México D.F. Lunes 1 de diciembre de 2003
Ayer fueron repatriados a España los
cuerpos de los 7 espías abatidos en el país árabe
La retirada de Irak "sería el peor de los caminos",
sostiene Aznar
"A pesar del riesgo, quisieron luchar contra el terrorismo",
señala el jefe del gobierno
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 30 de noviembre. La muerte de los siete
agentes del servicio de espionaje español en Irak, cuyos cadáveres
fueron repatriados este domingo, no provocó cambios en la política
de apoyo a la guerra de ocupación por parte del presidente del gobierno
español, José María Aznar, uno de los dirigentes europeos
que apoya con más entusiasmo la política bélica del
presidente estadunidense, George W. Bush, y del primer ministro británico,
Tony Blair.
A
pesar de que los partidos de oposición y la mayoría de la
sociedad se ha manifestado contrarios a la guerra en Irak, Aznar reiteró
hoy, en una declaración institucional, que mantendrá a los
efectivos militares en el país árabe, ya que "no hay otra
alternativa".
La acción de mayor envergadura de la resistencia
iraquí contra los agentes y militares españoles desplegados
en Irak -más de mil 400- reavivó en España el debate
sobre la pertinencia de la guerra iniciada por Estados Unidos y Gran Bretaña,
pero sobre todo la postura mantenida los últimos meses por España,
el único país europeo del Consejo de Seguridad de la Organización
de Naciones Unidas que pugnó por la guerra e incluso hizo proselitismo
de la misma en otros países, como México y Chile.
Mientras llegaban a España los féretros
de los siete espías asesinados ayer a unos 30 kilómetros
de Bagdad, que fueron víctimas de una emboscada y con las imágenes
todavía presentes en la sociedad española de los jóvenes
iraquíes bailando sobre el cuerpo calcinado de uno de ellos, Aznar
compareció ante los medios de comunicación portando una corbata
negra en señal de luto, y señaló que los agentes murieron
en "cumplimiento de su deber" con valentía y que eran plenamente
conscientes del riesgo que asumían.
"A pesar del riesgo, quisieron luchar contra el terrorismo
que nos amenaza aquí y allá", indicó Aznar, quien
subrayó que "la presencia española en Irak tiene sentido
y la retirada de la lucha antiterrorista sería el peor de los caminos".
El presidente del gobierno español, que también
negoció con varios países latinoamericanos el envío
de soldados a cambio de la cancelación de deudas financieras pendientes,
señaló que "el odio fanático que ha acompañado
a esta nueva atrocidad ha dado imágenes inconcebibles", en referencia
a los vítores a Saddam Hussein y el baile que hicieron algunos iraquíes
sobre los restos de los espías españoles.
Aznar reiteró que mantendrá el despliegue
militar y de espionaje en Irak, al señalar que la presencia española
"tiene sentido" dado que la libertad de todos está amenazada por
los terroristas y subrayó que "contra ese fanatismo, que considera
enemigos a todos los que no participan de él, no hay más
remedio que plantar cara".
El ministro de Defensa, Federico Trillo, viajó
el mismo sábado a Bagdad para agilizar los trámites de la
repatriación de los cadáveres. El avión con los restos
mortales llegó la tarde del domingo al aeropuerto militar de Torrejón
de Ardoz, donde fue recibido por miembros del gobierno, familiares y un
cura que ofreció en plena pista una misa en su memoria.
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