oscuras y asfixiantes historias breves, a las que no dará cima sino en 1952, sin dejar de considerarlas como un mero ejercicio para ''calentar el brazo", que algún día le permitirá volcarse en la composición de ''Una estrella junto a la luna", obra que en 1953, cuando obtiene la beca del Centro Mexicano de Escritores, ha adquirido ya el título provisional de ''Los Murmullos" y desde 1955 entrará en la inmortalidad con el nombre de su protagonista, el maldito Pedro Páramo.

En una fecha que esta crónica de momento no se atreve a precisar, Rulfo añadirá dos cuentos más -''El día del derrumbe" y ''La herencia de Matilde Arcángel"- a la versión definitiva de El Llano en llamas, que reordenó, desde la serena perspectiva que a todo autor concede el tiempo, a fin de acentuar las intenciones secretas de su discurso polifónico.

Desde entonces, el nuevo índice del volumen abre con ''Nos han dado la tierra" y continúa con la secuencia original, arriba descrita, hasta el final de ''Talpa", donde inserta a continuación ''Macario", para proseguir con "El Llano en llamas", "šDiles que no me maten!", "Luvina" y ''La noche que lo dejaron solo". Pero entonces modifica la colocación de "Paso del Norte", que sube del penúltimo al doceavo lugar, antes de ''Acuérdate" y ''No oyes ladrar los perros", debajo de los cuales pone ''El día del derrumbe" y ''La herencia de Matilde Arcángel", para cerrar, como en 1953, con ''Anacleto Morones".

Esos dos cuentos agregados se distinguen de sus hermanos mayores por un sorprendente manejo del sentido del humor, que testimonia el nuevo estado interior del alma de Rulfo, ahora que vive felizmente con Clara y es padre ya de sus primeros dos hijos, Claudia y Juan Francisco. Pero si alguien piensa que El Llano en llamas fue un éxito de público a partir del día que salió a la venta, desengáñese. ''Yo creo que de los primeros 2 mil ejemplares mi padre habrá comprado por lo menos la mitad. Sí, los compraba de a poquitos, para regalárselos a sus amigos. La primera edición tardó más de cuatro años en agotarse", recuerda Pablo, su hijo. ''Sinceramente, él nunca se imaginó que viviría de su obra..."

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