México D.F. Sábado 27 de septiembre de 2003
Jesusa Rodríguez encarnó a Petra
Herrera, una de las soldaderas de la escritora
Parodias, corridos y canciones en honor de esa gran
mujer que es Poniatowska
¿De qué nos sirve tanta academia si la
gente se muere de hambre?, espetó la actriz
En el Colmex, pidió apoyo al feminismo para las
sexoservidoras del Metro Revolución
CESAR GÜEMES
''No me rasuro si dejan regresar a Salinas", dijo, retadora,
Jesusa Rodríguez caracterizada de su personaje Pedro Herrera, ante
los participantes en el congreso en homenaje a Elena Poniatowska que se
realiza en El Colegio de México. Ese fue sólo el principio.
Ante las risas generalizadas del público, conformado en su mayoría
por investigadoras participantes en el encuentro, Pedro Herrera se transformó
en Petra Herrera, una de las mujeres que Poniatowska documenta en su libro
Las soldaderas.
Insistió Jesusa, de cara a su audiencia que pasó
velozmente de la risa cómplice a la carcajada, al grito, el silbido
y el aplauso: ''Estoy promoviendo una campaña: que todas las mujeres
de México se dejen el bigote si dejamos regresar a Salinas. ¿Sí
o no, muchachas?"
El cambio o la alternancia de sexo del personaje, implicaba
sus asegunes, explicó Pedro-Petra Herrera: ''Ora ya me decidí,
ya estuvo bueno, me cansé, ustedes no saben lo que es andar fingiendo
que una mea parada. Es de la chingada, la verdad. Así que a partir
de hoy regreso a ser Petra Herrera, para servir al pueblo y no a los chinches
poderosos".
Propuesta en serio
De
las bromas que iba entretejiendo sin parar, Jesusa pasó a realizar
una propuesta en serio: ''Me voy a dedicar a otra cosa, si mis antepasados
anduvieron en la Revolución, ¿sabes qué voy a hacer,
Elenita? Me voy a ir de sexoservidora al Metro Revolución. Cómo
chingados no. Ahí trabaja un grupo que ya me encontré y que
por cierto están bien jodidas. Váyanse repartiendo este volante
que dice 'Trabajadoras sexuales independientes', mujeres que trabajan en
los alrededores del Metro Revolución.
''El 15 de septiembre me vestí de machín
para verlas y saber de a cómo. Pero qué mal están,
¿eh? Aquí hay hartas feministas, ¿verdad? Yo quiero
que hagamos un compromiso: si no les interesa Salinas y no les sale el
bigote, ayúdenos, porque aquí hay una deuda, ¿no es
cierto, doña Elena? Una deuda muy grande con las trabajadoras domésticas
y las trabajadoras sexuales, y yo veo que el feminismo no ha podido reparar
su situación o por lo menos atenderlas. Pues a estas mujeres las
explotan, ¿y quién mejor que ustedes para conocer el sexoservicio?
¿Para qué les voy a platicar? El trabajo es violento, las
leyes van contra ellas, las autoridades no ponen nada de su parte, no hay
voluntad política. Así que les paso aquí la información,
si de veras son feministas, para que las apoyen."
Lo cierto es que las y los presentes aguantaron candela
cuando Jesusa los pasó por la báscula de su acidulado humor:
''Ya salgan de sus pinches jaulas de El Colegio de México. ¿No
se las pasan ahí metidos? ¿De qué chingados nos sirve
tanta academia si la gente se está muriendo de hambre y a mujeres
como las del Metro Revolución no hay ni quién las ayude?
Salgan de sus jaulas, desgraciados intelectoides, sexocerebroservidores.
Salgan de sus jaulas, observen a los que los observan y háganse
un compromiso conmigo: El Colegio de México va a abrir un aula nueva
donde se pueda hacer sexoservicio".
La sala entera, en la que había al menos cien personas
presentes, interrumpió bruscamente a Jesusa para prodigarle aplausos
largos, fortísimos y entusiastas que debieron escucharse hasta Perisur.
Decomiso para un brindis
Jesusa Rodríguez decomisó tres charolas
de canapés, dos botellas de vino, persiguió como si de federales
se tratara a los meseros que buenamente realizaban su labor, y brindó
con una copa también decomisada por ''una de las más grandes
mujeres que he conocido en toda mi vida: doña Elena Poniatowska".
La parte musical estuvo a cargo de la siempre profesional
Liliana Felipe, quien al piano acompañó a Jesusa cuando interpretó
canciones, corridos y parodias cuyo tema central fue Elena Poniatowska.
La escritora, en un momento de reposo, recibió de manos de la directora
escénica, a guisa de condecoración, un Supermán
cuya característica principal era, dijo y explicitó Jesusa,
un par de huevos, visibles y claros.
Y ya entrada en gastos, la actriz cantó al final
del encuentro el corrido de Rosita Alvírez modificado de forma tal
que la ésta aparece como transexual. Cerró con el ''monólogo
de la soldadera autógena", y realizó una reverencia hasta
el suelo de la sala que terminó en un abrazo real y cálido
para Elena Poniatowska, por cierto en plena fuerza luego de dos agotadoras
jornadas de homenaje.
-¿Y cómo se siente, doña Elena, con
tremenda reunión de gente que nomás habla de usted? -preguntó
Jesusa a la escritora.
Gentil, discreta, Poniatowska tomó el micrófono
para decir con tranquilidad:
-Me siento ya un poco mareada con tanta cosa y con muchas
ganas de llorar. Pero me aguanto, porque después de todo llorar
es una forma de la tristeza.
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