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México D.F. Sábado 4 de octubre de 2003
Chava Rock
23 años de aferre
El Chopo se ubica actualmente eclipsado sobre la calle de Aldama, entre Sol y Luna, en la colonia Buenavista, pegada a la popular Guerrero. Terruño forajido que en su nombre lleva el sello. Aquí sentó su base el tianguis. La vida nómada cedió a la sedentaria.
Las decenas de asistentes se transformaron en cientos, en miles, en hordas de fanáticos musicales. Ningún lugar como el Chopo. Todas las tribus unidas y multiplicándose. Pueblos de progresivos, metaleros, punquetos, roqueros, darketos, poperos, hardcoreros, skatos, patinetos, escritores, pintores, fotógrafos, disqueros, funcionarios públicos, soldados, burócratas, políticos. Sodoma y Gomorra. Abeles y Caínes. Cultura y comercio. Discos y tacos. Tianguis Cultural del Chopo.
Si el Chopo no ha crecido más, como debiera, es por sus propios cánceres, no sólo los problemas externos, que cada vez son mayores, también han parado su desarrollo los vendedores choperos omnipresentes, que quieren figurar en todas las entrevistas, ser los que den la cara todo el tiempo. Los que se niegan a ceder el timón, los que acaparan puestos de venta, los que frenan las nuevas propuestas, los que expulsan a quien le conviene. Esa nefasta política ha hecho crecer otra oferta marginal: las bodegas clandestinas que se han abierto alrededor del Tianguis, tuvieron otra visión, de algún modo abrieron los ojos a muchos vendedores de que las cosas están cambiando, que ahora lo in es el ska, la ropa holgada y las patinetas, y que lo out es un disco en vivo de Paul McCartney en el Foro Sol, el grunge y los tenis con espuelas.
Pero el Chopo es más que eso, es nuestra megabiblioteca (antes de que se pretendiera construir el elefante blanco que se hará en esa misma calle), nuestra megafonoteca, nuestro único espacio, que lo mismo nos da la oportunidad de leer a Burroughs, que escuchar el primer demo de Los Estrambóticos, que nos acerca a Lovecraft que al actor cinematográfico Boris Karloff. Porque en el Chopo lo mismo encuentras, con un poco de suerte, los discos de El Personal como a la mujer que será la madre de tus hijos.
En el corredor del tianguis, una calle no mayor de 300 metros, hay magia. En el suelo está la mayoría de la mercancía, al lado de cada puesto se levantan paredes de libros, discos, playeras, lentes... arsenal de cultura a la vista de todo el mundo. Porque gente de todo el planeta ha pisado este lugar: españoles, japoneses, gringos, sudamericanos... todos.
Después de 23 años no se puede seguir igual. El Chopo ha cambiado, la situación del rock en México también. Un comentario superficial y no del todo erróneo es que más que un espacio cultural, parece ya un bazar. En efecto, también lo es, lo tiene que ser para su supervivencia. Para garantizar la venta de sus locatarios. Pero esto ya no es lo que preocupa a los veteranos del tianguis. Hay un problema mayor: la continuidad.
Aurelio González, uno de los primeros tianguistas del Chopo y de los personajes más activos, pues lo mismo tira un madrazo al asaltante que propone cambios, señala errores e incentiva las actividades culturales. Dice, sin pelos en la lengua, que nunca pensaron que el Chopo durara tanto. ''La verdad es que nos han rebasado los problemas de organización, porque nunca hemos entrado al juego de corrupción de la delegación, ésta no ha hecho nada, al contrario, permite el ambulantaje, y eso a nosotros nos ha creado más problemas". No obstante, se preparan ante lo que les han dicho los vecinos acerca de que la actual delegada de la Cuauhtémoc, Virginia Jaramillo, afirmó en sus promesas de campaña que desalojaría el Chopo. "Tenemos que reaccionar, trabajar en pleno, ahora más que nunca, dejarnos de politiquerías internas, porque nos podemos ir a la chingada, tenemos que estar unidos para enfrentar a la delegación".
Este es el Chopo, rocanroleros al grito de guerra, tianguis con un espacio para que toquen los grupos, una pequeña galería en la que cada sábado hay una muestra fotográfica, una calle que ha dado la vuelta al mundo. Este sábado celebra sus primeros 23 años, así, agobiados por los humos del rocanrol, levantarán una vez más su copa para brindar por el trecho recorrido. Habrá refresco y pastel para los visitantes. Compartiendo su cuerpo y la sangre con todos los feligreses choperos. Felicidades. Es sólo el Tianguis Cultural del Chopo, pero nos gusta.
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