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México D.F. Miércoles 15 de octubre de 2003
Jorge Santibáñez Romellón
California se nubló
La reciente destitución del gobernador de California, Gray Davis, seguida de la designación de Arnold Schwarzenegger como su sustituto, han despertado un inusitado interés en México. Ciertamente caemos un poco en la trampa en que cayó el electorado de California, al sentirnos atraídos por la popularidad del actor más que por su programa de trabajo. Mucho del espacio que medios de comunicación mexicanos han dado a este acto responde a esa lógica. Sin embargo, la elección no sólo sorprende, sino preocupa, sobre todo en México. Las razones son varias.
En primer lugar es importante reconocer la injusticia del proceso que convirtió en gobernador al siete veces ganador del título de fisicoculturismo Mr. Olimpia, prácticamente sin ningún antecedente político, que brinca de las pantallas a la escena política nada más y nada menos que co-mo gobernador del estado más poblado y uno de los más ricos de Estados Unidos. Llama la atención la facilidad con la que la continuidad de un gobernador puede ser llevada a referéndum, en un formato de todo y todos contra él. Una vez destituido, la moneda está en el aire y, tal como se demostró, cualquiera puede ganar.
Un segundo aspecto a retener es la improcedencia de algunas comparaciones que se han establecido entre Schwarzenegger y el ex presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, que ofenden de manera inconsciente al último. Comparado con el ex Mr. Olimpia, Reagan sería casi un intelectual de trascendencia mayor. Schwarzenegger carece de la más mínima ideología o proyecto político, se trata de un factor oportunista en medio de una coyuntura generada por un proceso de referéndum sobre el que los legisladores de California deberán reflexionar.
Bajo el nada despreciable supuesto de que el conocido actor no logre remediar el enorme déficit que tiene el estado, es muy probable que él y su equipo busquen a "quién cargarle el muerto", y ya sabemos que en California los candidatos ideales para cargar con la responsabilidad de sus problemas económicos son los migrantes mexicanos. En este escenario podría regresar la funesta época de Pete Wilson, gobernador de California en los noventa y hoy uno de los principales asesores de Schwarzenegger.
El argumento de Wilson era muy simple y le dio buenos resultados para relegirse en 1994: culpó a los migrantes, sobre todo a los indocumentados, del déficit presupuestal. En consecuencia promovió leyes (como la llamada propuesta 187) para limitar el acceso de los migrantes a servicios básicos como educación y salud, y presionó al gobierno federal para que fuera "más eficiente" en el control de la frontera. De esta presión se derivó el modelo actual de control de la frontera y la instrumentación de programas como el llamado Operativo Guardián, que tantas muertes de mexicanos ha propiciado y que ha modificado negativamente la composición y características de los desplazamientos migratorios.
Funcionarios federales de esa época, en la que el país era gobernado por los demócratas en la persona de Bill Clinton, hoy dedicados a labores académicas, mencionan "en corto" que esa serie de programas se desarrollaron para no "perder" un estado como California y dejarlo en manos de ideologías aún más duras que las de Wilson y su equipo, las cuales hubrían instrumentado programas más negativos que el Operativo Guardián. Preferiría equivocarme, pero nadie se sorprenda si se intenta aprobar una ley similar o si se deja de reconocer la matrícula consular como identificación oficial o, peor aún, si para el otorgamiento de documentos básicos, como licencia de conducir, se pide residencia autorizada.
Claro, podrá decir que la comunidad mexicana hoy tiene un peso mayor. Sin embargo, debemos aceptar que esa comunidad no pudo evitar el triunfo de Schwarzenegger y que, si bien es cierto que los mexicanos representamos la cuarta parte de la población en California, los hispanos o latinos, entre los que están incluidos mexicanos y personas de otras nacionalidades, significan apenas 16 por ciento del electorado y aún no se han organizado lo suficiente para tener peso político proporcional a su tamaño.
México debe estar pendiente, evaluando y dando seguimiento a la situación de los mexicanos en California y reaccionando inmediatamente ante cualquier desviación que pudiera limitar los derechos de esta comunidad. El resultado es una buena noticia solamente para los industriales y empresarios de California, para el presidente Bush, quien ve cómo uno de los estados más importantes regresa a ser gobernado por su partido, y por supuesto para los aficionados al cine, que dejarán de sufrir las actuaciones del ahora gobernador de California. Para México es mala noticia. Presidente de El Colegio de la Frontera Norte
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