Adolfo Sánchez Rebolledo

Incentivos para la reforma "estructural"

En días pasados un amigo bien informado, que vive temporalmente en el extranjero, me preguntaba acerca de las razones que tendrían los partidos para suscribir los acuerdos para las ya famosas "reformas estructurales". Di una respuesta, la primera que se me vino a la cabeza, pero la cuestión siguió rondando en mi mente. ƑPor qué, por ejemplo, un partido como el PRI se vería impulsado a pronunciarse por las modificaciones constitucionales en materia energética, cuando todas sus declaraciones previas, incluyendo las que se aprobaron como parte de los documentos básicos niegan, justamente, esa posibilidad? ƑPor qué había de volver a la estrategia que, entre otras cosas, erosionó la credibilidad electoral del entonces partido oficial y lo llevó de una a otra elección a su mayor derrota de la historia?

Supuse, y sigo creyendo, que el viraje del grupo Madrazo-Gordillo en esta materia tiene como propósito -más allá de la retórica seudo racional de la profesora- la recuperación de la confianza de los grandes inversionistas nacionales y sobre todo extranjeros con vistas a 2006. En sus convicciones no pesan tanto las consideraciones de orden estructural, por llamarlas de algún modo, como las políticas de muy corto plazo. La cúpula dirigente priísta sabe que luego del desastre del gobierno del cambio será muy complicado gobernar sin la venia de esos sectores que son, justamente, los que presionan para que las reformas se realicen cuanto antes. Y ellos están convencidos de que van a ganar la Presidencia en 2006.

En esas elucubraciones me hallaba, cuando topé en La Jornada con estas perlas del dirigente del PAN, hoy convertido en publicista del señor Madrazo. Leo: "Concretamente se le preguntó (a Bravo Mena) cuáles son las ventajas que podría obtener el priísta Roberto Madrazo para su eventual candidatura presidencial, y al respecto señaló que haber acreditado su aportación a la modernización, el crecimiento económico y la creación del empleo. El haber dado los pasos para resolver los problemas que afectan al ciudadano será sin duda alguna la mejor medalla con la que cualquiera que aspire a ganar en 2006 podrá presentarse, puntualizó". Resulta notable que el máximo líder del partido en el gobierno no tenga empacho alguno en mostrar el apoyo a las reformas como un incentivo para "ganar 2006", lo cual demuestra por una vía inesperada hasta qué punto Acción Nacional necesita del PRI, no para llevar adelante su propia política, sino para seguir siendo el partido de la oposición, que es, por lo visto, su único destino posible.

El problema de esta estrategia es que las reformas tal como están pensadas se fundan en una visión que en otras partes se halla en franca retirada. Incluso el Banco Mundial ha tomado distancia de las políticas privatizadoras que tanto eco tuvieron hace unos cuantos años. Y es que los resultados de la modernización salvaje en términos de crecimiento económico y empleo, por citar dos aspectos mencionados por Bravo Mena, son catastróficos, de manera que no se puede argumentar como si el mundo fuera incapaz de reconocer la causa de los problemas. En México, para no ir más lejos, Carlos Slim ha recordado recientemente que es urgente buscar otro modelo que permita volver al crecimiento, pero eso implica alejarse de los supuestos dogmáticos que nos han llevado al actual callejón si salida.

El gobierno del presidente Fox -y por lo visto también la cúpula priísta- cree que la mejor política económica es la que sirve a los grandes capitales sin importar su origen. A eso se reduce su ciencia económica. No se detienen a pensar que el mundo de principios del siglo xxi tiene que resolver tareas muy diferentes a las que se planteaban a fines de los años ochenta, con la crisis del sistema bipolar. La pretensión de crear democracias capitalistas con altos niveles de crecimiento e ingreso ha fracaso completamente: en ciertos casos arribamos a la democracia, pero la sociedad a escala universal está más polarizada que nunca y la globalización, que debería ser la gran palanca para el desarrollo, se ha transformado en una camisa de fuerza para los más débiles.

Es imposible no estar de acuerdo con la necesidad de introducir reformas al servicio público de energía eléctrica; tampoco nos la podemos pasar sin una reforma fiscal a fondo que dé ingresos al gobierno, pero de ahí a reconocer que la única manera de hacer esas transformaciones es la que proponen el gobierno y sus aliados y epígonos hay enorme trecho. Las grandes cifras, esgrimidas más para atemorizar que para convencer, no ayudan a la comprensión racional del problema. No se puede acepar la formulación del gobierno mientras subsista la sospecha de que manipula las urgencias, en el ánimo de mostrar el futuro inmediato como una crisis sin salida para la industria.

El PAN no teme al futuro, pues ya sabe que no tiene nada que perder, salvo el gobierno y, al parecer, ya se está haciendo a la idea. ƑA qué está dispuesto el PRI: a la división interna?