Antonio Gershenson

La política presupuestal y el pri

México está viviendo un proceso en el que está en juego la definición de la política económica presupuestal para 2004. El gobierno federal, en el extremo de la simplificación de la realidad, sujeta todo a lo que llama las reformas. Es absurdo que sigan repitiendo lo de la llamada reforma eléctrica, cuando que no sólo sus posiciones no tienen posibilidad de obtener la mayoría necesaria en las cámaras legislativas, sino que apenas habría tiempo, tal vez con un periodo extraordinario, para llegar a un paquete de ingresos fiscales y gastos presupuestales: queda poco más de una semana para el fin del periodo ordinario de sesiones.

Tampoco tiene mucho sentido que insistan con el IVA a alimentos básicos, medicinas, libros, etcétera. El rechazo ha sido reiterado. Pero el problema es que una de las alternativas que podrían considerarse naturales, como la supresión de las exenciones de impuestos a actividades especulativas y, en general, al sector financiero, tampoco parece tener el consenso necesario. Hay otras propuestas, pero tampoco tienen, hasta el momento al menos, posibilidad de lograr una mayoría en las cámaras.

Se plantea, entonces, la posibilidad de repetir lo de los años anteriores: cero reforma fiscal, y estrangulamiento presupuestal. Lento o nulo crecimiento y, ante todo, la demostración de la incapacidad de resolver los problemas. Porque también podría aplicarse una restructuración del gasto público, reduciendo el ingreso de funcionarios y gastos suntuarios, para dedicar ese dinero a inversión pública y gasto social; pero los funcionarios federales prefieren no oír estas cosas y voltear para otro lado.

Otro frente de definición es la ratificación o no del gobernador del Banco de México. El gobierno federal hace campaña para que se quede el actual, luego lo propone formalmente al Senado, pero no está claro que lo pueda lograr. No sólo se trata de un tecnócrata, sino de uno que ha logrado la aversión de legisladores de los principales partidos. Uno de los elementos que definirían el resultado de la posible ratificación está en el mismo frente en el que han estado naufragando el IVA y otras propuestas oficiales: el PRI, inmerso en una división importante.

Ahora, la división parece haber sido desatada por la negociación con el gobierno federal, en la que Gordillo, hasta ese momento coordinadora de la diputación del PRI, aceptó puntos que el propio PRI había negado recientemente, aunque en el pasado, cuando era partido en el gobierno, las aceptó. Fue especialmente claro lo del IVA.

Sin embargo, detrás de este aspecto está la sucesión presidencial de 2006 y, como antecedente, la candidatura presidencial del propio PRI. El hecho es que han aparecido rasgos de división más profundos que antes. No es sólo que destituyen a Gordillo con las firmas de la mayoría de los diputados priístas, sino que ésta se rebela, pide ayuda al gobierno federal panista y obtiene una especie de reconocimiento gubernamental. El gobierno federal, con este apoyo público y su intervención en un asunto del poder legislativo, muestra la intención de fortalecer a Gordillo en el contexto de la eventual aprobación de sus medidas fiscales, como el IVA a medicinas y demás, pero la debilita políticamente para la pugna dentro del PRI, pues muchos miembros de este partido rechazan semejante patrocinio.

Sin embargo, lo que va más al fondo de esta división es cuando sale el SNTE, manejado por Gordillo, de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), ante la relección del líder de dicha federación. Este último estaba de acuerdo con la remoción de Gordillo, la cual se alió con varios gobernadores para tratar de derribar a Madrazo, aunque algunos de éstos procuran mediar entre ambos. El del estado de México, aspirante a la candidatura presidencial al igual que otros gobernadores involucrados, avala la destitución de Gordillo, dado que quien la suple no sólo es de su estado, sino también de su corriente política. Madrazo procura afianzar su posición hacia el 2006 y deshacerse de Gordillo, su mejor aliada hasta hace unos días.

La mencionada salida del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) de la FSTSE, junto con otros sindicatos menores, es ya una ruptura orgánica. No dentro de lo que formalmente es el PRI, pero sí en su estructura corporativa, en la cual ha descansado buena parte de su fuerza.

El gobierno federal enfrenta otro problema para la aprobación del paquete fiscal y presupuestal para 2004. Aun si los diputados del PRI que apoyan a Gordillo, sumados al PAN, llegan a formar mayoría en la Cámara de Diputados, eso no garantiza que lo mismo suceda en la de Senadores. Lo sucedido recientemente en esta otra cámara llevaría a dudarlo seriamente. El presupuesto es facultad exclusiva de la Cámara de Diputados. Pero el paquete fiscal, la Ley de Ingresos y las modificaciones a leyes y ordenamientos fiscales, deben, como las demás leyes, ser aprobados por ambas cámaras. Y sin los ingresos que lo sustenten, el presupuesto no se puede aprobar. De ahí que tengamos a la vista una situación muy complicada.

El muy posible periodo extraordinario implicaría que estos forcejeos durarán las pocas semanas que faltan para el fin de este año. El desgaste de las fuerzas en pugna, también. Ahora o después, se abre la posibilidad de que haya un cambio en el cuadro político nacional, y que las fuerzas políticas que se enfrenten en 2006 no sean exactamente las que ahora formalmente existen.