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México D.F. Viernes 5 de diciembre de 2003
Homenaje no oficial, desde abajo, por los 75
años del filósofo, poeta y docente
Celebran a González Rojo por su tenaz deletreo
del infinito
''Me siento afortunado por recibir un testimonio de
aprecio por lo que soy y lo que hago''
Ha iluminado no pocos entendimientos y afirmado muchas
vocaciones, dijo Conde Ortega
CESAR GÜEMES
La noche de este miércoles, en el Museo del Chopo,
como venía ocurriendo desde hace cinco años, Enrique González
Rojo se descubrió querido por su persona y por su obra. Durante
el homenaje para el poeta, filósofo, catedrático y hombre
de política, organizado por familiares y amigos, el autor de La
larga marcha refrendó su postura autónoma: ''Esta celebración
no es, ni lo deseo, un homenaje oficial, sino independiente, desde abajo,
de mis amigos y mi familia".
El
escritor tomó la palabra luego de la participación de sus
hijos, Graciela, Enrique y Guillermo González Phillips, quienes
participaron en el acto, la primera con una semblanza y los dos restantes
con interpretaciones al violín y la guitarra de obras de Bach y
Biber.
Graciela González Phillips señaló
que dentro de las tradiciones familiares se encontraban ya, para ella y
sus hermanos, ''la huella del marxismo y la utopía de una sociedad
libre". El legado en vida del poeta, afirmó Graciela González,
puede verse en distintos aspectos, como en el hecho de que ''tus tres hijos,
sin posición económica, ni encumbrados en algún puesto
político, hoy se dedican a sus respectivos oficios con una clara
convicción ética. El gusto por la literatura y la música
es la herencia que, junto con Graciela Phillips, nos has legado. Admiro
tu lucha por la vida, la tenacidad con la que trabajas y deletreas el infinito,
y tu don envidiable de gran conversador que no conoce la palabra aburrimiento".
Creador en el sentido primigenio
Invitado a participar en el homenaje, el escritor José
Francisco Conde Ortega subrayó que Enrique González Rojo
''es ante todo un poeta, en el sentido primigenio del vocablo, un creador.
Por eso se ha creado una postura ética irrenunciable desde la que
ha mirado, deletreado sabiamente, su actividad de maestro, amante de la
filosofía, creador literario y hombre comprometido con el ser político
de nuestro país.
''Gracias a su paciente vocación muchas generaciones
de jóvenes han entendido que el saber, como simple acopio de conocimientos,
vale muy poco, si les interesa para vivir.
''En los salones de clase, en el consejo oportuno en los
pasillos, en la generosa conversación, en la amorosa visita a sus
libros, ha iluminado no pocos entendimientos y afirmado muchas vocaciones.
''La sinceridad de su palabra ha hecho claro que el compromiso
y la congruencia son monedas de alto valor para quien no hace concesiones
con los principios de honradez y lealtad."
El autor de La arena de los días abordó
también los aspectos poéticos y políticos de González
Rojo: ''Para deletrear al infinito es la parte medular de uno de
los proyectos mayores del hacer poético de nuestro tiempo. Ese minucioso
encuentro con los temas que conforman la historia del hombre, esa serena
lucidez, esa fina ironía, esa amable sabiduría de su obra,
lo convierten en una de las voces mayores de la poesía mexicana
actual: del poeticismo al encuentro con formas inéditas y personales,
Enrique González Rojo ha logrado su propia voz.
''Y ha sido militante político, y se ha mantenido
al margen de los grupos literarios que entienden la literatura como formas
de poder, así sea tan mezquino y limitado como una burbuja de jabón.
Y ha levantado la voz y la pluma para decir su verdad."
Solidaridad y amistad de muchos
Enrique González Rojo fue breve en su intervención,
previa a la lectura de algunos poemas de su preferencia. Fue entonces cuando
dijo: ''Antes de la grave enfermedad que tuve en 1997 creía que
no me quería la gente, que no tenía la estimación
de mi circunstancia y de mi medio ambiente, salvo algunas excepciones.
Pero de pronto me encontré con que no pocos, sino muchos me dieron
prueba de amistad, simpatía, solidaridad. La celebración
de hoy es, creo, un nuevo testimonio de aprecio, al parecer por lo que
soy y lo que hago. Y la verdad es que me siento halagado, orgulloso, feliz.
En confianza, suelo decir que soy muy suertudo; a ustedes les diré,
con una expresión más elegante, que soy muy afortunado".
El escritor agradeció a Alicia Torres, ''en clara
complicidad conmigo en tantas cosas, de quien fue la idea original'' de
este homenaje. Y aprovechó para aclarar: ''Esta celebración
no es, ni lo deseo, un homenaje oficial, sino independiente, desde abajo,
de mis amigos y mi familia".
Agradeció a sus hijos participantes en el acto,
así como los comentarios de José Francisco Conde Ortega,
Eusebio Ruvalcaba y la presencia de una representativa muestra de sus lectores,
que llenaron el auditorio central del Museo Universitario del Chopo, a
fin de acompañar en la celebración de su aniversario número
75 al poeta, filósofo, catedrático y hombre de política.
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