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México D.F. Sábado 4 de octubre de 2003
Estreno mundial de su Concierto caribeño,
esta noche, en la sala Nezahualcóyotl
Schifrin se asume como camaleón del jazz, el
cine y el tango
Cambiar de un estilo a otro me mantiene alerta, expresa
el compositor argentino a La Jornada
Marisa Canales, solista en la flauta, estará
acompañada por la Filarmónica de la UNAM
JUAN ARTURO BRENNAN
Autor de numerosas partituras para el cine y la televisión,
jazzista en activo y creador de obras de música de concierto, el
argentino Lalo Schifrin es un compositor de largo alcance y amplio espectro.
Con motivo del estreno absoluto de su Concierto caribeño
para flauta y orquesta, que contiene materiales de su excelente partitura
para la película Che!, Schifrin habla desde Nueva York para
La Jornada sobre estos y otros temas.
-Con mucha frecuencia suele hablarse y escribirse de Lalo
Schifrin como un músico de jazz. ¿Qué tan exacta es
esta descripción?
-Para contestar con un ejemplo: estoy ahora en Nueva York
porque acabo de hacer una semana de presentaciones en el Blue Note con
un cuarteto de jazz. El año pasado el Blue Note me invitó
por mis 70 años, y les gustó tanto que me invitaron a volver.
Para mí es muy rejuvenecedor poder tocar jazz, que es una disciplina
y una responsabilidad, pero por otro lado poder improvisar de nuevo en
un club como lo hacía cuando estaba con Dizzy Gillespie es maravilloso.
Gillespie fue el que me trajo a Estados Unidos y juntos hicimos giras por
todas partes. Tocamos inclusive en el Palacio de Bellas Artes en México,
en 1961. El jazz sigue siendo parte muy importante de mi labor musical.
Discípulo de Messiaen
-¿Cómo
concilia, si es que hiciera falta, su lado clásico con el jazz?
-Mi educación fue clásica, sí. Mi
padre fue primer violín de la Orquesta Filarmónica de Buenos
Aires en el teatro Colón, y mi primer maestro de piano fue Enrique
Barenboim, el padre de Daniel. Más tarde estudié en el Conservatorio
de París con Olivier Messiaen y, por las noches, me ganaba la vida
tocando jazz. Realmente no fue una doble vida, ni triple, porque nunca
tuve que hacer una división entre lo clásico, el jazz y el
cine, que también me gustó mucho desde niño. Yo prestaba
mucha atención a la música de las películas que veía,
tanto en Buenos Aires como en París. Ya en Nueva York conocí
a varios músicos que mezclaban el jazz en su música de cine,
o de televisión, como Miles Davis en Ascensor al cadalso,
como Henry Mancini, Johnny Mandel, Neal Hefti.
-¿Cómo se inició en el oficio de
componer para el cine?
-Mi llegada a Hollywood más tarde no fue por motivos
comerciales sino artísticos. A los productores y los directores
les gustaba mucho la utilización del jazz en las películas,
sobre todo las del género film noir.
-¿Se le ha hecho difícil ser un camaleón
musical, componer música de estilo y lenguaje diferente, para cada
película, para cada serie de televisión?
-Para mí eso es fácil, porque justamente
yo soy un camaleón. Me gusta eso de cambiar de un estilo a otro,
me mantiene alerta.
-Usted ha trabajado para un gran número y variedad
de directores de cine: Yates, Eastwood, Siegel, Peckinpah, Saura, etcétera.
¿Quién entre ellos ha sido un director musicalmente alerta
y conocedor?
-Algunos de esos directores sabían poco de música.
Otros no sabían nada, pero me tenían confianza, y algunos
sabían mucha música, como Richard Lester, quien toca el clarinete,
conoce los repertorios, es casi un musicólogo. El trabajo de equipo
en una película es una Gestalt, como dicen los alemanes.
El director es el cerebro, el cinefotógrafo los ojos, el compositor
los oídos.
''Por lo general no hay, estrictamente, una colaboración
entre ellos, porque los oficios son distintos. Hay una contribución
que cada uno hace a la película, y en ese sentido, todos los directores
me han dado una libertad absoluta. Y algunos han participado más
que otros. Carlos Saura, por ejemplo, sabía bastante de tango, y
yo le hice conocer a Horacio Salgán, uno de los más grandes
pianistas de tango de hoy. Está entre los tres pianistas que considero
más grandes en América: en el tango, Horacio Salgán,
en la música afrocubana Chucho Valdés y en el jazz Oscar
Peterson. Cuando Saura oyó tocar a Salgán enloqueció,
y no sólo usó su música sino que lo hizo aparecer
en la película con su Quinteto Real.''
Cercanía con la música del Caribe
-¿Cómo influyó en su concepción
de la música de cine el trabajo de Prokofiev para Eisenstein, específicamente
en Alexander Nevsky?
-Influyó mucho. Tendría 10 años cuando
vi Alexander Nevsky en Buenos Aires, y la fui a ver como 20 veces.
Después compré los libros de Eisenstein, en los que habla
de su colaboración con Prokofiev y de su concepción de contrapunto
audiovisual.
-En sus obras de concierto, ¿están más
presentes las enseñanzas de Messiaen, su amor por el jazz o su herencia
latina?
-De nuevo, ahí soy un cama-león. Si tengo
que escribir un Concierto caribeño, y me encantó hacerlo
para Marisa Canales, que es una gran flautista, pues ahí no hay
jazz, ahí está mi cercanía a la música caribeña.
Y ciertamente, no creo que haya Messiaen. Escribí también
Tres tangos para flauta, arpa y cuerdas, que Marisa grabó
de manera excelente, y ahí hay otro lenguaje bien distinto. Y no
es el tango de Piazzolla, sino otra cosa. Y en mis Cantos aztecas,
ahí hay otro lenguaje completamente diferente. No puedo ser objetivo
respecto a mi propia música, y tengo que dejar que ustedes analicen
y vean si hay un lenguaje con una línea coherente de pensamiento
musical. Me gusta sobre todo la variedad dentro de la unidad y la unidad
dentro de la variedad.
-Ya que menciona el Concierto caribeño,
¿qué puede comentar sobre su magnífica partitura para
la película Che!?
-Me interesaba mucho el proyecto y la película
resultó ser mala. Al principio me habían dicho que iba a
ser un documental, sin meterse en política, una especie de docu-drama,
sin tomar partido. Se trataba de ver al Che Guevara desde el punto
de vista de varias personas que lo conocieron, algunos a su favor, algunos
en contra. Y me interesó esa idea un poco al estilo de Rashomon,
pero terminaron haciendo una película bastante mala. Sin embargo,
decidí ignorar la calidad de la película y tratar de hacer
la mejor música que podía hacer, porque me interesaba el
tema, así como la idea de poner en música los dos ámbitos
en los que ocurre la acción del filme, los Andes y el Caribe, Bolivia
y Cuba. Por ejemplo, los títulos iniciales de la cinta van con una
especie de marcha funeraria inca, porque el Che está muerto.
Más adelante están los ritmos cubanos, durante toda la épica
en que el guerrillero participó, en la revolución de Fidel
Castro.
Larga gira por Europa
-¿Cómo surge la idea de incorporar temas
de la música de esa película en el segundo movimiento del
Concierto caribeño?
-Me pareció que esos temas eran demasiado buenos
para dejarlos en la película, y en el concierto los manipulé
y los utilicé de otra manera, más cercana a como hubiera
querido hacerlo en la cinta. En la música de la cinta, el tema aparece
muy poco, en la pieza Recuerdos, cuando el Che hace memoria
de su paso por la Sierra Maestra. En el Concierto caribeño,
en cambio, pude desarrollar más esos temas, no sólo en cuanto
a melodías sino también en lo concerniente a texturas y otros
elementos.
-A Lalo Schifrin se le recuerda mucho, casi a exclusión
de otra cosa, por el espléndido tema musical para la serie de televisión
Misión imposible. ¿Esto se ha vuelto una obsesión?
-No, al contrario; me siento muy satisfecho de que tantas
personas reconozcan ese tema y sepan que es mío. No es algo que
me persigue, sino que me ha abierto muchas puertas, en muchos sentidos.
Pero se me conoce también por temas, como La zorra, Cool
Hand Luke y muchos otros.
-Dada la calidad de la música de Misión
imposible, ¿cómo es que no realizó usted la música
de las películas basadas en la serie de televisión?
-Básicamente porque yo no estaba disponible cuando
se rodaron esas películas. En esos años yo estaba involucrado
en otros proyectos, principalmente la serie francesa Cien años
de cine.
-¿Cuáles son sus planes y proyectos más
inmediatos?
-Unos días después del estreno del Concierto
caribeño, se estrena otra obra mía en Chicago, un encargo
de la sinfónica de esa ciudad, que dirigirá Daniel Barenboim.
Después, una muy larga gira de conciertos por toda Europa, a partir
de la próxima semana, con jazz, conciertos sinfónicos, música
de cine, y concluyo en diciembre en Ginebra, con la Orquesta de la Suiza
Romanda. Además, me han enviado un guión de cine que me gusta
mucho, y están muy interesados en que componga la música,
pero todavía no hay nada firme. Por otra parte, me es difícil
sentarme a escribir música para cine cuando estoy de gira.
Hoy a las 20 horas, en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl
(Insurgentes sur 3000), la flautista Marisa Canales realiza el estreno
mundial del Concierto caribeño de Schifrin, con la Orquesta
Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México
bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto. La audición se repite mañana
al mediodía, y el resto del programa está conformado por
el Homenaje a Federico García Lorca, de Revueltas, y la Décima
sinfonía, de Shostakovich.
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