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México D.F. Martes 2 de diciembre de 2003
El escritor brasileño recorrió
la muestra quebequense en el Museo de las Artes
La efigie en bronce de Rubem Fonseca queda como prenda
para la UdeG
Develaron la escultura del ganador del premio Juan Rulfo,
en la rectoría de la institución
Su obra literaria revela las oscuridades de la naturaleza
humana: Rafael Pérez Gay
MONICA MATEOS-VEGA Y JOSE DIAZ BETANCOURT ENVIADA
Y CORRESPONSAL
Guadalajara, Jal., 1° de diciembre. Ni reservado
ni discreto, el Rubem Fonseca que se encuentra en esta ciudad es todo lo
contrario a lo que se había anunciado; en particular, su legendaria
fobia a las fotogra-fías ha sido sepultada entre los pasillos de
la decimoséptima Feria Internacional del Libro (FIL) y en la rectoría
de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
En este último recinto, los fotógrafos se
dieron vuelo captando imágenes del escritor brasileño durante
la develación del otro yo de bronce del autor de Feliz año
nuevo, busto realizado por Alfredo López Casanova, que desde
hoy acompaña las efigies de los anteriores ganadores del Premio
de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
La escultura ''queda como inestimable prenda para la UdeG,
acaso un paliativo, un sustituto del pedazo de corazón nuestro,
que nos habrás quitado cuando te vayas", dijo al autor Dulce María
Zúñiga, coordinadora de la cátedra Juan Rulfo de esa
casa de estudios.
Luego de la develación del busto de Fonseca, éste
recorrió la muestra quebequense instalada en el Museo de las Artes.
Contagio de una amistad
Por
otra parte, un amistoso encuentro, pletórico de citas a la obra
del narrador brasileño y de anécdotas sobre este gigante
de las letras, ocurrió el domingo en la FIL. Fue el panel Amigos
de Rubem Fonseca, cuyo título elogiaron Jean Franco, moderadora,
y los participantes Rafael Pérez Gay, Elmer Mendoza, María
Baranda, Francisco Hinojosa, Marçal Aquino, Aubín Arroyo
y Romeo Tello.
Pérez Gay leyó un documento abundante en
datos, en el que destacó los 40 años que Fonseca lleva de
escribir sin pausa, con vigor juvenil, con lo cual ha llegado a ocupar
un lugar central en las letras latinoamericanas. Sus creaciones, expresó,
revelan las oscuridades de la naturaleza humana, así como la vastísima
cultura literaria del autor brasileño, un ''escritor libresco".
Resulta ''escalofriante", añadió Pérez
Gay, la cantidad de obras que llegó a dar a conocer en periodos
cortos. Y remató su intervención con palabras tomadas de
una de las novelas del nuevo premio Rulfo, las cuales, en su opinión,
engloban ''toda" la obra de Fonseca: ''Existe el amor, claro, y existe
la vida, su enemiga".
A su vez, Mendoza expresó a los asistentes al encuentro:
''También ustedes van a ser amigos de Rubem", y planteó que
fue una ''maravilla" que un día antes acudieran cientos de fotógrafos
a captar imágenes de Fonseca, quien, señaló, ''no
es un divo", sino un autor con gran capacidad de escuchar y responder.
La poeta Baranda hizo ''una crónica de una crónica,
contra la agonía de la luz", en la cual, con una prosa plena de
poesía, apoyada en textos del autor de Agosto, se refiere
a la ocasión en que un Fonseca joven, estudiante de derecho, tuvo
un encuentro, años antes de publicar su primera obra, con Dylan
Thomas.
Hinojosa habló de tres encuentros suyos con Fonseca,
el más reciente de los cuales, al que también acudieron otras
cinco personas, ocurrió en Río de Janeiro, en el supermercado
de una estación gasolinera, donde el maestro de las letras propuso:
''¿Por qué no leemos poesía en voz alta". Y lo hicieron.
Magia pura.
Aquino, escritor brasileño, hizo su exposición
en portugués, en la cual se refirió a los difíciles
días que se vivían en su país en 1963, cuando su compatriota
publicó su primer libro y puso el dedo en la llaga al señalar
que da la ''sensación" de que los textos de Rubem Fonseca ''fueron
escritos la semana pasada", no hace décadas.
Arroyo contó que su primer contacto en persona
con Fonseca ocurrió en la casa de éste, en Río de
Janeiro, cuando le llevó un encargo de Romeo Tello. En esa ocasión,
el autor de Pasado negro recibió a Arroyo frente al elevador,
afuera de su departamento, y comenzó a hablar maravillas sobre México.
Entraron, el brasileño siguió con el tema y así continuó
hasta que Arroyo se fue, sin poder decir algo.
Tello, catedrático y traductor, afirmó que
ha ''explotado" a Fonseca durante años, y relató que un día
el escritor lo visitó en su casa, donde, a petición de éste,
comieron sopa de verduras. Tello agregó que en esa ocasión
contempló, se entiende que con algún nerviosismo, cómo
su hija Irene, entonces de ocho años, tomó de la mano al
brasileño, autor de cuentos de pedófilos, y lo llevó
a su cuarto para mostrarle su hámster. Nada que temer. Después
de eso Irene nombró a su roedor Fonseca, con autorización
del escritor.
El encuentro que comenzó con menos de 10 amigos
terminó con más de cien, pues los asistentes mostraron estar
contagiados por la amistad de Fonseca.
Afuera de la sede de la feria, la luna también
mostró una gran sonrisa, que abarcaba casi la mitad del rostro.
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