México D.F. Viernes 26 de septiembre de 2003
El realizador italiano presentó su filme
Soñadores en el festival de Donostia
Reivindica Bertolucci la vigencia del movimiento parisiense
de mayo del 68
''Las nuevas generaciones tienen un conocimiento muy
pálido y muy pobre de esa gesta''
ARTURO GARCIA HERNANDEZ ENVIADO
San Sebastian, 25 de septiembre. Aunque hoy el
mundo no sea lo que deseaban los jóvenes en los años 60,
el movimiento mundial iniciado en París en mayo de 1968 no fue un
fracaso. Con esta reivindicación se presentó el cineasta
italiano Bernardo Bertolucci en el festival de Donostia, en el que hoy
se proyectó su nuevo filme, Dreamers (Soñadores),
que recrea aspectos de la atmósfera cultural y social de la época.
''Me
he dado cuenta -dijo el director de El último tango en París-
de que entre las nuevas generaciones se tiene un conocimiento muy pálido,
muy pobre, de lo que fue mayo del 68. Me pregunto cómo es posible
que los hijos de la generación que fue protagonista en primer plano
de las barricadas que se montaron en París no hayan hablado con
sus hijos. Empecé a reflexionar y comprendí que hay cierto
revisionismo que rechaza el impacto y los efectos que tuvo el movimiento,
quizá porque quienes lo vivieron lo sintieron como algo fallido.
Verlo así es un error histórico, pero sobre todo es una gran
injusticia."
Con expresión pausada y serena, Bertolucci admitió
que en el terreno de la política, con gobernantes como George Bush
o Silvio Berlusconi, podría hablarse de cierto fracaso, pero no
en el terreno de las costumbres y de los hábitos sociales: ''Quien,
como yo, ha vivido antes de mayo del 68 sabe que la vida era muy distinta,
que la sociedad estaba llena de pequeñas autoridades aquí,
allá y en todas partes, sobre todo en las relaciones hombre-mujer."
Soñadores, coproducción de Gran Bretaña-Italia-Francia,
cuenta la historia de la relación amistosa y amorosa entre tres
jóvenes -una mujer y dos hombres- en el contexto convulsivo de aquel
verano de 1968, recreando la atmósfera social y cultural de la época.
No se trata -aclaró el también realizador de El último
emperador- de una película ''histórica", más bien
''es una especie de máquina del tiempo en la que hemos entrado y
vuelto atrás, pero manteniendo una presencia en el presente, en
el hoy".
Cuando la cinta se proyectó en Venecia, ''me percaté
de que muchos de los líderes de aquel momento están ahora
en el otro lado, y por eso esta película quiere hablarles a los
muchachos y a las muchachas de hoy y no tanto a los personajes que vivieron
el 68. Es verdad que algunos de los líderes de aquel momento hoy
son quizá directores de grandes periódicos de centroderecha,
directores de telenoticias y han alcanzado cierto poder, pero han negado
por completo una y otra vez aquel momento".
Asimismo hay ''algunos que pretenden que de aquel 68 se
derivó aquella forma de lucha que luego se llamara Brigadas Rojas.
Pues creo que en este caso el asunto es mas complejo de lo que parece".
La sociedad actual, lejos de los años 60
Bertolucci también reivindicó palabras como
"nostalgia" e "ideología". Expuso: "Me he dado cuenta que son palabras
que hoy se utilizan con un sentido totalmente negativo. Yo debo ser sincero
y decir que desde que la política ha sido desprovista de la ideología,
me apasiona mucho menos".
Si bien Bernardo Bertolucci fue insistente en los logros
sociales del 68, dejó claro que la sociedad contemporánea
''está muy lejos, lejísimos de los años 60. Hay aspectos,
hay grupos de jóvenes como los que se han manifestado en Génova,
Italia o en Seattle, Estados Unidos, bastante próximos a aquello
que recordamos los que éramos jóvenes en esa década,
pero desde luego el mundo es muy distinto. Y empezó a ser distinto
justamente entonces".
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