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México D.F. Sábado 6 de diciembre de 2003
La falta de amor, ¿cómo se puede
legislar?, inquiere la autora de Infancia sin amparo
Crece el número de niños sin hogar y
el trabajo para rescatarlos se complica
Se soslaya en los hechos el papel prioritario de ese
sector social, deplora la periodista
MONICA MATEOS-VEGA
La periodista Judith Calderón lleva más
de 10 años relatando la situación que viven en México
los niños de la calle. El panorama es poco alentador: según
sus investigaciones, de 1989 a la fecha ha aumentado el número de
pequeños sin hogar y el trabajo para rescatarlos es más difícil,
porque consumen mayor cantidad de drogas ''duras".
La
indiferencia gubernamental, la realidad de los albergues y centros de rehabilitación
oficiales, el creciente problema del sida y el comercio sexual, las características
del problema en diversos países de América Latina, pero también
la esperanzadora experiencia de los programas sociales de Cuba, están
presentes en el libro Infancia sin amparo, en el que Calderón
hace una recopilación de diversos materiales publicados en La
Jornada.
Niñez sin protección
En entrevista, Judith Calderón señala que
en el país ''los niños, políticamente, no existen.
No se ha entendido en los hechos el papel prioritario de la infancia, aunque
se diga en los discursos. En la realidad no se destinan recursos a ellos
porque no se les considera importantes. Ni en los programas de salud ni
en los de educación. No se les protege".
Explica que pese al esfuerzo de algunas asociaciones civiles
por ayudar a los niños de la calle, la falta de apoyo gubernamental
sigue generando el problema, lo cual significa ''estar como luchando contra
el mar, porque viene la avalancha de gente pobre, de niños maltratados;
la raíz del conflicto no se está combatiendo".
El hilo conductor del libro Infancia sin amparo
es la historia de una niña que Calderón conoció en
1989, en un albergue de la Procuraduría capitalina; estaba detenida,
acusada de secuestro. La niña, Amparo, tiene ahora 25 años
y a pesar de un largo periplo por instituciones de asistencia, nunca ha
logrado escapar de su marginación. Su relato va a la par con los
de otros como ella. Por ejemplo, Gerardo, quien dice a la reportera: ''Nosotros
creíamos que el chemo que consumíamos hace 10 años
era lo más grave que nos pasaba, pero el chemo no es nada
comparado con lo que hay ahora".
Calderón dice que los niños de la calle
actualmente ''están más dañados, con algunos ya no
se puede ni hablar. La co-caína y demás drogas químicas,
que dañan directamente el cerebro, se consiguen hasta en 20 pesos.
Hay toda una dificultad para entablar un nexo con ellos, y después
para sacarlos de ese ambiente, pues aunque las organizaciones tienen toda
una estructura para hacerlo, ahora los pequeños requieren tratamientos
de desintoxicación. Es decir, no se trata nada más de su
voluntad, sino de un problema físico, pues su organismo les pide
la droga. El problema es más duro, más complejo, más
triste, porque ¿cómo los sacas de ahí?, ¿como
los rescatas?".
El ejemplo de Cuba
El libro, ''enriquecido con las coberturas de otros compañeros
de La Jornada", también informa acerca de posibles soluciones,
por ejemplo, el caso cubano. En la isla, señala Calderón,
''no tienen niños de la calle porque han puesto a la infancia como
eje de su política social. Han destinado a la educación y
la salud de los niños porcentajes elevados de su presupuesto. Es
una situación que se ha propuesto aquí, pero que nunca se
ha concretado.
''No se debe olvidar que Cuba tiene menos recursos que
nosotros, además del problema del bloqueo económico. Claro,
no se pretende que México adopte ese modelo, pero sí que
el gobierno se comprometa en serio con la infancia. Aquí hay libertad,
es cierto, pero los niños están en la calle."
La periodista advierte que el problema de los niños
de la calle ha dejado de ser exclusivo de las clases marginadas: ''Más
vale que las clases medias se den cuenta que ya tienen ese problema: los
niños de esos niveles socioecómicos están contaminándose
con las drogas y siendo expulsados a la calle. No son la mayoría,
son casos excepcionales, pero son señal de algo que debemos atender
de inmediato.
''El hijo de un catedrático universitario vive
bajo el puente de Marina Nacional, y era un niño que tenía
casa, alimento, pero que tuvo problemas con su familia. Según él,
no cumplió las expectativas de su papá, entró en las
drogas y se fue a la calle. El problema de todos estos niños es,
finalmente, una cuestión de falta de amor. ¿Y hasta dónde
se puede legislar el amor?"
Infancia sin amparo, libro de Judith Calderón
Gómez, se presenta el martes 9 en el Museo de la Ciudad de México
(Pino Suárez 30, Centro Histórico), a las 19 horas. Participan
Ernesto Lammoglia y la autora.
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