En la pasada década se redujo 20% la capacidad de generar empleo industrial

Problemas heredados impiden al GDF reactivar la economía de la capital

Tiendas departamentales y negocios informales, centros paralelos de comercio, afirma

MIRNA SERVIN VEGA

La falta de recursos del Gobierno del Distrito Federal, debido a problemas heredados, le impide enfrentar la reactivación de la economía de la ciudad, que en la década pasada redujo 20 por ciento su capacidad para generar empleo industrial, convirtiéndose ésta en una mezcla de servicios financieros y personales que contrasta con la proliferación de actividades informales.

De acuerdo con el proyecto del Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, el perfil económico de la capital sufrió en los últimos años grandes transformaciones en su vocación productiva. El cierre de 3 mil 100 empresas entre 1993 y 1998 empezó a marcar la caída de la dinámica industrial de la ciudad, y de 1990 a 1996 la capacidad para generar empleos en este ramo se redujo 20 por ciento.

"Esta tendencia está marcada por el comportamiento de la industria manufacturera, que en 20 años disminuyó su aportación en la generación del producto interno bruto local, de 29 a 20 por ciento".

El documento reconoce tres fenómenos que explican la desindustrialización: la desaparición de empresas locales no competitivas en un mercado interno estancado, bajo un escenario de poco o nulo apoyo estatal y de total desventaja frente a sus competidoras extranjeras; la salida de grandes y medianas empresas hacia las regiones centrales y norte del país, con los costos y dificultades de movilización que esto conlleva, y la incapacidad de la megalópolis para articularse regionalmente y aprovechar sus ventajas comparativas para competir en el mercado mundial.

En contraste, se precisa que la ciudad cuenta con potencial, ya que es la entidad mejor comunicada con el país y el mundo, tiene 130 mil establecimientos industriales y de servicios, es el principal centro financiero, con 60 por ciento de la actividad bancaria, y cerca de 75 por ciento del ahorro financiero nacional.

Sin embargo, "este esquema favorece la existencia de un reducido sector moderno -básicamente servicios financieros y personales, que genera más de la mitad del producto bruto de la ciudad-, pero se caracteriza, sobre todo, por la proliferación de micronegocios y autoempleo, en su mayoría informal", lo cual acentúa la brecha entre ambos sectores.

Asimismo, los centros tradicionales de abasto de la ciudad de México, como mercados públicos, negocios de abarrotes, tortillerías y panaderías, entre muchos otros, se han visto desplazados en los últimos años "por un anárquico y acelerado proceso de cambio en los patrones de la actividad comercial, que se expresa en la proliferación de megacentros comerciales, tiendas departamentales, autoservicios y franquicias".

En dicho proyecto se señala que este fenómeno margina a los productores nativos, modifica los patrones de consumo y causa alteraciones en el funcionamiento urbano.

Además, los sectores más pobres de la población se abastecen con productos de baja calidad que adquieren a precios accesibles en un mercado informal que prolifera cada día más en la ciudad de México.

Los grandes centros departamentales, así como el ambulantaje, muestran dos circuitos comerciales paralelos aislados que reflejan también lo que sucede en el resto de la economía nacional.

El gobierno capitalino argumenta en su proyecto de programa que sus finanzas enfrentan problemas para costear el desarrollo, que van desde la deuda heredada, no saldada por el gobierno federal; la reducción paulatina de las transferencias federales; la exclusión del DF de los fondos de apoyo a los municipios; la limitación para contraer deuda pública; la carga financiera de las obras de infraestructura de escala metropolitana; las limitaciones de la fiscalidad local, y los subsidios necesarios a los servicios públicos determinados por la desigualdad social.