Piden a la Secretaría del Trabajo reconocer la autonomía de la sección 1

Miembros del STIC, inconformes por no poder vender bienes y ayudar a viejos empleados

FABIOLA MARTINEZ

Integrantes del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, Similares y Conexas de la República Mexicana (STIC), sección 1, solicitaron a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) el reconocimiento de la autonomía de esta sección a fin de vender los bienes sindicales y repartir los beneficios entre quienes colaboraron con la integración de este patrimonio.

Desde el 3 de noviembre de 1997 los empleados que brindaban sus servicios como taquilleros, técnicos, distribuidores de cintas y limpieza de salas de cine, entre otros, decidieron en asamblea vender las 22 propiedades de esta sección, ante el desplome de fuentes laborales para dividirlo entre los viejos empleados de este gremio.

Esteban Arellano, a quien nombraron secretario general del Comité Ejecutivo local, ha evadido desde entonces el mandato de sus compañeros y se niega a entregar cuentas de los réditos que obtiene por la renta de los inmuebles referidos.

Los trabajadores inconformes, poco más de 600, se encuentran a la deriva porque la autoridad laboral, por medio de la Dirección General de Asociaciones, sólo reconoce como válida la representación del STIC nacional, que encabeza el cetemista Jorge Sánchez Sánchez, quien, a su vez, en mayo pasado incorporó a los estatutos gremiales un artículo transitorio en el que prevé que para vender los bienes de las secciones es necesario contar con el aval del Comité Ejecutivo Nacional.

No se darán por vencidos, advierten

Sin embargo, los empleados advierten que no se darán por vencidos para recuperar lo que les corresponde. Cada martes, se reúnen en la planta alta del cine 23 de abril, sala ubicada en la colonia Guerrero, en la que antes muchos de ellos servían y ahora maneja un particular para la exhibición de películas porno.

Allí, los ex cinematografistas -la mayoría ancianos y muchos de ellos sin pensión alguna que les asegure un ingreso- tratan de encontrar alternativas legales para reclamar las cuotas aportadas desde los años 70 y de las que jamás han conocido el destino.

Y es que no sólo tienen que sortear los engranajes burocráticos de la Secretaría del Trabajo e incluso, expresan, las actitudes "burlonas" de algunos funcionarios de la dirección de Asociaciones quienes les advierten que "necesitarían de una resolución de la Suprema Corte para que prospere su petición", sino enfrentar "a una red de complicidades sindicales" que se han apropiado de las ganancias producto de la renta de 12 salas (cines Zodiaco), un sanatorio, un salón de fiestas y una casa de descanso, entre otras, que cuentan con escrituras públicas.

La realidad es que ante las autoridades ni siquiera Arellano está reconocido y el único que tendría la facultad de vender los inmuebles es Jorge Sánchez, con quien no han hablado desde la asamblea en noviembre de 1997.

Las gestiones prosperan poco y en la Secretaría del Trabajo, según se lee en el oficio 211/07.08.03, la titular de Registro de Asociaciones, María de las Mercedes Martínez tiene ocupada su agenda para atender el particular: "Lamento informarle que nuevamente por compromisos adquiridos con anterioridad, no me fue posible asistir a la asamblea general ordinaria de la sección uno del STIC".

Mientras los oficios van y vienen, los ex taquilleros y anexas hacen boteo entre ellos mismos para sacar unos pesos para fotocopias.