Coautor del libro Tiempo de saber, prensa y poder en México

Salvo excepciones, la prensa del 68 no hizo las veces de ombudsman, deplora Monsiváis

CESAR GÜEMES

Carlos Monsiváis dio a conocer la mañana de este martes su nuevo libro, Tiempo de saber, prensa y poder en México (Aguilar, Nuevo Siglo), escrito en colaboración con Julio Scherer. A propósito del vínculo entre la prensa y los acontecimientos del 2 de octubre, cuyo aniversario número 35 se conmemora mañana, dijo para La Jornada:

''Si no se sabe cuál es el número de muertos del 2 de octubre de 1968 es por el control que hubo de la prensa. No había quién hiciera las veces de ombudsman. A la prensa en 1968 le tocaba serlo y no lo fue, aunque se dieron excepciones."

Para ganar la idea de que el 2 de octubre del 68 se había cometido un crimen, el escritor afirmó que fue preciso no sólo el paso del tiempo, sino la existencia de libros como ''La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska; la movilización de los ex presos políticos; una construcción de la sociedad civil a partir del hecho de que la impunidad en casos como la matanza de Tlatelolco no es admisible de modo alguno. Y esta decisión de voluntades le gana a toda posibilidad de control. Ahora la prensa, la televisión y la radio son parte de la atmósfera que hace ver al movimiento del 68 como el movimiento definitorio de la segunda parte del siglo XX en México. Esto, supongo, tendrá una de sus culminaciones cuando se convierta en Memorial del 68 el espacio ocupado por la Secretaría de Relaciones Exteriores: una nación reconoce que el 2 de octubre de 68 es un hecho imborrable".

Crónica, no historia

Tiempo de saber, en el apartado que correspondió escribir a Monsiváis, es una crónica. Al respecto, aclaró, ''subrayo el término porque para ser historia le faltaría mucho, hubiese requerido más tiempo. La crónica inicia en el siglo XIX con José Joaquín Fernández de Lizardi, a quien se puede adjudicar el título del primer periodista aunque haya habido otros antes, en la medida en que él cree que hay un público al cual alcanzar e informar, un público que debido al contacto con la prensa se va convirtiendo en la nación. En todo el siglo XIX hablar de proyecto de prensa es hablar de proyecto de nación, son de alguna manera sinónimos porque es dirigirse a los alfabetizados, a los que tienen conciencia de su pertenencia al país, aquellos que tienen posibilidades de influir". La reseña de esa etapa, continuó, ''concluye con el periodo de Pofirio Díaz, que es en sí mismo todo un sistema de compra, ocultamiento y represión, por cierto en momentos muy sórdida, y también muy distinta a la que después se vive, porque un solo periodista, Daniel Cabrera, podía jactarse o dolerse de 300 arrestos. Publicar la crítica era faltarle al respeto al Presidente, al Estado, la nación y las esencias de lo que todavía no se llamaba lo mexicano pero ya el término con sus resonancias demagógicas se veía venir".

En cuanto al siglo XX, explicó, ''está marcado por el hecho de la Revolución y lo que eso tiene consigo de creación de la nación mediante el fortalecimiento y el ensanchamiento del Estado, cómo la prensa contiene en lo posible al proyecto ciudadano y cómo durante la era del PRI la ciudadanía se ve estatalmente como el proyecto postergable, y pese a todo, cómo la escasa prensa crítica tiene una función importantísima".

Si se compara el momento presente con la historia de la prensa en México, concluyó el ensayista, ''la actualidad puede calificarse como una etapa extraordinaria en la cual la crítica es un derecho natural, y quien ahora se vuelve sospechoso es aquél que continúa en la antigua técnica de la adulación".