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México D.F. Jueves 18 de septiembre de 2003

Asesinato de un hijo de Eva (texto inédito)

Juan Rulfo

El día 6 de junio de 1972 fue asesinado en San Martín Texmelucan, Puebla, el ingeniero agrónomo Felipe de Jesús de la Fuente [Pérez Rulfo]. Había egresado seis meses antes de la Escuela Nacional de Agricultura (Chapingo) y formaba, junto con varios de sus compañeros, una brigada de servicio para auxiliar a los campesinos que habitan la región oriental de la Sierra Nevada, situada en las faldas del Iztaccíhuatl, hasta la parte tlaxcalteca que limita con las estribaciones de la Sierra de Puebla, en Oxochiapan. Esta área es denominada por las autoridades de la SAG (Secretaría de Agricultura y Ganadería) como 1ª zona agrícola. En concreto, estos jóvenes hacían salidas de Chapingo para realizar una labor equivalente a la de quienes, como los médicos, hacen su servicio social ahí donde se carece de tales auxilios, aunque en este caso el trabajo tiende a la enseñanza, conservación de la tierra y mejores técnicas para el cultivo, básicamente en el uso de fertilizantes y combate de plagas, así como en el aprovechamiento más moderno de los recursos naturales o la implantación de algunos otros de los cuales se obtengan mayores rendimientos para los campesinos.

El ingeniero Felipe de Jesús de la Fuente formaba parte de esta brigada, con sede en San Martín Texmelucan.

Tenía al morir 24 años de edad. Era originario de Jalisco, donde habitan sus padres y siete hermanos más, todos menores, para quienes él era un ejemplo de honestidad, dignidad y rectitud.

No obstante, en Texmelucan un poderoso señor que tiene a su cargo la distribución exclusiva de guanos y fertilizantes dice que el ingeniero De la Fuente no fue asesinado, sino que se suicidó: ''Tuvo la ocurrencia de tomar mi pistola, que yo había dejado en el escritorio de mi oficina, y darse un tiro en la cabeza".

Cualquiera otra persona de San Martín Texmelucan pretende desconocer los hechos o niega simplemente saber nada de este asunto. ¿Será tanto el poder del mencionado monopolista o cacique, a tal grado que haya hecho enmudecer a la gente? Así debe ser, pues hasta [las declaraciones de] los compañeros y amigos del joven ingeniero De la Fuente, que trabajaban en conjunto y en las mismas tareas [...], son tan inverosímiles, tan absurdas.

Llegan al cinismo de ''aclarar" que ignoran cómo se llama dicho cacique, de no mencionar sus propios nombres o de no haber estado en el lugar de los hechos ni presenciado nada. Sólo falta que afirmen no saber siquiera de la existencia del ingeniero De la Fuente, a pesar de los años que estudiaron juntos en Chapingo y fueron compañeros y amigos en la misma brigada. Pero hay un antecedente que por muchas razones no pueden negar al relatar ciertos hechos de los cuales fueron directamente partícipes. Y ésta es la versión de uno de ellos:

?Fuimos cinco de nosotros a reclamar a uno de los gerentes de una de las distribuidoras de fertilizantes el que se nos estuviera engañando entregándonos arena en vez de abonos químicos y él nos invitó a todo el grupo a visitar las bodegas donde se almacenaba la materia prima. De la Fuente y otros dos compañeros se quedaron o regresaron a la oficina que había quedado abierta y sin vigilancia. Al volver [...] el distribuidor de los fertilizantes y quienes lo habíamos acompañado, notamos que la pistola del propietario estaba sobre el escritorio y decidimos quitarle el cargador. Hecho esto ''Chuy", es decir, De la Fuente, tuvo la ocurrencia de ponérsela sobre la cabeza y jalar del gatillo.

Como es de suponer, toda esta maniobra se hizo en presencia del gerente y de los cinco ingenieros, pero, como es lógico, el mencionado gerente monopolista, cacique o como quiera llamársele no lo hubiera permitido, pues por alguna razón éste había colocado su arma sobre el escritorio para amedrentar o dirimir cualquier reclamación de aquellos cinco representantes de la SAG que le echaban en cara sus irregularidades. Así pues debió amenazarlos o demostrarles cuál era la forma de arreglar sus asuntos con quien fuera, pues todos sabemos que nadie utiliza una pistola como pisapapeles. El resto son conjeturas, silencio, imposición y crimen.

La muerte de este joven ingeniero reclama justicia y castigo para el asesino.


El jalisciense Juan Rulfo no dejó de escribir luego de que diera a conocer sus obras fundamentales, El Llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955). Tampoco de publicar, como lo demuestran sus asiduas y variadas colaboraciones para la revista El Cuento, dirigida por Edmundo Valadés. Además, hay otro autor, otro Rulfo, el que llevó a la letra, en sus cuadernos, historias, sucedidos y proyectos literarios. A éstos pertenece el presente escrito que hace referencia a una desdicha familiar. Inédito hasta hoy, el texto aparecerá en noviembre en el volumen Noticias sobre Juan Rulfo, de Alberto Vital, bajo el sello de RM. Es necesario precisar que Felipe de Jesús de la Fuente era hijo de la única hermana de Juan Rulfo y que la información en corchetes ha sido acotada por el propio Vital.

CESAR GÜEMES

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