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México D.F. Miércoles 1 de octubre de 2003
TEPJF: PREMIACION DEL DELITO ELECTORAL
Con
su resolución adoptada ayer de dar por buena la elección
de julio pasado en la delegación Miguel Hidalgo, y aun reconociendo
que tanto el candidato ganador, el panista Fernando Aboitiz, como su contrincante
perredista, Agustín Barrios Gómez, rebasaron los topes de
gastos de campaña en casi medio millón de pesos cada uno,
el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)
dio un paso en falso y de consecuencias nefastas para la normalidad democrática
en la ciudad capital y en el país: por un lado, mostró complacencia
y tolerancia ante la comisión de delitos electorales que, como el
rebase de los topes de gastos de campaña, distorsionan los procesos
comiciales y dan pie a la incursión de intereses económicos
ilegítimos en los procedimientos democráticos; por el otro,
creó las condiciones para el establecimiento, en la demarcación
urbana referida, de una autoridad con vicios de origen, cuestionada, legalmente
imputable y, en consecuencia, débil y dudosamente legítima.
Con el precedente establecido ayer por el TEPJF se alientan
las tentaciones de partidos y candidatos de rebasar los topes de campaña
en próximos procesos electorales. A fin de cuentas, se dirán
muchos, es posible alcanzar las posiciones en disputa incluso si el exceso
de gastos es descubierto, documentado y reconocido, como lo fue el de Aboitiz
por la Comisión de Fiscalización del Instituto Electoral
del Distrito Federal (IEDF), por el Tribunal Electoral del Distrito Federal
y por el propio TEPJF.
En cambio, si el máximo tribunal del país
en materia de procesos electorales hubiese ratificado la anulación
de los comicios para la jefatura delegacional de Miguel Hidalgo, y hubiese
marginado de la elección extraordinaria a los partidos que rebasaron
los topes de campaña -Acción Nacional y el de la Revolución
Democrática-, se habría enviado al conjunto de las fuerzas
políticas una señal clara e inequívoca de pleno respeto
a la legalidad y de tolerancia cero, por así decirlo, ante
delitos electorales.
Por último, y para colmo de males, con su fallo
de ayer el TEPJF lastimó su propia credibilidad, su autoridad y
su coherencia, toda vez que, habiendo reconocido la comisión de
los delitos referidos y admitido la viabilidad de que sean sancionados
-tanto en el ámbito electoral, por el IEDF, como en el penal, por
la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (Fede)-, se abstuvo
de corregir la irregularidad y dio por buena una elección manifiestamente
sucia. Premió, en suma, en vez de castigar, un comportamiento delictivo.
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