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México D.F. Domingo 5 de octubre de 2003
"Oye, gringo, pregunta a tus padres de dónde
son", rezaba una pancarta
Casi 100 mil personas exigen "amnistía ahora"
para los indocumentados en EU
Culmina con festival multinacional en Nueva York la
Caravana de la Libertad para los Trabajadores Inmigrantes Con Bronco
y Wyclef Jean la manifestación se hizo canto y baile
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Nueva York, 4 de octubre. En la mayor manifestación
política de indocumentados jamás vista en Estados Unidos,
decenas de miles sumaron voces latinoamericanas, caribeñas, africanas,
asiáticas, irlandesas y más en un solo coro por la dignidad,
legalización y respeto a los derechos de los inmigrantes, y con
ello dejaron en claro que ya no permitirán ser ignorados.
"¿Que queremos? ¡Amnistía! ¿Cuándo?
¡Ahora!", corearon una y otra vez. En este festival de lo que se
convirtió en un solo pueblo multinacional en esta ciudad que ha
sido históricamente la puerta a la inmigración a Estados
Unidos, nació un nuevo movimiento, formado por trabajadores inmigrantes
de todas las esquinas del planeta.
Ante
este mar humano que, según los organizadores, ascendía a
100 mil personas, habló el cardenal de Nueva York, políticos
locales y federales, los presidentes nacionales de los sindicatos de trabajadores
de restaurantes y hoteles, de alimentos, de transporte, textiles y confección,
construcción, del sector salud, el presidente de la central obrera
nacional AFL-CIO, representantes de organizaciones de defensa de inmigrantes
y líderes de derechos civiles.
María Elena Durazo, con una cruz en la mano, símbolo
de los inmigrantes que han muerto cruzando la frontera, declaró
que "las leyes (de inmigración) tienen que cambiar; no sirven".
Durazo fue la coordinadora nacional de la Caravana de la Libertad para
los Trabajadores Inmigrantes, en la que 900 participantes cruzaron el país
desde 10 ciudades en 18 autobuses celebrando foros y manifestaciones en
más de 100 pueblos y ciudades rumbo a Washington y que culminó
hoy aquí. Inspirada en las caravanas de la libertad del movimiento
de derechos civiles de los años 60, los organizadores señalaron
que esto es parte de la misma tradición. De hecho, aquí había
dirigentes negros que participaron con el reverendo Martin Luther King
en ese movimiento.
Movimiento sindical
También ocurrió uno de los primeros encuentros
entre sectores progresistas del mundo de derechos civiles de la comunidad
negra y la de inmigrantes, sobre todo la latina. El movimiento sindical,
con ello, retomó su histórico papel de unir a trabajadores
de todo origen, de hecho, los sindicatos nacieron de estas coaliciones.
Aquí el encuentro fue convocado en más de 18 idiomas.
"Jamás en la historia de nuestro país hemos
atestiguado lo que estamos viendo hoy y en las dos semanas recientes",
declaró a los manifestantes Frank Sharry, director del Foro Nacional
de Inmigración. "Ustedes han transformado el debate nacional para
siempre."
Pero
fue la música lo que generó un entusiasmo universal. El grupo
Bronco subió al estrado y con ello la manifestación se hizo
baile mientras la enorme presencia mexicana cantó con ellos. "Estamos
con ustedes por lo que están luchando. A todos los de aquí,
africanos, sudamericanos, y nuestros paisanos mexicanos. Aquí no
hay razas ni etnias, sino todos somos humanos, y aunque estamos en casa
ajena, queremos nuestros derechos", comentaron entre canciones.
En entrevista con La Jornada, Lupe Esparza, de
Bronco, expresó que "nos pareció muy bien estar con nuestra
gente, aunque no vivamos aquí, nos encanta ver cómo la gente
se une para luchar pacíficamente por sus derechos y por una mejor
calidad de vida".
La veterana defensora de los derechos de los inmigrantes
proveniente de Houston e integrante de la caravana, María Jiménez,
declaró ante el público que "hemos caminado por muchas tierras
para llegar aquí a mostrar la unidad de toda la humanidad".
"Nueva feria mundial"
Las banderas de decenas de países ondeaban en el
parque de Queens, bajo los recuerdos de la Feria Mundial de 1964, y con
los rascacielos de Nueva York al fondo. Había tacos, comida china,
haitiana, centroamericana, y música de todas partes. De hecho, se
festejaba una nueva "feria mundial" aquí.
"Oye,
gringo, pregúntales a tus padres de dónde son", rezaba una
pancarta. Otras subrayaban que todo ser humano es legal, el derecho a la
dignidad, pero más que nada, estaba la demanda de amnistía
para todos los indocumentados. Familias con sus niños, delegaciones
enormes de sindicatos con camisetas de la Virgen de Guadalupe; contingentes
de estudiantes y mil colores de prendas, sombreros y todo tipo de símbolos
de decenas de países. Tambores africanos, coreanos, del sindicato
de transportistas, daban ritmo a contingentes de diversas partes de Nueva
York que llegaron para dar la bienvenida a la caravana.
Esta celebración también fue una conquista
del temor mediante la unidad, del temor cotidiano de todo indocumentado
inmigrante que es obligado a vivir en las sombras de esta sociedad, y que
hoy salió a la luz del día para gritar, bailar y expresar
su solidaridad con sus contrapartes de todo el mundo.
El gran músico Wyclef Jean convocó a todos
en inglés, español, francés, creole, francés
con su mezcla de música de reggae, hip hop y rock. Cantó:
"aunque somos mexicanos, somos descendientes de lo más alto; aunque
somos africanos, somos descendientes de lo más alto" y así
con jamaiquinos, con haitianos. Pidió una oración para todos
los refugiados del mundo. Con ello, empezó con Bob Marley, ofreció
un fragmento estilo Jimmi Hendrix del himno nacional de Estados Unidos
en su guitarra, lo que se convirtió inmediatamente después
en un Guantanamera con ritmo africano. Uno de los coros que cantaron miles
con él fue "mucho trabajo, poquito dinero".
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