México D.F. Miércoles 15 de octubre de 2003
Persiste desigualdad en salarios y ocupaciones,
principalmente en tareas domésticas
Las crisis económicas intensificaron la inclusión
de la mujer en el ámbito laboral
Las que han trabajado "tienden a conservar relaciones
de género equitativas": investigadora
A partir del reconocimiento de los derechos políticos
de las mujeres mexicanas en 1953, la participación femenina en los
procesos electorales y la toma de decisiones fue un hecho legal, pero prácticamente
inexistente en la realidad, toda vez que millones continuaron sumidas en
el analfabetismo, sin oportunidades para fortalecer su formación
educativa y excluidas del mercado laboral.
Pero casi 30 años después, en el décimo
Censo Nacional de Población y Vivienda efectuado al inicio de la
década de los 80, se encontró que de los 33 millones 807
mil mexicanas, casi la mitad no tenía estudios superiores, mientras
6 millones 141 mil eran económicamente activas y cerca de 12 millones
continuaban desarrollando labores del hogar.
La eseñanza se convirtió, en esa década,
en una de las principales profesiones para las mujeres y en el único
campo laboral donde eran mayoría frente a los hombres, pues de los
555 mil puestos docentes, 318 mil correspondían a mujeres, la mayoría
en educación primaria.
Brígida
García Guzmán, investigadora de El Colegio de México
especializada en fuentes de empleo, género y familia, explicó
que la inclusión masiva de la mujer en el mercado de trabajo de
debió a las crisis económicas sucesivas que, junto a un incremento
en el proceso de urbanización y a un aumento en la demanda de mano
de obra femenina, las obligaron a laborar fuera de casa para completar
el gasto familiar.
Agregó que en 1950, de la población mayor
de 12 años que reportaba haber trabajado alguna vez en su vida,
las mujeres sólo representaban 13 por ciento, mientras que en 1970
eran 17 por ciento. "Actualmente casi somos 40 ciento de la población
económicamente activa, lo que no significa que la segregación
en el mercado de trabajo se haya superado."
Las mujeres continúan asumiendo hoy el papel tradicional
de protectoras y cuidadoras, pues cuentan con mayor presencia en profesiones
como maestra, enfermera, secretaria o trabajadora doméstica, indicó.
Si bien el mercado de trabajo se ha diversificado para
la mujer, este cambio "no ha sido sustancial, pues la mayoría de
ellas continúa ejerciendo profesiones que las vinculan con su papel
tradicional". Agregó que entre los avances positivos "destaca que
las mujeres que han tenido alguna experiencia laboral tienden a conservar
relaciones de género equitativas con mayor poder de decisión
y más libertad de movimiento".
Aun cuando tenían derechos políticos plenos
en esos años, en la realidad la situación cotidiana las mantenía
al margen de la vida pública. De acuerdo con una investigación
del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
y el Instituto Nacional de las Mujeres sobre el perfil social de hombres
y mujeres, 30.4 por ciento de la población masculina mayor de 12
años continúa desempeñando un papel tradicional de
proveedor, ya que se dedica exclusivamente a las labores extradomésticas,
mientras 47.8 por ciento de la población femenina únicamente
realiza trabajo doméstico no remunerado.
En cuanto a la estructura ocupacional, indica que de cada
100 hombres trabajadores, 23 son agricultores y 21 se desempeñan
como artesanos y obreros. Por el contrario, del total de las mujeres dedicadas
a alguna actividad extradoméstica, 19.9 lo hace en el comercio como
vendedora o dependienta; 15.6 como artesana y obrera; 13.4 como oficinista,
y 11.1 como trabajadora doméstica.
Según la investigación, las labores típicamente
femeninas son el servicio doméstico, que ocupa a 88.4 por ciento
de mujeres del total de empleados en este rubro, y las maestras, con 60.4.
Las ocupaciones típicamente masculinas son: operador de maquinaria
agropecuaria, operador de transporte y vigilante, con predominio masculino
de 90 por ciento.
Por lo que respecta a la desigualdad del ingreso hombre-mujer,
se afirma que en 10 grupos de ocupación el ingreso medio masculino
es superior al femenino. Así, maestras, empleadas en servicios,
oficinistas, ayudantes de obreros, trabajadoras domésticas, funcionarias
públicas, profesionistas, comerciantes, dependientas, artesanas,
obreras y supervisoras industriales, perciben entre 4 y 33.1 por ciento
menos que los hombres.
Marcela Lagarde, antropóloga especializada en temas
de género, aseguró que la mujer es considerada, "en cualquier
posición laboral, como trabajadora de segunda, por lo que gana menos
y tiene pocas oportunidades de participar en una organización sindical
que consolide sus derechos laborales". Nosotras, dijo, tenemos que hacer
doble esfuerzo para que se considere "que nuestro trabajo es bueno y se
valore, pues nuestra cultura es de una enorme devaluación de las
mujeres".
Marisol Pérez Lizaur, profesora e investigadora
del Programa de Posgrado en Antropología Social de la Universidad
Iberoamericana, destacó que si bien estudios recientes reconocen
un crecimiento de la participación femenina en las actividades económicas,
"esto se genera desde las comunidades, es decir, ellas tienen la iniciativa
de impulsar pequeñas unidades de producción que les permiten
trabajar, pero sin descuidar las labores domésticas, alcanzando
el éxito cuando logran involucrar en este proceso productivo al
hombre".
Especialista en el campo laboral femenino, Pérez
Lizaur indicó que un estudio enfocado en las altas ejecutivas de
centros urbanos evidencia la falta de una estructura social para que la
mujer pueda afrontar sus responsabilidades laborales, "por lo que es común
que acudan a sus madres para suplir esta carencia social que no les facilita
su trabajo".
Algo que comienza a ser evidente, aunque sólo entre
altos ejecutivos, aseguró, es la enorme presión social para
cumplir con su papel de proveedor, y "aunque expresen el deseo de compartir
más tiempo con su familia, la dinámica laboral se los impide".
En México "comienzan a surgir formas sociales donde él reconoce
que ella gana más y [así] conversan para ver quién
se queda en casa asumiendo las responsabilidades, pero el costo social
para ellos aún es muy grande".
En cuanto a la transformación de la estructura
familiar, ésta varía de un sector a otro, pues mientras en
las familias pobres se ha incrementado el número de mujeres al frente
del hogar, "se ha demostrado que son mejores administradoras de los recursos
familiares que los hombres, pese a que su acceso a los bienes económicos
sea mucho menor. Además, se produce una mejor distribución
del trabajo (...) de la casa cuando quien está al frente es mujer".
En los hogares de clase media, dijo, se dan casos muy
exitosos donde ambos asumen su responsabilidad en el hogar y en el trabajo,
porque saben negociar, pero también es posible encontrar casos opuestos
donde no hay participación equitativa.
Así, añadió, encontramos a mujeres
de todas las clases sociales que desde la década de los 80 salen
a trabajar, aunque no siempre en condiciones equitativas, aun cuando deben
ser eficientes tanto en el trabajo como en el hogar.
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