México D.F. Sábado 4 de octubre de 2003
Samuel Ponce de León R.*
Primero de Octubre: la historia interminable
ƑHabrá alguien que ponga atención sobre la elevadísima frecuencia con la que mueren los recién nacidos en los hospitales del país? ƑEntenderán que esta noticia, que aparece una y otra vez, es tan sólo la punta del iceberg? ƑComprenderán que las epidemias no son estrategias políticas para perturbar la paz de las instituciones?
En nuestro país la población más frecuentemente afectada por infecciones adquiridas en hospitales son precisamente los niños menores de un año; la causa de infección más frecuente en ellos, como epidemias o como elevadas tasas endémicas, son infecciones en el torrente sanguíneo, y la forma en que se infectan es por contaminación de las vías y las soluciones, por donde se administran medicamentos y líquidos.
Cuando escuchamos a las autoridades decir, con alguna sazón de los reporte- ros, que limpiarán y desinfectarán el hospital, que no les avisaron a tiempo de las muertes, que la bacteria es oportunista y entró en los zapatos de algún visitante, que los niños se infectan por que están débiles y desnutridos, o que la Procuraduría General de la República ya investiga la situación y determinará quienes son los responsables, uno podría morirse de la risa si no fuera porque se trata de una tragedia.
Hace 30 años un distinguido director de la Facultad de Medicina decía que la única institución de México que siempre podría estar peor era el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y hoy, después de tres décadas, tendremos que aceptar que lo mismo ocurre en otros muchos hospitales, inclusive aquellos con lujos hoteleros.
Desde un punto de vista estrictamente científico, despedir a las autoridades locales no modifica en nada los riesgos, y lo preocupante es que los sesudos directivos piensan que así aminoran, por lo menos, su problema político personal y, ya tomada la acción política, entonces no hay que resolver lo que realmente está en el meollo del problema.
En el fondo, sucede que la planta de enfermeras es insuficiente, que en áreas de cuidados extremos labora personal sin capacitación, sin recursos; las instalaciones hospitalarias son pobrísimas y no hay guías de manejo, pero si las hubiera no podrían cumplirse ante la escasez. La población ha crecido y también han crecido sus demandas de atención: los servicios de maternidad están repletos y las áreas de cuidados intensivos neonatales, en consecuencia, están sobresaturadas.
Debemos tener claro, simultáneamente, que es impensable que no ocurran estas complicaciones, son inherentes a la atención médica. Enfermar nos pone en riesgo, ingresar en un hospital implica muy altos riesgos, y esto ha de ser claro para pacientes, médicos, abogados y legisladores. Reclamar inmunidades o la ausencia de riesgos es absurdo. Lo grave en nuestro país es su elevada frecuencia y la escasez de intervenciones efectivas.
Repetidamente he señalado que el sistema hospitalario, si no funciona con presupuestos suficientes, puede generar problemas que, además de causar sufrimiento y muertes, termina costando mucho más de lo que se pretende ahorrar con un presupuesto exiguo.
En México, la frecuencia de infecciones adquiridas en los hospitales es más alta que en otros con economías similares y más grave, porque a diferencia de la mayoría de los países de nuestro continente nuestros presupuestos de salud son menores inclusive que los de muchas naciones centroamericanas. Otro componente del problema es el supino desconocimiento de estos problemas por directivos y administradores médicos, por los responsables directos de las áreas y por el personal de salud en general; no todo es falta de recursos, también es falta educación. Y tampoco debe confundirse estos problemas con justificaciones privatizadoras, si el problema es grave así, puede ser peor cuando el beneficio económico regule la atención médica.
Hace pocos meses participé en una extraña reunión en la que nos invitaron a realizar un ejercicio de imaginación para suponer, predecir o imaginar cuáles serán los problemas de salud en el futuro en el país, esto es, dentro de 10, 20 y 50 años; no termino de entender para qué se hizo. Hace 20 años sabíamos que los neonatos se mueren en exceso en los hospitales, hoy además conocemos las vías de infección y las formas de evitarlo, pero siguen muriendo. En el futuro seguirán muriendo y serán más.
Deberíamos entender también que estas epidemias son avisos de una realidad que no vemos con los actuales sistemas de vigilancia y que necesitamos actualizar. Hay una epidemiología subterránea de eventos adversos que tenemos que reconocer y resolver. Porque ya decía Vallejo: "Pues de resultas del dolor hay algunos que nacen, otros crecen, otros mueren y otros que nacen y no mueren, otros que sin haber nacido mueren y otros que no nacen ni mueren (son los más)". *Academia Nacional de Medicina
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