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México D.F. Viernes 5 de diciembre de 2003
GOBERNATOR ATACA
El
gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, avaló ayer con
su firma la derogación de la ley SB60 que concedía a los
inmigrantes indocumentados el derecho a obtener licencias de conducir en
esa entidad de Estados Unidos. Se trata del primer acto concreto del llamado
Gobernator -luego de numerosas declaraciones y desplantes de contenido
xenófobo y racista- en contra de la comunidad hispano-californiana,
mayoritariamente de origen mexicano. Por ello, tal circunstancia debe suscitar,
por lo menos, un estado de alerta y reflexión en ambos lados de
la frontera.
Si bien la anulación de la SB60 no es obra exclusiva
de Schwarzenneger -tanto en el Senado como en la Asamblea de California
se votó mayoritariamente por la derogación de esa ley-, es
claro que tal medida se inscribe en un marco de creciente hostigamiento
y rechazo contra los hispanos, en general, y contra los indocumentados,
en particular, que el propio Gobernator ha contribuido a crear.
Justamente, los migrantes indocumentados -los más débiles,
pobres, desprotegidos y explotados- han sido blanco en múltiples
ocasiones y foros de acusaciones falsas y dolosas -procedentes en su mayoría
de los estamentos más retardatarios y racistas del Partido Republicano
y de la sociedad ultraconservadora estadunidense, de los que Schwarzenegger
forma parte- que pretenden responsabilizarlos de la crisis econó-
mica y el abultado déficit que padece California, de no clarificados
"peligros" para la seguridad nacional estadunidense y hasta de vínculos
con el crimen organizado o el terrorismo internacional.
La improcedencia de tales declaraciones es tan fehaciente
como lo es, por su parte, la crucial aportación económica
que los inmigrantes indocumentados realizan a California y a Estados Unidos
en su conjunto, hecho indudable que la hipocresía y el pragmatismo
exacerbado de Schwarzenegger y su grupo gobernante -en el que figura Pete
Wilson, personaje de oscura memoria que impulsó, durante su periodo
como gobernador de California, la nefasta Proposición 187- pretenden
soslayar.
Con todo, el crecimiento de una nueva ola de racismo y
xenofobia contra lo hispano -término que en California remite
principalmente a la comunidad de origen mexicano- no es responsabilidad
exclusiva del mal actor transformado en peligroso político, aunque
cabe esperar de él nuevas y agresivas medidas. El propio Gray Davis,
el gobernador demócrata depuesto en las pasadas elecciones especiales,
avaló la ley SB60 sólo después de que, derrotado en
las urnas, no tenía ya nada qué perder y sí mucho
qué ganar en su contabilidad de eventuales apoyos políticos
futuros. Lo mismo puede decirse del senador local demócrata Gil
Cedillo, impulsor en su momento de la SB60, quien finalmente aceptó
avalar la derogación de esa ley tras suscribir un "compromiso" -de
dudoso cumplimiento- con Schwarzenegger para impulsar en enero próximo
una nueva iniciativa, mucho más acotada y restrictiva, para conceder
licencias a los indocumentados. En este contexto, resulta comprensible
-aunque de suyo deplorable y peligroso- el envalentonamiento de los sectores
racistas y antimexicanos en California, los cuales podrían interpretar
todas estas señales y claudicaciones como un espaldarazo a sus ominosas
actividades, lo que incrementaría los de por sí graves padecimientos
que agobian a los indocumentados mexicanos en Estados Unidos.
Por lo pronto, la propia comunidad mexicana en California
emprenderá el próximo 12 de diciembre un paro económico
como protesta por la revocación de la SB60 y la conculcación
de sus derechos. En tanto, el gobierno de México permanece pasivo
ante éstos y otros agravios contra nuestros connacionales en Estados
Unidos. ¿Qué se ha hecho, por ejemplo, para desactivar a
los rancheros cazainmigrantes que impunemente operan en Arizona
y otros puntos de la frontera? ¿Hasta cuándo se seguirá
manteniendo a los indocumentados en el olvido y la indefensión?
Así, convendría que las autoridades federales emprendieran,
de una buena vez, una campaña efectiva de protección a los
migrantes, máxime cuando éstos se han convertido, con sus
ingentes remesas, en un crucial pilar de la tambaleante economía
nacional.
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