El grafitti, expresión en pie de lucha

La banda dice que no dejará de rayar, aunque la SSP cree escuadrones para evitarlo

GERARDO PIMENTEL ZOPI ESPECIAL PARA LA JORNADA

El pasado 7 de agosto, entre gran expectación de los medios de comunicación, el responsable de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, dio a conocer algunas de las medidas propuestas por el asesor y ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, que están contenidas en el llamado plan de cero tolerancia. El paquete de recomendaciones prevé la creación de una unidad antigrafitti, así como la instalación de cámaras de circuito cerrado en unidades habitacionales y en zonas de mayor presencia de grafitti y delincuencia. Así, unidos ambos términos.

Según se supo, la delegación Alvaro Obregón sería el laboratorio donde empezaría ese experimento. El lugar de origen de Los Panchitos, ni más ni menos. Si es cierto lo que dice la banda, que debajo de cada piedra de los barrios hay un grafitero, ese día Ebrard declaró la guerra a cientos de miles o tal vez millones de jóvenes. Ante esa amenaza, mientras una parte de la banda agita el aerosol y prepara las válvulas para responder, otra llama al diálogo y a la revaloración de esta forma de expresión, y de paso pone sobre la mesa la pregunta de a quién pertenecen las calles.

"Pese a los escuadrones antigrafitti la banda no va a dejar de pintar. Los que declararon la guerra son esos güeyes y nosotros no vamos a perder -afirma Humo, uno de los más reconocidos grafiteros de Neza-. No tienen la menor idea de la cantidad de chavos que hacen grafitti. Atrás de nosotros vienen morritos de ocho y 10 años rayando sus cuadernos, empujando bien cabrón. Si ahora les niegan el chance de pintar van a aferrarse más. El grafo en las calles es un reflejo de la falta de espacios para los chavos. Ellos ya tienen otras inquietudes, los pinches programas que aplica el Estado para el desarrollo integral de los jóvenes no visualizan realmente sus necesidades."

El Fly, grafitero y editor de Kolords, una de las mejores publicaciones de esta expresión, reafirma esa visión: "Para nosotros es una forma de decir estamos vivos; tenemos un reconocimiento social, aunque somos atacados, discriminados y reprimidos. Tenemos una voz que queda impresa, pintada. No discriminamos ningún tipo de expresión juvenil; puede haber punketos, darketos, skatos, hiphoperos, reggaeseros y metaleros. El común denominador es pintar lo que tengas ese día en el corazón.

"Existen dos tipos de grafitti: legal e ilegal. En la parte ilegal lo que le da emoción y adrenalina es el tiempo tan breve que tienes para realizarlo; es medianoche y se te cierra la garganta. Hasta los legales, los que negociamos los muros para pintar, debemos tener como parte de nuestra trayectoria esa emoción que dan las pintas ilegales. Es como graduarnos, entre comillas.

"El grafitti no tiene ninguna asociación con la delincuencia, y eso que se menciona que algunas pintas están vinculadas con el narcotráfico, que contienen mensajes de lugares donde se vende droga, es una mentira fatal. Creo que los medios de comunicación y las autoridades han tratado de buscar algo sensacionalista y otra etiqueta que ponerle a los jóvenes.''

Otro de los grafiteros legales, El Lupus, del colectivo Neza Arte Nel, se suma a este llamado a la tolerancia: "Hay que apostarle a la cultura de la diversidad, a una ciudad donde quepamos todos. No puedes meter a la cárcel a la mitad de tus jóvenes, porque miles de chavos alguna vez han rayado. Si se adoptan las recomendaciones de la cero tolerancia, el Distrito Federal se va a convertir en un sitio de múltiples guerras".