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México D.F. Sábado 6 de diciembre de 2003
Juan Arturo Brennan
Mujercitas
Una más para Mr. Ripley: el pasado viernes 28 era imposible conseguir un solo boleto para la ópera Mujercitas, de Mark Adamo... pero el Teatro de la Ciudad estuvo medio vacío. Resulta que la función estaba vendida a Pemex, pero nadie tuvo la cortesía de avisarlo. Y como era de esperarse, la displicente ''familia petrolera" llegó groseramente tarde, pero eso sí, muy bien provista de bebés y celulares.
De hecho, toda la difusión de este proyecto operístico ha sido manejada con poca eficiencia y eso se ha reflejado, por desgracia, en una muy escasa asistencia del público a un espectáculo que merecía más atención. En los primeros anuncios de prensa, por ejemplo, no había un solo dato sobre los días y los horarios de las funciones.
El caso es que, al menos en el papel y con los antecedentes que a su respecto se mencionaban, Mujercitas se antojaba como una propuesta interesante, sobre todo porque esta es la primera vez que la ópera de Adamo se escenifica fuera de Estados Unidos. Sin embargo, el resultado final no fue del todo satisfactorio.
Anunciar esa puesta en escena como una producción multimedia parece un tanto exagerado. Un par de luces robóticas y unas cuantas transparencias no son suficientes para acceder al verdadero concepto contemporáneo de la multimedia, en el que los accesorios tecnológicos y los recursos de imagen se funden orgánicamente al servicio de una concepción escénica global, que no fue el caso en Mujercitas.
Ahora bien, la ópera misma presenta problemas desde la concepción de su libreto, cuyo autor es el propio Mark Adamo. Al adaptar el original de Louise May Alcott, el libretista-compositor ha optado por poner todo el peso dramático y narrativo en la defensa que Jo March (alter ego de la autora) hace del statu quo, y en su temor casi patológico al cambio, un cambio que llega inexorablemente en la forma de viajes, muertes, noviazgos rotos, matrimonios. Al tomar esta línea de conducta, Adamo ha convertido a la enérgica, propositiva, extrovertida y dominante Jo en una damisela vulnerable, timorata y quejumbrosa. Y como es bien sabido, lo primero que puede hundir a cualquier versión de Mujercitas es una caracterización débil de Jo March; que le pregunten, si no, a Winona Ryder, cuya desangelada interpretación de Jo March en la tercera versión cinematográfica de Mujercitas (Gillian Armstrong, 1994) dio al traste con toda la película.
Por otra parte, la música compuesta por Mark Adamo para Mujercitas adolece de la misma falta de carácter y convicción. Pareciera que el compositor quiso quedar bien con todos (neo-tonales, posmodernos y conservadores) y acabó por no darle gusto a nadie. Su partitura parece moverse (salvo en momentos aislados) en un limbo estilístico que, según el punto de vista y de oído, puede describirse como una modernidad suavizada o como un neoclasicismo con asperezas.
Una de las mejores ideas de Adamo, un pequeño coro femenino fuera de la escena, se quedó apenas en proyecto debido a la inseguridad de las cantantes involucradas. Al menos, en el cuarteto final de las hermanas March hay una interesante propuesta vocal y armónica que, de haber estado más presente a lo largo de la ópera, pudo haber elevado el nivel del discurso musical. Sí, Mujercitas es una ópera bien orquestada, lo que permite una cierta transparencia en las texturas instrumentales y vocales; lástima que la abismal acústica del Teatro de la Ciudad se trague por entero cualquier cosa que surja de su foso y su escenario.
Los mejores momentos de esta partitura de Mark Adamo (incluyendo un par de arias muy bien logradas), y los del libreto también, se encuentran sin duda en el segundo acto de Mujercitas, pero no alcanzan a redimir a una ópera larga y discursiva que se ve, se siente y se oye distante, fría y poco comprometida con su materia dramática y musical. ƑSe deberá esto, quizá, a que los temas tratados en el texto original de la obra no tienen la resonancia universal necesaria para convertirla en una ópera trascendente?
En cuanto al reparto vocal sólo puedo decir que, desafortunadamente, en la función de Mujercitas que me tocó presenciar no cantaron ni Carla López Speziale ni Irasema Terrazas, y lo sé porque las conozco a ambas. Por lo demás, el público que no las conoce tuvo que adivinar cuál de los repartos cantó, porque ni el programa ni las carteleras lo informaron y nadie en la producción o en el Teatro de la Ciudad se tomó la molestia de hacer un aviso al respecto.
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