México D.F. Miércoles 1 de octubre de 2003
Robert Fisk
Más embustes de la "inteligencia"
La semana pasada los embusteros de la comunidad occidental de "inteligencia" volvieron a las andadas. John Bolton, subsecretario de Estado para control de armas, uno de los más ardientes neoconservadores pro israelíes de Donald Rumsfeld, rendía declaración ante los decididamente pro Tel Aviv patrocinadores de la Ley de Responsabilidad de Siria. Bolton, quien alguna vez hizo la ridícula afirmación de que Cuba tenía un programa de armas biológicas, acusó a Siria de mantener existencias de gas sarín y de trabajar en la producción de gas VX y ar-mas biológicas. Y el legislador Eliot Engel anunció que no le sorprendería "si las armas de destrucción masiva que no podemos encontrar en Irak hayan salido de allí y estén ahora en Siria". En vez de Bagdad, léase ahora Damasco.
Parte, o más bien muchas de estas tonte-rías provienen del mitómano servicio de inteligencia de Israel, país que en efecto cuenta con armas de destrucción masiva, si bien la imaginativa intervención de Engel tuvo origen probablemente en la aseveración formulada en Bagdad por un oficial estadunidense de inteligencia en abril pasado. Incluso añadió que Irak había transferido esas armas inexistentes por ferrocarril, antes que le mostraran un mapa para que viera que la única vía férrea que va de Irak a Siria atraviesa Turquía.
Pero, Ƒpor qué, por qué seguimos tragándonos semejantes porquerías? ƑPor qué prestamos siquiera atención a los llamados servicios de inteligencia cuando de manera tan rutinaria han cometido errores que han costado tanta sangre?
Una de las últimas confrontaciones dentro de la pesquisa del juez Brian Hutton fue el debate sobre si las armas químicas iraquíes estaban montadas en misiles -la famosa advertencia de los "45 minutos" en el falaz "reporte" de Blair- o si, como nos informó el pedante John Scarlett, eran armas "de campo de batalla". Si bien estaba perfectamente claro que Scarlett permitió que Downing Street hiciera malabares con el texto para que insinuara lo primero, la verdad es que ambas versiones eran totalmente falsas. No sólo no poseía Irak ningún arma de destrucción masiva, sino que ni siquiera una versión de campo de batalla. Y sin embargo dejamos que esos retrasados mentales se salieran con la suya.
Nadie interrumpió a Tony Blair, por ejemplo, cuando llegó a Irak en el verano y advirtió que no podíamos decir que no hu-biera armas de destrucción masiva porque "debemos esperar hasta que los mil 400 inspectores estadunidenses, británicos y australianos enviados a buscar las armas hayan concluido su trabajo". Pero, en nombre del cielo, Ƒpor qué no pudo tener paciencia suficiente para dejar que los sumamente competentes inspectores de la Organización de Naciones Unidas terminaran su trabajo an-tes de emprender una invasión ilegal? Parece que sólo ahora tenemos que ser pacientes, y vamos a tener que seguir siéndolo porque el equipo de investigación en el que Blair depositó con tanto fervor sus esperanzas está a punto de anunciar que no encontró armas de destrucción masiva.
Por supuesto, los embusteros de los servicios de inteligencia estaban equivocados desde el principio. ƑRecuerdan todas esas bombas que lanzamos sobre personas inocentes con la esperanza de ver -sólo ver- si le dábamos a Saddam Hussein? Esto empezó allá por 1991, cuando lanzamos un misil sobre un refugio antiaéreo en Amariya, en Bagdad, y matamos más de 400 civiles. Los estadunidenses pretendían asesinar a Saddam, pero él no estaba ni estuvo jamás allí. Nunca presentamos disculpas por esa atrocidad y para nada me sorprendió que el secretario de Estado, Colin Powell, prefiriera visitar Halabja, escenario de la masacre de 8 mil kurdos perpetrada por Saddam con armas químicas, que el refugio de Amariya. De hecho, el único interés que los estadunidenses han mostrado por esa capilla del horror es para buscar armas en ella.
Al final de su invasión de este año a Irak, los estadunidenses anunciaron que habían bombardeado un edificio en el distrito bagdadí de Mansour porque tal vez Saddam estaba allí. Una vez más no fue cierto. Dieciséis civiles, entre ellos un bebé de menos de un año, perecieron en el ataque. Tampoco por este horror expresamos pesar alguno.
Ahora se sabe que Donald Rumsfeld tenía que dar aprobación especial si se pensaba que cualquier ataque aéreo podría causar la muerte de más de 30 civiles. De hecho se propusieron más de 50 de esos ataques, y Rumsfeld aprobó cada uno de ellos.
Y sin embargo, siguen adelante. Apenas la semana pasada los estadunidenses usaron dos jets para atacar de noche una casa en Fallujah y dijeron haber matado a un hombre armado. Ahora está claro que en realidad dieron muerte a tres miembros de una familia perfectamente inocente. Esto ocurrió a escasos cinco kilómetros del lugar donde soldados de la supuestamente granada división 82 aerotransportada asesinaron a ocho integrantes de la propia fuerza policiaca iraquí al servicio de los invasores en una calle oscura, acto que aún no ha sido explicado y que sólo fue reconocido con renuencia dos días después de la matanza.
Entre tanto, prosigue la fabricación de mitos. Irak se vuelve mejor, más seguro, más democrático. Puras falsedades. Todavía los neoconservadores de Washington respaldan la estupidez propalada en febrero pasado por el Wall Street Journal de que "el camino hacia un Medio Oriente más tranquilo pasa ahora no por Jerusalén, sino por Bagdad". En el Instituto Empresarial Estadunidense -uno de los más repulsivos "grupos de chapucerías" , como me gusta llamarlos-, en los que se reúnen los neoconservadores, Reuel Marc, ex operador encubierto de la CIA, tuvo el descaro de afirmar en febrero que "mientras más duro se ponga Ariel Sharon, más fuerte será nuestra imagen en Medio Oriente".
Alimentados con tales fantasías fuimos a la guerra. De la misma forma en que los rusos fueron a la guerra en Chechenia. Y ahora Blair maneja constantemente el concepto de que la batalla entre los borrachos y rapaces soldados rusos y los brutales señores de la guerra chechenos debe "verse en el contexto de la lucha contra el terrorismo internacional". En junio incluso trató de meterle el hombro a ese viejo maestro del espionaje de la KGB que es Vladimir Putin afirmando que algunos de los más aguerridos combatientes contra las fuerzas angloestadunidenses en Irak "eran chechenos". Es mentira: no se ha encontrado un solo combatiente checheno en Irak. De hecho, a los iraquíes les asombró escuchar que gente tan exótica se hubiera aparecido en su país: los chechenos ni parecen árabes ni hablan árabe. Pero nadie criticó a Blair.
No, no creo que vayamos a invadir a Siria. Por principio de cuentas, no tiene suficiente petróleo para que valga la pena. Pero nos han hecho tragar tantas estupideces sobre armas de destrucción masiva que no creo que nadie -fuera de los Blair y los Bush y los idiotas que los secundan- las crea en realidad. En cuanto a la "comunidad de inteligencia", tal vez ha llegado el momento de despedirla.
Juego de palabras entre think (pensamiento, reflexión), de la expresión think tank (grupo de expertos), y tink (chapucería) © The Independent Traduducción: Jorge Anaya
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