México D.F. Sábado 6 de diciembre de 2003
Los responsables de aplicarla la han marcado de "candor, intemperancia e incompetencia"
El proyecto de política exterior foxista, irrealizable, afirma Gustavo Iruegas
La ascensión de Lula opacó el brillante protagonismo de los primeros meses de gobierno
GEORGINA SALDIERNA
El proyecto de política exterior del gobierno foxista ha resultado irrealizable. La gestión en sí misma se ha malogrado en buena medida, por el mal desempeño de los responsables de llevarlo a cabo, señaló ayer Gustavo Iruegas, ex subsecretario para América Latina de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
En un ejercicio de autocrítica, agregó que la mezcla de candor, intemperancia e incompetencia ha resultado funesta en esta materia. "Si la tercera de estas culpas fuera una chaqueta me la tendría que poner", puntualizó.
Al participar en el seminario Los primeros tres años del gobierno de Vicente Fox: una evaluación, que organizó El Colegio de México y la Fundación Konrad Adenauer, recordó que al inicio de la presente administración se buscó revitalizar el Grupo de los Tres; reconciliar a los gobernantes de Venezuela y Colombia; construir una relación de alcance estratégico con Estados Unidos; adoptar un papel de liderazgo en los asuntos mundiales; apoyar el proceso de paz de Colombia y lograr el acuerdo migratorio.
Sin embargo, en América Central el Plan Puebla-Panamá no se materializó; en Sudamérica la profundización de las relaciones políticas y económicas con Argentina, Brasil y Chile no pasó de ser declarativa; el Grupo de los Tres sigue paralizado, y no hay visos de alcanzar la paz en Colombia.
Aunado a ello, la relación con Cuba, que no está en los planes escritos, pero sin duda sí en las intenciones, ha alcanzado el peor momento de su historia, quizá como resultado de un desaguisado planeado que terminó en catástrofe.
Sudamérica, en sentido contrario al proyecto neoliberal
Destacó que el brillante protagonismo de los primeros meses del gobierno foxista fue opacado por el acceso al poder del presidente obrero de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva. En Sudamérica la tendencia es contraria al proyecto neoliberal del gobierno del cambio en México, acotó.
Con Estados Unidos las cosas tampoco han ido bien. El acuerdo migratorio no está en el interés de la contraparte y, consecuentemente, las posibilidades de iniciar el proyecto de largo aliento -la integración- son más remotas.
En materia de seguridad internacional hace falta, después de la conferencia correspondiente, confirmar declarativamente la condición de México como un país amante de la paz. Por lo que hace a la actuación multilateral mexicana, agregó que se han defraudado las expectativas de la comunidad internacional que esperaba de México un papel de liderazgo en los asuntos mundiales. Las más importantes candidaturas internacionales mexicanas se han perdido, aunque se han ganado algunas sedes de reuniones, de esas que, en tanto más vistosas, resultan más vacías.
La gallarda posición nacional de negar el apoyo a Estados Unidos en su intención de agredir a Irak resultó opacada en el mismo foro por la convalidación de la ocupación del país agredido.
Gustavo Iruegas se refirió a la propuesta de lograr una integración con Estados Unidos y dijo que sin llegar a las consideraciones patrióticas y nacionalistas, el planteamiento resulta insostenible, porque un proyecto de esa naturaleza requiere de cuatro componentes: la homogeneidad de las sociedades, voluntad política, trabajo administrativo y tiempo, mucho tiempo.
Analizados en orden inverso, "veríamos que tiempo sí tenemos, lo tenemos todo; el trabajo administrativo lo podríamos hacer, si ellos lo pagan"; pero la suposición de la existencia de una voluntad política en ambos gobiernos se revela como un error doble. La voluntad debe estar antes en ambas sociedades para, después, si se puede, subir a los gobiernos. Por lo que hace a la primera condición, puntualizó que es inexistente. Sólo las sociedades homógeneas son integrables.
En México, 80 por ciento de la sociedad no califica para unirse a la sociedad más desarrollada del mundo, subrayó, al señalar -por último- que antes de buscar la integración con el poderoso vecino, el país tendría que alcanzar su propia unificación.
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