México D.F. Miércoles 3 de diciembre de 2003
Promueve aquí su reciente novela, Angosta, publicada por Seix Barral
Invocar ciudades imaginarias propicia gran libertad narrativa: Héctor Abad
''Uno es del sitio donde se habla con el acento que uno pronuncia'', expresa
El escritor colombiano prepara la traducción en verso de la Divina comedia
CESAR GÜEMES
Regresó a su país natal, no obstante las posibilidades de naturalizarse italiano, porque no fue capaz de sacar a su patria del pensamiento y porque, considera en entrevista, ''uno es del sitio donde se habla con el acento que uno pronuncia". Héctor Abad Faciolince se expresa así luego de que sobre él y su familia pesaron en Colombia amenazas de muerte, una de ellas cumplida en la persona de su padre.
De paso por México para promover su nueva novela, Angosta, publicada por Seix Barral, en la cual reúne características de diversas ciudades contemporáneas para que en condiciones extremas se desarrolle la trama de la obra.
-Parece que creó la ciudad de Angosta para tener a mano una especie de laboratorio narrativo.
-Puede ser. Angosta se sitúa dentro de la tradición de ciudades imaginarias, como las de William Faulkner, Juan Rulfo o Gabriel García Márquez. El método que varios escritores inventaron y que luego cayó en desuso mantiene vigencia y permite gran libertad literaria. Por el momento no deseaba hacer una novela situada en Medellín, como las que he hecho, sino reunir la experiencia geográfica de distintas urbes del mundo: el check point de Berlín, el muro que se construye en Israel, una frontera como la de México y Estados Unidos y un hueco por donde intentan colarse las personas de tierra caliente a tierra fría. Angosta es una urbe que reúne diversos aspectos de metrópolis contemporáneas y contiene una historia por contar.
Vínculo extra con el lector
-ƑLa reunión de esos elementos no le hizo más difícil articular la vida de los personajes de Angosta?
-No, porque geográficamente el sitio se parece un tanto a Medellín. A partir de elementos de la realidad juntos en un solo espacio, conseguí la libertad para hablar de gran cantidad de situaciones que ayudan a la trama. De modo que aunque pareciera una novela ubicada en un terreno de ciencia ficción, creo que el producto es muy realista, inclusive hiperrealista por las referencias que nos hacen pensar en lugares concretos.
Además el cuerpo novelado de Angosta, Héctor Abad decidió incluir una notable cantidad de notas de pie de página para establecer un vínculo extra con el lector. Explica así el recurso: ''Son las notas, ya trabajadas, claro, que muchos escritores se hacen de sus personajes. En este caso regalé al lector las fichas para que le funcionaran como divertimento y también como información".
Otra de las particularidades de la novela es el capítulo central, conformado por comentarios sobre la literatura actual en la que aparecen, por ejemplo, los puntos de vista de Juan Villoro, Fernando Vallejo o César Aira, textos realizados por los propios escritores: ''Es una especie de descanso en la novela, primero porque las opiniones de los escritores a los que pedí su participación resultan jocosas, y luego porque en esa parte de la obra la presencia de paramilitares, que deciden quién muere y quién vive, es muy intensa y violenta".
Traductor, entre otros, de Umberto Eco, Leonardo Sciascia, Giuseppe Tomasi di Lampedusa y Gesualdo Bufalino, Héctor Abad es autor de libros como Asuntos de un hidalgo, Fragmentos de amor furtivo, Basura, Malos pensamientos y Tratado de culinaria para mujeres tristes. Y trabaja, por lo pronto, en su país natal.
-ƑCómo consigue la calma para escribir en Colombia?
-Cuando me fui del país intenté adquirir la nacionalidad italiana porque deseaba sacar a Colombia de mi pensamiento. Pero no fui capaz de algo semejante. Aunque me relacioné con la cultura italiana, advertí que era un extranjero. Uno es del sitio donde se habla con el acento que uno pronuncia. De tal suerte que regresé mientras la matazón de colombianos sigue en varios frentes. Por fortuna, las armas ya no apuntan hacia mí como apuntaron hace unos años contra periodistas y académicos, y esto me permite el mínimo margen de maniobra para escribir. Espero que la situación continúe así y consiga terminar la traducción en verso de la Divina comedia, o sea que confío en permanecer en Colombia por un lapso muy largo.
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