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México D.F. Viernes 5 de diciembre de 2003
Jorge Camil
Verborrea
El pasado 1Ɔ de mayo George W. Bush, proclive a declaraciones inopinadas, anunció "oficialmente terminada la guerra de Irak". ƑA qué "guerra" se refería? No olvidemos que la invasión fue consecuencia de un ataque preventivo violatorio del derecho internacional público y de los estatutos de Naciones Unidas. Los soldados de Estados Unidos continuaban muriendo como moscas (79 en noviembre pasado, además de los 17 italianos y los siete agentes de inteligencia militar española asesinados como colaboracionistas), mientras Bush, de visita sorpresa en Bagdad para compartir la cena de Acción de Gracias con la tropa, declaraba orgulloso: "gracias por ayudarnos a defender la democracia". ƑA cuál democracia se refirió: a la estadunidense, violada a diestra y siniestra por una "guerra" conducida a espaldas del pueblo y "vendida" a congresistas obsecuentes merced a la patraña de las armas de destrucción masiva (ADM), o a la inexistente democracia iraquí?
Durante la cena de Thanksgiving, en la que el presidente sirvió personalmente charolas rebosantes del tradicional pavo al horno, agradeció con estudiada humildad la "invitación de sus anfitriones": šlos miembros del Consejo Iraquí!: Ƒquiénes son, cuáles son sus funciones? El presidente se refería a los esbirros exiliados en Washington, que desde el inicio de su administración fueron cuidadosamente indoctrinados en el Pentágono como "gabinete fantasma" bajo la tutela de Paul Wolfowitz, esperando la ocasión propicia. (A propósito del rimbombante "Consejo Iraquí" un conocido analista estadunidense expresó recientemente en televisión nacional la pregunta que se está convirtiendo en clamor nacional: "Ƒdónde están los iraquíes, sólo vemos americanos ir y venir: policía militar, marines, funcionarios del Departamento de Estado; y todos impartiendo órdenes a la población civil como si se tratase de algún pueblo en Estados Unidos". Al tiempo que George Soros, en un ensayo titulado The bubble of american supremacy (La burbuja de la supremacía estadunidense), lamentaba en el último ejemplar de Atlantic Monthly: "nuestros soldados han sido reducidos a labores de policía en uniforme de combate: esto pone en riesgo no solamente sus vidas, sino la futura efectividad de nuestras fuerzas armadas".
"Continuaremos en Irak hasta terminar la tarea", afirmó el presidente. Pero, cuál es esa tarea que nadie conoce: Ƒextraer petróleo a manos llenas cuando lo permitan la resistencia y los constantes actos de sabotaje, o permanecer en el país per saecula saeculorum como en otras regiones del mundo? šNadie sabe! Aunque debemos reconocer que la verborrea (que no retórica oficial) jamás fue tan prolífica como en el tema de las ADM: recordemos que el presidente inició sus ataques mediáticos afirmando categóricamente que Saddam Hussein "poseía las armas químicas y bacteriológicas que utilizó contra su propio pueblo". Pero, tras la vergüenza de no haberlas encontrado, las ADM pasaron a ser programas para el desarrollo de las ADM. Sin embargo, la prolífica verborrea presidencial no tiene límites: "los niños iraquíes finalmente tienen escuelas dónde aprender" y los "hombres y mujeres de Irak hoy pueden expresarse con libertad".
Lo peor es que las declaraciones continuarán, cada día en forma más cínica e inverosímil, a medida que se acerquen las elecciones de 2004. Bush sabe que su relección depende de los votos de familias que continúan perdiendo a cuentagotas hijos y cónyuges en aras de una "democracia" que solamente entienden los neoconservadores empeñados en instalar permanentemente el sueño de la supremacía americana. El secreto es convencer a los electores de que el sacrificio no ha sido en vano: "los valientes hombres y mujeres de las fuerzas armadas han liberado a Irak y están protegiendo a su patria contra futuros ataques terroristas". Lo peor es que algunos de los principales precandidatos demócratas tienen las manos atadas: influidos por la campaña mediática contra Al Qaeda y Saddam Hussein votaron como congresistas en favor de la invasión. Así que, no obstante la campaña multimillonaria de George Soros para derrotar a Bush, prepárese para cuatro años más de acciones militares unilaterales, y... šcuatro años más de verborrea!
El sábado pasado Federico Trillo, ministro de Defensa español, demostró que la verborrea es contagiosa: al informar al pueblo sobre la muerte de los siete espías asesinados en Bagdad manifestó: "lamento informar que el terrorismo ha atacado a un grupo de españoles que trabajaban por la paz". Imagínese usted... šinvasores trabajando por la paz!
De Bush no puede esperarse menos: cuenta con un catálogo publicado con cientos de "bushismos", entre los que resaltan joyas como éstas: al salir de la última sesión de la Cumbre de las Américas en Québec dijo: "no haré más declaraciones, ni en francés, ni en inglés ni en mexicano". Y dos meses después, en Suecia, manifestó: "Africa es una nación que sufre de una increíble enfermedad..."
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