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México D.F. Lunes 1 de diciembre de 2003
"Los ricos están perdiendo"
Una lucha periodística por obtener respuestas "sí o sí" de los observadores del proceso de recolección de firmas para que se definieran por uno u otro bando reflejaba este domingo el estado de polarización que caracteriza a la política venezolana. Este ambiente se mostró también en los centros de votación: peleas entre opositores y oficialistas, aunque luego todo quedara en paz, mientras la salsa marca un ritmo que por momentos suaviza el enfrentamiento, que se da en ocasiones mediante canciones y consignas cantadas. Este era el escenario en los municipios de los estados cercanos a Caracas, que La Jornada recorrió con observadores internacionales. En la capital, en cambio, todo era más violento y agresivo.
En los barrios de clase alta hubo largas filas para firmar las planillas; en los pobres, los representantes de la oposición esperaban pacientemente que llegaran firmantes. Valentín Trocoño, moreno de ojos claros que alardea de llevar bien su edad, sostiene que por una vez "los ricos están perdiendo" y que Hugo Chávez "logró lo que nadie: incluir a toda la sociedad. Por eso yo estoy hablando aquí (...) Yo estuve muchas veces preso bajo los gobiernos que se decían muy democráticos, cuando intentaba solamente hablar, y como era pobre iba con mis huesos a la cárcel". Cerca de él, una mujer vestida con ropa deportiva de excelente confección intenta convencer a un observador español que ella es tan pobre como los más pobres, ya que "Chávez nos ha empobrecido a todos". Un momento después sube a una camioneta reluciente.
Dentro de esta tercera jornada, las mesas de recolección de firmas continuaron entregando las tarjetas "comprobantes" a cada firmante, o se colocaba un sello en un papel cualquiera que llevaba el número de planilla en que votó. Esto sólo podía tener un objetivo: el comprobante serviría para que los trabajadores no fueran despedidos o para reclamar algún posible pago por firmazo, denunciaron algunos. Esta situación creaba permanente conflicto entre los representantes de la opositora Coordinadora Democrática y los observadores oficialistas del Plan Ayacucho. Para éstos, "en cualquier lugar del mundo eso sería no sólo fraude, sino un chantaje sobre los trabajadores: 'o firmas o te despido'".
Para justificar su firma, muchos opositores argumentaban: hay que "tumbar a Chávez, porque entrega el dinero del petróleo a Cuba". "No queremos caer bajo el comunismo" ni "regalar el agua a los cubanos". Los más articulados sostenían que Chávez había "despertado el odio de clases". Después de todo, "pobres hubo siempre" en Venezuela. Entre esos pobres, en cambio, uno se preguntaba si acaso la permanente confrontación planteada por la oposición, con el frustrado golpe de Estado de abril de 2002, y el paro patronal, no habían terminado haciendo crecer la conciencia de los siempre olvidados. STELLA CALLONI, ENVIADA
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